Modesto Fraga | Escritor

“Tenemos en mente que lo más universal es Hollywood, y lo más universal es tu aldea”

“Ramón Marcote es una referencia de la cultura gallega injustamente olvidada”, afirma el autor del ensayo dedicado al histórico bibliotecario del Centro Galego de La Habana

Modesto Fraga, con la estatua de Valle Inclán.

Modesto Fraga, con la estatua de Valle Inclán. / Pepe Formoso

El Museo acogió un debate organizado por el Ateneo alrededor de la obra “Ramón Marcote. Obra en posa. Volume 1” del poeta y narrador Modesto Fraga, centra en el que fue el histórico bibliotecario del Centro Galego de La Habana y uno de los grandes defensores de la teoría del Colón pontevedrés.

–¿Quién fue Ramón Marcote?

–Un emigrante de Fisterra, que emigra a Cuba en 1898 y a pesar de ser una persona que marcha siendo casi autodidacta, sin formación ni estudios, pronto entra en contacto con la intelectualidad de la época y pasa a formar parte del Centro Galego como bibliotecario. A partir de ese momento se convierte en una figura de referencia para la cultura gallega desde La Habana, que en esos años era un foco muy importante para nuestra cultura y donde nace todo el sentimiento identitario de Galicia. Ramón Marcote tiene un gran protagonismo en la difusión de la cultura gallega.

–Entra muy pronto en contacto con la teoría del Colón gallego

–Sí, él era un lector voraz, a pesar de ser una persona con una formación autodidacta. Era de condición humilde, hijo de labradores y marineros, como era la Fisterra de la época, pero él siempre tuvo esa necesidad de leer. Al entrar en contacto con las obras de De la Riega y de otras personas él toma conciencia de la necesidad de reivindicar desde Cuba la figura del Colón galego. En ese momento articula una red muy importante a través de los comités pro Colón español en los que pone en contacto e implica a mucha gente, convoca certámenes, organiza charlas, coloquios, envía miles de cartas para que la gente tome conciencia de esa realidad.

–Afirma que quedó muy impresionado con la figura de De la Riega, artífice de la hipótesis

–Quedó muy marcado porque él como gallego emigrado el hecho de estar en América, de que fuese un gallego como él el que también hubiese llegado a ese continente, sentía casi como una necesidad imprescindible reivindicarlo. Sentía que “esta persona es como yo, viene como yo, de Galicia”; y tuvo esa sensibilidad que encajaba mucho con el discurso de De la Riega y con no tener esos prejuicios de sentirnos como si fuésemos menos que nadie, ese complejo gallego de que parece que hay que valorar al otro, lo que es del otro lado, si es nuestro vamos a ponerle piedras en el camino. En ese sentido Ramón Marcote fue un embajador de la tesis del Colón gallego, impulsada por un gran pontevedrés como De la Riega.

–Pocos años después de la muerte de De la Riega hace un libro en el que reivindica la teoría

–Efectivamente, ese libro se titula Colón pontevedrés y lo publica en 1920, pero él ya desde 1917 publicaba esos artículos en las principales cabeceras de la prensa en Cuba, en Galicia, Heraldo, Vida gallega, Cultura gallega… En los periódicos más importantes publica esos artículos, y al final decide compendiarlos en ese libro, Colón pontevedrés, donde da un paso más y ya no era solo la identidad del Colón gallego, sino situarlo en concreto en la provincia de Pontevedra. Para él era evidente: estaba en la toponimia, en el habla de Colón, en los documentos pontevedresesHabía demasiadas pruebas que había que poner ya sobre la mesa y arrojar luz sobre ese tema. Es un libro muy interesante.

No podemos olvidar que la Real Academia Galega nace en La Habana, se funda aquí con dinero de Cuba. También en Cuba se iza la bandera gallega por primera vez, se entona el himno por primera vez, se publica Follas Novas de Rosalía, la Historia de Galicia de Murguía… Todo lo que tiene que ver con el carácter simbólico de Galicia nace en La Habana, y eso se lo debemos entre otras personas a Ramón Marcote

–Insiste en que es una figura injustamente olvidada

–Totalmente, Ramón Marcote es una referencia de la cultura gallega injustamente olvidada y no es por casualidad.

–¿A qué se debe esa desmemoria y que no sea reivindicado como otros autores?

