La dependencia de los “leirapakings” en Cangas

Los visitantes a las playas esta Semana Santa se encontraron con estos aparcamientos cerrados y volvió el caos a los arenales

Uno de los “leirpakings” de Nerga, en una foto de archivo.

Uno de los “leirpakings” de Nerga, en una foto de archivo. / GONZALO NÚÑEZ

La Semana Santa puso de manifiesto la dependencia que tiene Cangas de los denominados “leiraparkings”. La mayoría de los vehículos que se acercaban a los arenales estaban mal aparcados y la Policía Local tampoco quiso hacer sangre, precisamente porque gran parte de estos aparcamientos temporales en suelo rústico estaban cerrados. El buen tiempo que nos regaló la Semana Santa hizo más visible la necesidad de regular de alguna forma la situación de los “leiraparkings”, que acostumbran a abrir y sus dueños cotizar a autónomos durante la temporada alta de verano.

La Semana Santa puso de manifiesto la dependencia que tiene Cangas de los denominados “leiraparkings”. La mayoría de los vehículos que se acercaban a los arenales estaban mal aparcados y la Policía Local tampoco quiso hacer sangre, precisamente porque gran parte de estos aparcamientos temporales en suelo rústico estaban cerrados. El buen tiempo que nos regaló la Semana Santa hizo más visible la necesidad de regular de alguna forma la situación de los “leiraparkings”, que acostumbran a abrir y sus dueños cotizar a autónomos durante la temporada alta de verano.

El buen tiempo atrajo la semana pasada mucha gente a las playas de Cangas, que se encontraron sin sitio para aparcar y se marcharon con alguna multa de la Policía Local, que en esta ocasión no fue tan severa como los meses de verano, precisamente porque era consciente de que los “leiraparkings” estaban cerrados. La situación que se vivió no fue parecida a la de 2014, cuando las inspecciones de trabajo colapsaron la parroquia de O Hío, primero, y el centro de Cangas, después. La mencionada medida obligó a cerrar a todos los propietarios de estas fincas en suelo rústico que hacen de aparcamientos. La dependencia que tiene Cangas con los “leirapakings” es absoluta. Son fundamentales para regular la circulación, para facilitar el acceso a las playas de los equipos de emergencia y ambulancias. De otra manera, la Policía Local tendría que estar de forma perenne en los arenales, para defender palmo a palmo estos espacios, que, por mucho que se señalicen, siempre se ocupan.

La Xunta de Galicia se afana por mantener la situación irregular de estos aparcamientos, mientras el sector clama por ella. Recuerda lo que sucedió con los furanchos, que en la época del gobierno bipartito de la Xunta de Galicia, cuando regularizó estos establecimientos. Desde las administraciones municipales consideran urgente esta regularización, incluso la consideran más necesaria y que comportaría mucho menos críticas que las que sigue generando la regularización de los furanchos. Como asegura el sector y la propia administración local, los “leiraparkings” no generarán nunca críticas de competencia desleal. La Ley de Suelo de Galicia deja pocas posibilidades al Suelo Rústico y las fincas que sus dueños dedican a esta tareas realmente es porque no pueden dedicarlas a muchas más cosas.

En esta situación alegal, los dueños de los leiraparkings siguen presentando solicitud del permiso al Concello de Cangas y, éste, por su parte, no contesta. Y es que la administración municipal no puede dar permiso para una actividad que no existe oficialmente. Las inspecciones de trabajo realizadas en el año 2014, lo único que consiguieron, además de provocar un caos en las playas de Cangas ese verano, fue que los dueños se vieran obligados a darse como autónomos durante tres meses. Pero Trabajo sigue en alerta, ya que muchas veces estas fincas están gestionadas por personas que están en paro o jubiladas. Al gobierno local le gustaría que hubiese más “leiraparkings” para ayudar así a controlar mejor el tráfico en zonas de playa.

Las muchas multas que pone la Policía Local de Cangas durante el verano sirven para aliviar las arcas municipales, pero no solucionan el problema que hay de fondo: el de la falta de espacio para aparcar. Otra vez más, la economía subterránea se convierte en un salvavidas para familias y para la propia administración.

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