He hecho un viaje y como aquí me he sentido perseguido por los mismos chismes. No sé si este gobierno es bueno pero me parece que es el que más chismorreos ha sufrido de la historia.

Un señor explicó que “a mis obreros les digo que yo tengo que pagar a la seguridad social para que esperen meses por una resonancia”. Redujo la seguridad social a solo una resonancia. Eso mismo lo escuché al día siguiente ya en Tui.

Allí callé, aquí… ya no. Volvía del Hospital Provincial, aguardé vez en una sala de espera cómoda y dentro de la dignidad que merecen las personas, me revisaron mis ojos, de los que fui operado de cataratas, con todo detalle. Recordé que hace años los enfermos humildes en Tui aguardaban sentados en las escaleras de las casas de los médicos y los otros en sala de espera. También como a los 21 años fui baja en la seguridad social. Mi familia pudo hacer frente económicamente a la enfermedad y me curé de una tuberculosis que hubiera sido mortal en otro enfermo sin recursos. Ahora habrá que esperar un poco, y no debía ser así, para que nos hagan una resonancia, pero nos la harán y nadie tiene que esperar en las escaleras de una consulta donde estaban y estarían los que trabajan en la industria, el campo, los servicios, los que no tienen recursos pero producen mercancías y hacen ricos a otros. La humanidad tendría que ser como una gran familia y al menos en los Estados nadie más debería morir por no tener atención médica. Se lo dije a la persona de aquí.

“Yo estoy informado y esto es una dictadura”, gritó y marchó gritándolo.

En otro lugar otra queja. El encargado de una finca donde hay una granja de perdices nos recibió con una cantinela contra el gobierno y la democracia. El caso es que hace años los propietarios de este tipo de explotaciones cruzaron hembras de perdices griegas con machos de perdices rojas como norma casi habitual. Esas hembras ponen muchos más huevos. Pero las repoblaciones con ejemplares cruzados dañaron a las camperas, degeneraron la raza y aparecieron enfermedades que diezmaron la especie autóctona. No sé qué gobierno dictó una medida por la que se debería hacer el ADN a las perdices madres de granja cada tres años. El hombre estaba enfadadísimo y hasta le echaba la culpa al “coletas” de aquella medida. Y gritó el correspondiente “¡yo estoy informado, esto es una dictadura!”.

En un lugar una persona dijo algo laudatorio sobre nuestro idioma: el gallego, la obra magnífica y conjunta de un pueblo. Tuvo una contestación tremenda de otra persona que decía que en España “solo el español”. Para este señor hasta Feijóo era un dictador que imponía el gallego y terminó con el consabido “¡yo estoy informado, esto es una dictadura!”

Si los amantes de una dictadura odian a un gobierno y al sistema hasta el punto de insultarlos con su propia identidad, es que nuestro modo de vida y los que nos mandan, con defectos sin duda, son justo lo contrario.

Pero con esta gente “informada” hay que tener los libros bien guardados. No es la primera vez que les prenden fuego.

Sus chismes sobre el feminismo son otra historia. Con ella daré fin a más de treinta años escribiendo mensualmente en FARO DE VIGO. Con pena, claro.