La procesión de los Dolores, que culminaba el viernes festivo en Cangas, no terminó su recorrido por culpa de la meteorología. A las nueve y media de la noche, treinta minutos después de arrancar desde la excolegiata, los participantes empezaron a mirar al cielo con creciente preocupación y la lluvia hizo acto de presencia. El séquito de costaleros, fieles y representantes políticos hizo ademán de seguir, pero tuvo que dar media vuelta a la altura de los jardines de Félix Soage y regresar al templo parroquial a paso ligero, frustrados por no poder completar el itinerario previsto.
“Tardaron tanto en salir que al final nos fastidia la lluvia”, comentaban, resignados, varios devotos al comprobar que el séquito religioso optaba por volver a la excolegiata, que la fina lluvia que había empezado a caer iba a más y el despliegue de paraguas confirmaba que los pronósticos meteorológicos fallaban. “¡Regresamos, paso ligero!”, se escuchó entre los costaleros, que cumplieron la orden de inmediato para evitar que la imagen de la Virgen de los Dolores y sus propias vestimentas pudieran verse afectadas. Tras ellos, los curas que oficiaban la ceremonia, con el párroco Severo Lobato al frente, los miembros de la banda Belas Artes, que ponían la música, y representantes de cofradías y de la Corporación municipal, con caras de resignación por el contratiempo.
Entre los cofrades, la presidenta de la hermandad de los Dolores, Sheila Lorenzo, y de la Coordinadora, Manuel Gil; y entre los políticos, solo tres concejales del PSOE (Eugenio González, Sagrario Martínez y Pilar Nogueira) y Aurora Prieto, ahora candidata de IU a la alcaldía. No había nadie del Gobierno local ni del PP en el séquito, aunque el edil popular Pío Millán sí asistió previamente a la misa solemne, fijada para las siete y media de la tarde y que se prolongó más de lo que algunos fieles deseaban. Así, la procesión salió del templo, a los sones del himno de España, y con la imagen de la Virgen arropada por centenares de espectadores y fieles, la mayoría mujeres y muchas de ellas con velas y cirios como señal de promesa o de favores concedidos. “No somos de misa diaria, pero sí tengo cosas que agradecer”, reconocía una de las devotas.
El cielo estaba encapotado, y las nubes se movían en actitud amenazante, pero las predicciones que algunos cofrades consultaban en sus teléfonos no daban lluvias hasta las dos o las tres de la madrugada. Fallaron. Al cumplirse media hora exacta de recorrido, cuando el paso procesional había completado la calle Real y enfilaba Eduardo Vincenti, el aire venía “lavado”, en expresión de un marinero que asistía a la ceremonia, y ya auguraba pocas posibilidades de completar el recorrido sin agua. No tardó en confirmarse que sus augurios eran más precisos que los partes oficiales. Las gotas de lluvia se hicieron visibles en los focos del alumbrado, el público abrió los paraguas y los costaleros de los Dolores dieron por rematada la procesión a paso ligero.
Exposición en la Capela do Hospital
“Historia dunha tradición: a Semana Santa canguesa” es el título de la exposición que ayer se inauguró en la Capela do Hospital, fruto del trabajo de Luis Martín Carnero Feijóo e Inés Costas Villar. Al acto asistieron también el presidente de las Coordinadora de Cofradías, Manuel Gil, miembros de varias hermandades y los concejales Mariano Abalo (ACE) y Francisco Soliño (PP), entre otros. La muestra, con imágenes, libros, trajes y una tabla manuscrita por Ignacio Cerviño en 1877, se adentra en el origen de estos cultos y su evolución a lo largo de los siglos, en Galicia en general y en Cangas en particular. La Semana Santa siempre formó parte del sentir de los cangueses y los promotores de la exposición abundan en que, más allá de la devoción religiosa, tiene relevancia histórica, artística y forma parte de la cultura popular. Los autores echan en falta un museo que albergue y ponga en valor las tallas de la Semana Santa canguesa, actualmente guardadas en viviendas y locales particulares