Non son nada.

Nunca serei nada.

Non podo querer ser nada.

Aparte diso, teño en min tódolos soños do mundo.

Fernando Pessoa

Éramos los habituales en aquella tertulia conmemorativa. Durante muchos años no se habló de política porque la dictadura solo nos dejaba hablar de la suya. Cuando se pudo se habló con respeto a todos porque sabíamos que allí había de todo; también creíamos que educación.

Este año teníamos como tema “En cómo y qué se cultivaba en la Edad Media”. En un momento yo dije que un trabajador de la tierra era un sabio. No era nada nuevo y lo he repetido muchas veces. Vi extrañado malas caras. El portugués a mi lado me dijo bajito “O fascismo non se foi. O anonimato das redes sociais fai valentes aos piores”

Pensé que efectivamente en esos sitios se fomentan muchas veces “consignas” extremas. Hay quien vive de trasmitirlas.

Durante el almuerzo hubo muchos silencios pero al finalizar tres de quince comenzaron a hacer chistes de las feministas y una y otra vez les llamaron FEMINAZIS.

Calmosamente un amigo mío les preguntó a quiénes se referían y siguió: “a mujeres inmensas que fueron objeto de la admiración del mundo o a otras que fueran guardianas nazis de campos de concentración que horrorizaron a cualquier alma con un mínimo de bondad. En España también las hubo en las prisiones franquistas.

¿Con esa palabrita os referís a Clara Campoamor o Eva Braun?

Compañeros de almuerzo, nos estáis atragantando la comida, no tiene gracia el chisme ni vosotros repitiéndolo una y otra vez.

Para mí ha sido la última reunión, quédense (sorprendentemente pasó al usted) con sus chismes y resuciten si pueden a las nazis ajusticiadas que no permitirían que llamen feminazis a las feministas. Incluso en el otro mundo serán malignas, pero más coherentes que ustedes. Quizás a las mujeres feministas las meterían en un campo de concentración, pero sabrían poner más ajustados los sobrenombres. Odiar odiaban como ustedes.

Los inventores de esa palabra son siempre el insulto, la violencia, la mentira, la consigna, el odio y el viva la muerte. Lo que ustedes representan jamás será el razonamiento, la paz, la cultura, el amor… márchense de nuestras vidas y no envenenen a la buena gente. Nelson Mandela decía que es más fácil enseñar a amar que a odiar. Aprendan a amar y hasta sabrán poner sobrenombres con gracia y sentido”. Lo escucharon en silencio y quedaron los tres solos en el enorme salón.

En mi aldea, Ribadelouro, aprendí a conocer y admirar la sabiduría del campesino y su generosidad. Mi abuela preparó una noche la cena a dos hombres que huían de la muerte. Cuando se marcharon rezó por ellos (mi hermana Marita dice que Dios la escuchó), casi todos los días mandaba comida a dos mendigas, en su casa siempre estaba la puerta abierta y un pan en la mesa. Deseo que todos mis escritos sean en su memoria; en la mía ella está siempre. Se llamaba Angustias González González, amaba y jamás se le oyó insultar a nadie.

Gracias especiales a Eva, Judit, Lucía y Faro de Vigo. Las tres personas han sido mis jefas y muy queridas. En mi infancia todos los periódicos eran “O Faro”. Para mí lo sigue siendo.