Reflexiones de una profesora novel

Hablamos con dos docentes de instituto que acaban de empezar a enseñar “con todas las de la ley”. Julia es interina y ha conseguido plaza para este curso 2023/2024. Eva ya ha aprobado y tras un año enseñando espera su destino definitivo. Esto es lo que nos cuentan sobre su experiencia: “¡A clase!”

¿Qué piensa la nueva generacion de profesores?

¿Qué piensa la nueva generacion de profesores? / Shutterstock

“Es mi primer día, aún me estoy acomodando” “Bueno, a ver, llevo solo un año...” ¿Cuánto tardamos en convertirnos en expertos? ¿Y en acostumbrarnos a nuestro trabajo? Que se lo pregunten a Eva, que lleva un año como profesora de Educación Física, en expectativa de destino. O a Julia, que acaba de terminar su primer mes enseñando como interina en un instituto.

Las dos habían tenido contacto previo con la enseñanza durante las prácticas o en clases particulares, pero el salto a educar en un centro ordinario, con horario lectivo completo y preparando clases para diferentes niveles y aulas, es algo inevitablemente nuevo. ¿Qué tal lo lleva la nueva generación de la enseñanza?

Aterrizajes exitosos, pero con turbulencias

Tanto Julia como Eva, las dos viguesas, se encontraron con una adjudicación de plaza fuera de la comunidad: “La primera vez que llegué a trabajar, que también era mi primer día en Pamplona, estaba un poco perdida” cuenta Eva. “Las oposiciones a las que me iba a presentar se cancelaron por el covid, pero abrieron unas bolsas extraordinarias de trabajo en Navarra, me apunté y me dieron una sustitución de, en principio, 15 días, pero que se fue alargando. Como no sabía cuánto iba a durar estaba viviendo en un hostal, y al mismo tiempo estudiando las oposiciones para tener mi plaza fija al año siguiente”.

Eva empezó así, un poco perdida, la primera de sus muchas “primeras clases: “El día antes de empezar me llamó el profesor al que susituía para explicarme todo, darme consejos de con qué podía empezar la clase la día siguiente... El resto de mis compañeros también fueron muy agradables, y la verdad es que tenía un poco de miedo por si no me hacían caso los alumnos, pero una vez llegas al aula todo va genial”.

Tras sustituciones e interinidades, Eva aprobó las oposiciones en Galicia el pasado 2022, hasta conseguir la estabilidad en un instituto de A Coruña, donde es Jefa de Departamento de Educación Física.

Más complicado fue el inicio de curso de Julia, que el pasado septiembre recibió la notificación que estaba esperando: le asignaron destino en Madrid para una vacante de inglés. “Es necesario personarse en el centro que te toca al día siguiente a la asignación, o pierdes la plaza. Este año se combinaron varios procesos y con tanta gente se complicó, entonces en lugar de hacer las adjudicaciónes a las ocho de la mañana salieron a las seis de la tarde. Yo tenía mi maleta preparada por si acaso, y en cuanto me lo asignaron cogí un vuelo a las cinco de la mañana y me planté en el centro a primera hora, dispuesta a dar la primera clase. Y cuando llego me dicen que la vacante no existe.”

Las listas se componen a partir de peticiones de los propios centros, que tienen necesidad de cubrir ciertas plazas y las ofrecen para que los interinos las cubran: “Que salga una plaza fantasma es muy loco y no podía procesarlo. Me quedé en shock.”

Por “suerte”, siempre quedan huecos no ofertados a los interinos (a pesar de haber necesidad no se sacan a concurso y nadie puede optar a esas plazas) y Julia pudo incorporarse a otro instituto ese mismo día:_“Cuando llegué me recibierecibieron casi con vítores. Llevaban sin profe de inglés desde julio. Cuando me presentaba como “Julia, la de inglés” me trataban como si fuera la reina de Inglaterra. Llevaban desesperados varios meses. Nadie se alegró tanto de verme como Jefatura de estudios”.

