La naturaleza es patrimonio de la humanidad

Manuel Vázquez de la Cruz

Cuando en el mundo se crean bulos interesados y ocultan verdades, algo en la humanidad está fallando. Parece que resucitó el espíritu de Josefh Goebbels y su visión de que la mentira, por muy ridícula que sea, si se repite se hace verdad para muchos.

El trigo está subiendo de precio y muchas personas pueden quedarse sin pan. Cada vez se cultiva menos este cereal porque interesan más otros para piensos. La soja está robando oxígeno al planeta con talas indiscriminadas para en La Amazonía establecer su cultivo.

En nuestras tierras domina el eucalipto, la ganadería extensiva va a menos y ya no se siembra centeno. Con macrogranjas las explotaciones familiares dejarán de existir. Quizás las explotaciones “industriales” estén generando ahora mismo un grave problema en los precios de la leche que están cobrando los productores.

Todo se está ocultando y demagógicamente se cuenta que las macrogranjas pueden dar carne de peor calidad pero más asequibles para los más humildes. Y lo dicen enfáticamente políticos y personas que a lo mejor jamás pensaron en este segmento de gente.

Con las macrogranjas subirá mucho el pan y no bajará la carne. Habrá menos puestos de trabajo. Más aldeas vacías y ni la gente menos favorecida ni las capas medias de la sociedad vivirán en un buen medio ambiente.

Estos días recuerdo mi estancia en Holanda estudiando pastos y ganadería y me he vuelto a sentir en aquel pastizal con alisos (amieiros) en los límites de los pastoreos rotativos; he vuelto a ver aquel tractor arrastrando una ordeñadora y servidora de raciones de pienso justas para completar los pastos; me sorprendieron otra vez las vacas acudiendo a ser ordeñadas en el campo donde comían y vivían todo el año. Con el número de cabezas justo para no dañar la tierra, el agua y para que aquel prado no se perdiera nunca ni contaminara el subsuelo y las corrientes subterráneas del elemento en el que apareció la vida. Ciencia al servicio de la naturaleza y por tanto del bienestar animal y humano.

Estaba en Wageningen para estudiar una plaga producida por un insecto que existía en Galicia desde siempre sin hacer daño y quedó para siempre haciéndolo. Se llama típula, pone sus huevos en la materia orgánica, que hasta aquel momento no había demasiada en los prados pero algunos empresarios descubrieron algo parecido a las macrogranjas. Tenían muchas más vacas por hectáreas de las que sus tierras podían sostener. Las raciones de volumen las “importaban”. Purines a destajo amontonándose en la superficie de los prados. Mucha materia orgánica sin transformar para que la típula pudiera poner todos los huevos que quisiera, expandirse y hacerse plaga endémica. Utilizaron insecticidas, también a destajo, y mueren abejas y pájaros. Ese bando de estorninos muertos en plena ciudad de Lugo puede ser un mensaje de como los daños a la naturaleza se pagan. La naturaleza devuelve las maldades que se le hacen.

Lo más importante que enseñaban en Wageningen es que el número de animales que podrían sostenerse en una granja no debería sobrepasar nunca la capacidad del suelo para mineralizar sus deyecciones.

Una mentira “goebesslianamente” repetida, puede servir a los intereses obscenos del dinero contra la vida y a favor de los que quieren explotar, sin la mínima ciencia, la naturaleza.