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Un año de récord para el mejillón pese a liderar los días de cierre en Galicia

Un barco bateeiro descarga ayer un palé de mejillón en el puerto de Bueu. | // GONZALO NÚÑEZ

Suena a paradoja, pero es una realidad. Las bateas de O Morrazo y, en concreto las de Bueu, siguen a la cabeza de Galicia en días de cierre por culpa de las toxinas. Sin embargo, eso no ha sido impedimento para que el sector haya cerrado un ejercicio que desde algunas agrupaciones aseguran que ha sido el mejor en décadas. Las cifras concretas de descargas y facturación se conocerán aún dentro de unas semanas, pero representantes mejilloneros con muchos años de experiencia a sus espaldas avanzan de manera categórica que el año pasado fue sencillamente “histórico” y “extraordinario” en puertos como el de Bueu. A pesar de los días de cierre, la toxina permitió trabajar a los mejilloneros en épocas estratégicas y además se vieron beneficiados por un aumento en el precio del bivalvo, que en la segunda mitad del año se incrementó en un 20%.

Los polígonos mejilloneros de Bueu fueron los que acumularon más jornadas cerrados en 2021 en Galicia: hasta 241 días el Bueu B, 235 el Bueu A2 y casi 210 el Bueu A1. Al lado, en la ría de Aldán, el Cangas B rozó los 200 y en la bocana de la ría de Vigo las zonas de producción situadas en Nerga-Barra y en Liméns sumaron 188 y 181 días de cierre. Cifras que solo fueron superadas por el Camariñas A (261), que desde el sector bateeiro no consideran representativo por su titularidad, o igualadas por el Muros C (239 días) y Baiona A (225 días). Pese a estos números, el año pasado no fue malo en cuanto a cierres. Basta con ver como fue el año 2020 en este sentido: los tres polígonos mejilloneros de Bueu estuvieron en el umbral de los 300 días cerrados, en Aldán se superaron los 250 y en la bocana de la ría de Vigo los 230, según se puede comprobar en los datos del Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño (Intecmar).

Dos trabajadores en un barco de Bueu preparan ayer parte de la carga de mejillón para ser izada. GONZALO NUÑEZ

Lo que realmente hace extraordinario al año 2021 es la elevada demanda de mejillón, sobre todo por parte de la industria conservera, necesitada de producto para reabastecerse y para atender los pedidos desde el extranjero. Algo que se puede atribuir directamente al COVID-19, que curiosamente se convirtió en un insospechado aliado para los mejilloneros. En puertos como el de Bueu se dio la vuelta a una tendencia que en años anteriores destinaba el 70% de la producción al mercado de fresco y el 30% a la industria. “En 2021 fue prácticamente al revés y en casi 40 años de trayectoria a mis espaldas puedo decir que fue el mejor año de nuestra historia”, manifiestan con rotundidad voces autorizadas dentro de los mejilloneros de Bueu, que además también tienen bateas en otras rías. “Hay que ser honestos. El sector se queja con razón cuando nos toca pasarnos hasta 300 días al año cerrados, pero de la misma manera hay que reconocer cuando las cosas van bien”, añaden.

En este balance positivo influyen además otros factores. Uno está directamente relacionado con la demanda, que provocó un incremento en el precio del molusco. En la segunda mitad del año subió hasta un 20%, con un precio medio cercano a 1 euro el kilo e incluso con picos por encima de 1,10 euros. “Es un tirón importante, pero también hay que recordar que el mejillón acumulaba 20 años con precios a la baja y eso es mucho tiempo”, explican.

Los tripulantes de un bateeiro de Bueu ayer trabajando en el puerto. GONZALO NUÑEZ

A favor de los productores de Bueu, Aldán o incluso de la bocana de la ría de Vigo también hubo otro factor. Es verdad que la mayoría tuvieron que pasar las navidades de 2020 con sus bateas cerradas y no pudieron abrir hasta enero de 2021. Pero cuando lo hicieron se encontraron con el mercado casi para ellos solos ya que en otras rías ya habían colocado toda su producción. Además, a lo largo de 2021 pudieron abrir algunas semanas durante el verano y la toxina les permitió trabajar con normalidad desde mediados de noviembre hasta el momento actual.

A estas alturas la mayoría de los bateeiros de Bueu ya han vendido prácticamente toda su producción y se centran ya en la próxima cosecha. El domingo salieron hasta cinco camiones destinados a la industria y se prevé que la actividad empiece a bajar durante los próximos días.

Bateeiros embolsando ayer el mejillón para su posterior comercialización. GONZALO NUÑEZ

Los negros nubarrones del conflicto de la mejilla

Las perspectivas para el año 2022 parecen favorables para el sector mejillonero, que confía en se mantenga el tirón de la demanda por parte de la industria. Pero en el horizonte de los bateeiros se avecinan nubes negras, tanto como el mejillón que colocan en el mercado: el conflicto de la mejilla.

El decreto de la Consellería do Mar tras la sentencia del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) significa aumentar las zonas de exclusión para extraer la cría del mejillón para preservar el percebe. “Sin mejilla no hay cría y sin cría no hay mejillón”, afirman de manera contundente los bateeiros, que aseguran que “este es el verdadero problema de futuro”.

Los mejilloneros aseguran que están dispuestos a sentarse en una mesa de diálogo con Xunta y cofradías. Solo ponen una condición: que previamente se derogue el artículo que fija zonas de exclusión en lugares como la Costa da Vela o Cabo Udra. Una exigencia que ya hizo descarrilar una declaración institucional conjunta y que resulta casi imposible de cumplir para la administración porque significa ir en contra de una sentencia del TSXG.

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