En Cangas, centenares de familias con niños y niñas ramo en mano escoltaron la figura de Jesús a lomos de la Borriquilla, que partió a las 11 de la mañana de la excolegiata acompañada de la Banda de Gaitas María Soliña y los miembros más jóvenes de cofradías y hermandades. Recorrió varias calles del Casco Vello hasta los jardines de Félix Soage, donde se ofició la multitudinaria bendición a cargo del párroco, Severo Lobato. La organización había previsto celebrar el acto en el templo parroquial, si la meteorología no acompañaba, pero el sol lució radiante durante toda la jornada y animó a disfrutarlo al aire libre en una festiva jornada de trajes y fotos
Eso sí, la comitiva pasó algunos apuros para salir de la calle San Xosé, donde un gran banco de piedra dificultaba el tránsito y obligó a levantar a pulso el paso procesional para sortear el obstáculo. Luego avanzó hacia la alameda, la bordeó por Eduardo Vincenti y Montero Ríos y enfiló el palco por el pasillo abierto por el público, que buscaba la instantánea junto a la emblemática imagen. El cura inició el responso, levantó el hisopo con agua bendita y la esparció entre la multitud, que irguió los brazos con los ramos –muchos florecidos de caramelos y chuches– en actitud de alcanzarla. Finalizado el acto de la bendición, la procesión de la Borriquilla volvió al templo subiendo la cuesta de la calle Real para celebrar la misa de la Pasión del Señor en la excolegiata, donde por la tarde, a las 18.00 horas, partió el Vía Crucis infantil hasta el Cruceiro de Síngulis.
En la iglesia de O Carme, en Moaña, la misa acabó al mediodía y en el atrio había decenas de personas con sus ramas de olivo y palmas en el caso de los más pequeños. Varios fieles de todas las edades acudieron con traje propio de la Jerusalén de hace 2.000 años. El párroco, José Luis Muñiz, dio la bendición caminando entre todos los presentes. Después comenzó una procesión por la calle Ramón Cabanillas para regresar al templo parroquial, dando así por inaugurada la Semana Santa moañesa. La bendición de ramos también se celebró en otras parroquias de Moaña, como el núcleo histórico de San Martiño, con las palmas luciendo en todo el recorrido hasta el cruceiro.
En Bueu la tradicional bendición de los ramos y las palmas fue en el entorno de la iglesia parroquial, pero con una novedad importante: no fue en el atrio, sino que se aprovechó la reciente inauguración del flamante parque público acondicionado sobre los terrenos del antiguo cementerio para trasladar allí esta ceremonia. El párroco, José López, se dirigió a las numerosas personas que asistieron, con muchos niños y niñas, a viva voz desde la escalinata de la parte superior del terreno. Desde allí inició la bendición y luego bajó al parque, recorriendo los senderos interiores para que nadie se quedase sin su bendición. De alguna manera, esta tradición también significó la bendición de un nuevo espacio público cuya historia está vinculada al sentimiento religioso.