–Creo que es porque él apoyaba a De la Riega, que a su vez tenía un conflicto personal con Murguía. Éste era el patriarca en ese momento, digamos quien controlaba el canon, y por una cuestión persona entre ellos hubo esas discrepancias, hubo esa tensión que hoy está totalmente demostrada, a pesar del respeto que se tenían entre ellos porque eran dos historiadores reconocidos. El hecho de quien controló el canon fue Murguía explica la marginación tanto de De la Riega como de sus seguidores. Lo que no pensaba Murguía es que De la Riega tuviese tanto predicamento y que a través de los comités impulsados fundamentalmente en América la tesis del Colón gallego estuviese en auge durante décadas.

–¿Por qué Murguía, entonces presidente de la Real Academia Galega, se oponía a la tesis de De la Riega?

–Por su sensibilidad a favor de la identidad celta como marca diferencial de otras culturas, que le vino bien a la cultura gallega. Chocaba un poco con la otra postura que defendía De la Riega, que no negaba el celtismo pero que reconocía otros sustratos. De hecho ahora yo creo que es unánime esa postura, que es que Galicia tiene evidentemente vestigios que nos vinculan con la cultura celta pero también con otras, castrexa, romana… Hoy nadie cuestiona que tenía toda la razón del mundo De la Riega al diferir de la postura tan radical de Murguía, quizás en ese momento necesaria, no lo niego, pero que fue muy injusto. Y silenciar a De la Riega implicó también silenciar a una figura como Ramón Marcote, a pesar se ser tan determinante y que apoyó tanto a Galicia, porque no podemos olvidar que la Academia nace en La Habana, se funda aquí con dinero de Cuba. También en Cuba se iza la bandera gallega por primera vez, se entona el himno por primera vez, se publica Follas Novas de Rosalía, la Historia de Galicia de Murguía… Todo lo que tiene que ver con el carácter simbólico de Galicia nace en La Habana, y eso se lo debemos entre otras personas a Ramón Marcote.

–Puso en marcha la Biblioteca da Fisterranía, que rescata a autores poco conocidos ¿hay mucho talento gallego por descubrir?

–Sí, la Biblioteca da Fisterranía es para mi un proyecto muy importante porque creo en la frase de Cicerón de “habla de tu aldea y serás universal”. Tenemos en la mente el hecho de que lo universal es Hollywood o Nueva York, y lo más universal es tu aldea, lo que está cerca de ti, en el entorno más inmediato. La Biblioteca da Fisterranía evoca esos referentes culturales que forman parte de nuestra tradición y están ocultos, porque hasta ahora no se habían publicado debido a que los textos estaban ocultos o, simplemente, esos autores no habían editado obra.

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–Incluirá en la Biblioteca a Alejandro Finisterre, que es conocido por inventar el futbolín pero de su extensa obra como editor apenas se sabe nada

–La gente lo conoce por el futbolín, sí, pero fue un gran editor que impulsó el bum latinoamericano. Vargas Llosa, García Márquez, Ernesto Sábato, Carlos Fuentes publicaron sus primeros libros en la Editorial Finisterre en México. Se habla ahora también porque apareció correspondencia que indica que parece ser que tenía una relación, que está por probar, con Frida Kahlo. Yo tuve bastante relación con él en los últimos años de su vida, nunca me citó esa historia personal pero ahora salió la correspondencia de esa supuesta historia. Él era un aventurero, una figura importantísima, y me duele que la gente solo lo conozca por el futbolín porque él mismo decía, “con todo lo que yo hice”. Y es verdad: publicó cientos de libros, a los mejores autores, fue el albacea testamentario de León Felipe, se quedó con todos sus derechos; secuestró un avión, escapó del franquismo, llegó a Nicaragua y escapó de una dictadura. Después se fue a México, donde también fue perseguido. Fue un personaje apasionante, de película. Carmen Balcells iba a publicar sus memorias cuando murió y, claro, para mi es importante que se conozca que Alejandro Finisterre es mucho más que el inventor del futbolín. Y es que, claro, al final es el juego que se practica en todo el mundo. Lo que es la vida. Él patentó otros muchos inventos: cuando estaba convaleciente de un bombardeo en la guerra civil lo de pasar el papel con el pie, para la gente que no podía usar las manos, pero lo del futbolín fue lo más: la patente lo hizo inmensamente rico, dinero que gastaba en la edición. Era además un buen poeta, muy de vanguardia, trató a toda la generación del 27, y fue un gran republicano. También editó a Mario Moreno, Cantinflas.

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