¿Se puede aprender de la máxima maldad?

Manuel Vázquez de la Cruz

Las guerras a veces enseñan. La maldita invasión de Ucrania mostró claramente la falta de ordenación del territorio español dejando al desnudo la visión de un país sin la agricultura necesaria para sostenerse en momentos difíciles y una ganadería acientífica.

Por profesión tuve que experimentar cultivos que con otras formas de producción descargaban trabajos y aumentaban las cosechas. Pero los listillos con poder entendieron que se podía hacer aceite de girasol sin sembrar esta planta y también lo mismo con la soja, colza y maíz. En otras palabras que trabajar la tierra, cuidarla y conservarla no iba con ellos.

Que inventen otros, sentenció Unamuno con desprecio hacia a lo que estaba pasando en su tiempo en España. Que cultiven ellos se dice desde hace años.

Nosotros en Ucrania y Rusia compramos cereales y oleaginosas para granjas y fábricas. “Los girasoles”, la película de Sofía Loren y Alfredo Mastroniani nos enseñó superficies inmensas con este cultivo.

Cuando la vi estaba experimentando variedades de girasol, maíz, centeno, tríticale y colza. Unos americanos de origen italiano lo hacían con soja en unas laderas de Forcarei.

Supe que su cultivo era posible y rentable.

En la zona de O Rosal con mi amigo y compañero José Pérez Varela experimentamos maíces híbridos simples de diferentes ciclos. En una de las variedades conseguimos más de 14.000 kilos por hectárea de grano.

Siempre creí que el aceite adulterado de colza, un cultivo sin problema, había roto unas buenas perspectivas. Ahora creo que estaba equivocado. Hubiera sido igual. Estamos en un país donde importa el dinero ¡ya! por encima de la tierra, el medio ambiente, el futuro…

Pienso que querer que España tenga una agricultura que produzca cereales (en una medida razonable a su necesidad para alimentar personas o animales), oleaginosas para fábricas de aceites, pastos para alimentar animales de los que salga carne o leche es como no hacer caso a Unamuno y a su sarcástico “que inventen ellos”.

Todos los granos pueden venir importados con su precio de dumping de diferentes países por eso que planifiquen ellos, que trabajen el campo ellos. Nosotros haremos macrogranjas y si hace falta contaminaremos ríos, fuentes, suelos y somos el establo de Europa.

Pero con ese dumping, del que se aprovechan los que así se expresan, un agricultor de la meseta española labrando, sembrando y cosechando sesenta hectáreas de cereal no puede vivir y se vaciará el campo. Más tarde habrá latifundios y quizás cesen las importaciones primadas: los holding.

Ahora se deja a veces sin recoger girasol como cuando “el invento del lino” de una ministra, se labran tierras que no se cultivan, en Galicia hay eucaliptos hasta en los nacientes y en suelos mantenidos fértiles durante cientos de años por agricultores de verdad.

Que inventen ellos, que siembren ellos, que planifiquen ellos…nosotros somos muy listos y hemos aprendido que el dinero lo generan las macrogranjas y cosas parecidas como enormes parques de generación solar encima de las tierras más fértiles.

Un país sin agricultura protegida corre el riesgo de convertirse en un monstruo sin cabeza.