Cambios de programas. Ratios que parecen irreductibles. La inclusión de nuevas tecnologías para un profesorado envejecido y unos nuevos docentes con la precariedad como acompañante en sus primeros años de trabajo. La vuelta de una pandemia que los colocó en el punto de mira de pruebas y modos de actuación y la responsabilidad de educar en este ecosistema a las nuevas generaciones.

Sin duda, el caldo de cultivo perfecto para los niveles de estrés entre el profesorado más altos hasta la fecha. Pero ¿hablamos de algo nuevo o simplemente ahora le prestamos algo más de atención?

Según un informe del sindicato de profesores ANPE, el 77% de los docentes atendidos durante el curso 2020-2021 presentaban ansiedad, frente al 73% del curso anterior, confirmando una tendencia a la alza, especialmente acusada por la pandemia.

Los niveles de depresión se sitúan en un 11% y las bajas relativas a la salud mental alcanzan el 10%.

¿Cuáles son los principales causantes de esta ansiedad? 

Falta de medios y recursos

La pandemia fue complicada porque salieron a relucir situaciones y necesidades que existían, pero que no se habían planteado hasta ese momento: falta de formación, de medios y de recursos. “No meu caso (Laura, tutora de aula de educación especial) era imposible. Necesitábamos - e seguimos necesitando - implicación das familias. Moitas non o fan, outras non poden e, ao final, non é a súa responsabilidade”.

“A veces hay malos grupos que no dejan dar la clase y te faltan al respeto”

Y es que a la falta de recursos materiales (tecnológicos, instalaciones y económicos) se le suma la falta de recursos humanos: “faise imposible traballar cos ratios en aulas que temos agora: 25 nenos para un profesor, e se ademais algún deles ten necesidades especiais, é imposible.”

Por otro lado está la naturaleza de cada aula: “A veces hay malos grupos que no dejan dar la clase y te faltan al respeto” comenta Fernando, profesor de inglés “y eso también afecta y genera ansiedad, aunque con el tiempo aprendes a poner distancia y sobrellevarlo, siempre que sea en una clase puntual. Si la tónica general es así, que también pasa, es fácil salir del trabajo llorando, y me ha pasado tanto a mí como a compañeros”.

Incertidumbre

Precisamente la falta de medios afecta también a los profesores que aún no han logrado su plaza fija. “Saquei a praza o ano pasado, pero é certo que ata entón, ese era outro dos engadidos para pasalo mal: non saber. Nun centro es profe de música, noutro profe de galego. E no caso da educación especial, con todos os cambios lexislativos, a incertidume crece aínda máis”.

“Non vai cambiar só con que os profesores vaian a terapia. Non poñamos unha tirita na ferida”.

Algo que va muy ligado a las malas condiciones económicas: “En verano no trabajo porque mi contrato es fijo discontinuo, y por lo tanto tengo que ir haciendo malabares a lo largo del curso para poder pasar sin problemas los meses sin clase”.

Carga de trabajo

Los maestros se ven superados porque su jornada de trabajo se extiende fuera del horario laboral, hay mucho más que hacer en casa: “No tengo descansos. Si tengo cinco horas de clase son seguidas, cuando acaba una empieza la siguiente, y tener que afrontar el día sabiendo eso también es muy desesperante. Además, la preparación y las correcciones las tengo que hacer en horario no laboral (por supuesto no pagado).

Y al tratarse de un trabajo vocacional, se genera un sentimiento de culpa y una mezcla de emociones complicada de gestionar: “Chego a casa e quero descansar, pero tamén quero ter as cousas listas para que o día seguinte todo funcione”. 

Presión y responsabilidades

Y es que la enseñanza es un pilar fundamental en la educación (valga la redundancia) de las personas.

Una tarea que consiste en críar y convertir en adultos funcionales a 25 alumnos cada día “cada un coas súas necesidades e particularidades, sen axuda. Ti para os nenos es un referente”.

La presión y responsabilidad de tener que críar a niños tan pequeños, bajo el escrutinio de sus familias, es otro de los motivos causantes del estrés de los docentes: “Só queremos facer ben o noso traballo".

Un problema marginado y sin soluciones prácticas

“Non se quere tratar, non interesa, somos uns ‘aparcanenos’. E se non se fala de algo, é coma se non existira”.

Así sentencia la propia Laura cuando le preguntamos si, por fin, en una época donde la salud mental es tema principal de los telediarios, la ansiedad entre los profesores está recibiendo la atención que se merece.

“Cada vez hai mais concienciación entre os propios mestres, no senso de que si, nos claustros falamos destas situacións, compartimos que imos ao psicólogo. Pero fóra? Non moito.”

En la búsqueda de causas y soluciones, la cuestión mira más hacia la necesidad de mejorar las condiciones actuales de los docentes: “Non vai cambiar só con que os profesores vaian a terapia. Non poñamos unha tirita na ferida”.

Y es que la solución es estructural, y dependerá más de un cambio en el trato al empleado, la estabilidad de su situación y mejores condiciones económicas y de trabajo