X. A. Taboada / LA HABANA

En lo que fuera el Centro Gallego de la Habana, expropiado por el régimen castrista tras la revolución, el himno gallego volvió a sonar ayer, justo cien años después de estrenarse en ese mismo escenario. Fue un homenaje a la emigración, responsable de la autoría del himno y de la bandera de Galicia (ambos símbolos nacieron en La Habana), pero también se ofició como un cántico a la unidad de todo el pueblo gallego por encima de las diferencias ideológicas y creencias políticas. Fue una celebración de apenas 50 minutos de duración la dedicada al centenario del himno gallego que reunió en La Habana a representantes de la Xunta, del Parlamento, de los grupos parlamentarios y del Gobierno cubano, además de decenas de descendientes de gallegos.

Ahora el escenario se llama Gran Teatro de La Habana y parece que ha conseguido congelar el tiempo en su interior. Allí la Xunta organizó el acto para conmemorar el centenario del himno, incrustrado en un costoso programa especial de la TVG de seis horas de duración con conexiones con Buenos Aires, Montevideo, Salvador de Bahía y Barcelona.

Hablaron el presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, y el vicepresidente cubano José Ramón "Gallego" Fernández, y sus mensajes sonaron a lo mismo: que esta celebración tiene que ser entendida como una reivindicación de la unidad y la amistad. "Quiero decirles con la solemnidad que la ocasión lo requiere, que el himno gallego es un canto que simboliza la unión de todos los ciudadanos gallegos, sea cual sea su forma de pensar, sus opciones políticas y sus creencias en cualquier materia", declaró Touriño, instantes después de recibir la primera partitura que se conserva de una adaptación para orquesta de la pieza musical.

El presidente presentó además el himno, en un lugar como Cuba, como un preciado legado de quienes se sacrificaron y pasaron dificultades para que en Galicia y en España "reinase la libertad, la democracia y el autogobierno".

Las alusiones a la unidad que simboliza el himno fueron una constante en el discurso de Touriño. "Es una llamada a seguir profundizando en la edificación de un gran sueño colectivo por una Galicia más libre, justa y solidaria" o "estamos haciendo un ejercicio de identificación emocional que logra que nos sintamos más unidos y más fuertes alrededor de unas imágenes que todos hacemos nuestras" fueron fragmentos de la intervención del presidente.

Como es habitual cada vez que se encuentra con la diáspora, Touriño no dejó pasar la oportunidad para declarar que la deuda con la emigración nunca podrá ser saldada. Sus palabras las escuchaban descendientes de gallegos, pero también los diputados del PP, Miguel Santalices; del PSOE, Ismael Rego; y del BNG, Xosé Ramón Paz Antón, y el vicepresidente del Consejo de Estado de Cuba, Carlos Lage, el actual hombre fuerte del Gobierno cubano.

"Gallego" Fernández declaró el acto como "histórico", pero también "de gran amistad y de satisfacción para los cubanos y los gallegos" que debe contribuir, añadió, a reforzar los lazos entre ambas comunidades".

Pero el vicepresidente cubano también quiso recodar la importancia que tuvo la emigración gallega en la historia de la isla. Comentó que llegaron a Cuba para mejorar sus condiciones de vida, pero que formaron sus familias y se comprometieron con el país al "combatir en la lucha de Cuba por su independencia en una y otra época".