“¿Cuándo llega la profe?” Soy yo

Y es que los centros están acostumbrados a tener una plantilla de personal cubierta por los mismos profesores de siempre. Por eso, cuando llega “la nueva” a algunos les resulta extraño: “Me ha pasado muchas veces que, como soy de las más jóvenes y bastante bajita, me han visto por el patio en horario de clase con el móvil y me han mandado al aula. ¡Pero si soy profesora!” se ríe Julia.

Porque si algo sacan en claro las dos maestras es que podrían llenar la mochila de anécdotas que les han sucedido al llegar a sus respectivos colegios. Eva, que empezó la sustitución en Pamplona y luego cubrió otra plaza temporal en Madrid, sabe lo que es aterrizar con un acento nuevo en el centro del país: “Al escucharme hablar con entonación gallega los alumnos me preguntaban si era argentina. Y yo me reía ¡si no tiene nada que ver!”.

Aunque a veces las confusiones vienen desde el otro lado, y es el propio profesor nobel el que se confunde: “Me pasó nada más llegar, cuando me enseñaron el instituto” explica Julia “Mientras me llevaban por las instalaciones me dijeron que tenían una psicóloga gratuita, por parte del ayuntamiento. Me ilusioné, me pareció muy útil y le pregunté cómo podía conseguir cita. ‘Es para los alumnos...’ me dijo. En mi defensa diré que después de lo que me costó conseguir la plaza  le veía mucho sentido a un acompañamiento psicológico para todo este proceso” termina.

Hay una comunidad muy interesante de profesores que comparten herramientas para preparar la gramática.

Hay una comunidad muy interesante de profesores que comparten herramientas para preparar la gramática. / Shutterstock

Las dos tienen claro que esta es la verdadera oposición, fuera de idealizaciones y de lleno en la realidad: alumnos que no quieren ir a clase o colegios con menos recursos, navegar todo eso es la verdadera vida del profesor. Y lo tienen todo planeado: Eva ya está esperando su destino definitivo y Julia quiere aprender todo lo que pueda este curso para sacarse la plaza fija el año que viene y quitarse la etiqueta de interina: “Es mi plan y estoy segura de que será así, estoy aprendiendo muchísimo y solo llevo un mes. Te da unas tablas tremendas.”

Estudiar para enseñar: el camino de la vocación y las prácticas

“Simpre me ha gustado la docencia, aunque tardé en tener claro qué etapa o qué asignatura quería enseñar” explica Eva. “Me decidí en 1º de bachillerato cuando me llevaron de excursión a conocer la Facultad de Ciencias del Deporte y la Actividad Física de A Coruña. Me encantó y decidí que quería ser profe de EF”.

Así, antes de trabajar en institutos, previo a conseguir sustituciones o interinidad, Eva combinó el estudio de las oposiciones con entrenamientos de baloncesto a niños pequeños: “También preparación física a grupos infantiles y cadetes. Además las prácticas de la carrera también las hice en un instituto de A Coruña, y ahí fue donde me di cuenta de que realmente sí que me gustaba esto para el futuro”.

A Julia le pasaba al revés, sabía el qué, pero no el cómo. En su caso quería dedicarse a los idiomas, pero no necesariamente bajo el filtro escolar: “¿Siempre quise dedicarme a la enseñanza? Pues la verdad es que no. Yo me metí en Traducción e Interpretación queriendo ser traductora editorial. Pero durante la carrera, un poco por vocación y mucho por entretenerme, me puse a dar clases en un voluntariado a niños sin recursos. Disfruté muchísimo la experiencia. aunque seguía sin querer dedicarme a ello profesionalmente en un futuro. Más tarde empecé a dar clases particulares al hijo de un conocido que tenía problemas con Inglés y Lengua Castellana. Y ahí empecé a planteármelo poco a poco... tanto que me metí en el Máster de Profesorado. Fue durante las prácticas cuando me di cuenta de que era muy divertido vivir el instituto desde el otro lado y ver todo lo que no veía de alumna ¡es que soy un poco cotilla!”

Corregir exámenes y preparar clases: “Entre profes nos ayudamos”

“No sé si es que soy muy generosa puntuando o muy generosa haciendo preguntas, pero les puse un examen sorpresa porque se portaban mal y han aprobado casi todos... igual tengo que ser más dura” se ríe Julia, cuando empezamos a hablar de la parte más seria de la profesión:preparar las clases y evaluar a los alumnos. Confiesa que aún no tiene un método de preparación de clase muy afianzado, ya que antes estaba acostumbrada a trabajar para academias “pero esto es un mundo radicalmente diferente:grupos más grandes, horarios distintos... Yo hacía mucha dinámica de juego, y claro, en un instituto no puedes hacer demasiado ruido, porque molestarías a la clase de al lado.”

"Me di cuenta de que era muy divertido vivir el instituto desde el otro lado y ver todo lo que no veía de alumna ¡es que soy un poco cotilla!”

Aún así intenta combinar parte teórica con juegos que interrumpan la actividad: “si les cambias cada poco tiempo lo que hay que hacer están mucho más metidos y despiertos”.

Juegos, fichas power points... pero la estrella son los recursos online: “funcionan muy bien y hay una comunidad muy interesante de profesores que comparten herramientas para preparar la gramática”.

"Igual debería ser un poco más dura corrigiendo"

"Igual debería ser un poco más dura corrigiendo" / Shutterstock

Julia sigue repasando todas las cosas que le gustaría hacer cuando se instale del todo en su nuevo colegio, pero Eva lo afronta todo con la tranquilidad que da la experiencia: “Al principio me costaba muchísimo más, me llevaba más tiempo. Pero con el paso de los años vas cogiendo mucha más soltura. Y sobre todo te das cuenta de que muchos materiales se pueden reutilizar de un año al otro” sonríe.

Aunque una parte muy importante para el éxito son los alumnos: “Estoy muy contenta con los míos, son educadísimos, y en la mayoría de los grupos el nivel físico es muy bueno, por lo que creo que podremos hacer ejercicios muy chulos”.

“El mejor regalo es que aprueben todos... y una plantita”

Es imposible no crear un vínculo con personas que vemos todos los días, durante varias horas. “Para nosotras ellos son importantes y se crea una especie de relación ‘afectiva’, sus preocupaciones se convierten en las tuyas. Y ellos ven en ti un apoyo. Son niños y quieren ser ayudados” explica Julia, que además es tutora de un grupo de 1º de la ESO, por lo que la relación es más estrecha. “Además enseño a otro grupo en el mismo curso, a 4º de ESO de Diversificación y a un grupo de bachillerato”. Ese es el que más problemas le está dando “Son los más rebeldes y me he tenido que poner firme” se ríe “Si este curso ya no es obligatorio ¡estáis aquí porque queréis!”

Eva enseña en todos los cursos que tienen Educación Física, menos en primero, hasta bachillerato: “Pero el centro no tiene muchos grupos, A y B por curso. Aún así doy bastantes horas y por eso no soy tutora. ¡Ya llega con ser Jefa de Departamento!”

Y todos esos estudiantes también guardan un bonito recuerdo de los profesores y profesoras que los marcan, por eso a final de curso llegan los abrazos, los buenos deseos y... sí, también los regalitos que hacen tanta ilusión: “Son detalles que se agradecen mucho, porque te das cuenta de que valoran el trabajo y que te han cogido cariño” explica Eva, a quien le pedimos que enumere los que más ilusión le han hecho: “Me han regalado rosas de chocolate, notitas, bolis…”

Julia observa con la inocencia de alguien que no ha vivido aún ese final de curso: “Bueno, a ver, si tengo que pedir un regalo sería que terminasen el año aprobando todos con buenas notas, que me dijesen que ahora disfrutan del inglés... Pero si nos ponemos a pedir también me gustaría una plantita para poner en el departamento”, explica mientras ríe: “Una suculenta, por ejemplo, alguna que no haya que cuidar demasiado, que soy muy torpe... y ya tengo muchos alumnos que vigilar”.