Enganchados por las artes marciales mixtas

Las MMA y el grappling son los deportes de combate de moda en los gimnasios y clubes de lucha gallegos. Jóvenes y adultos practican estas disciplinas, cuyo objetivo es derribar, luxar o estrangular al rival

Enganchados por las artes marciales mixtas

José Lores

Estamos ante el mayor bum de las MMA y el grappling, cada día recibo alumnos nuevos, tengo algunas clases ya saturadas”, comenta David Graíño, entrenador y fundador del Club Graíño, con sede central en A Coruña y filiales en diversas localidades gallegas. Las MMA (artes marciales mixtas) enganchan cada vez más adeptos encandilados por el efecto Ilia Topuria, el hispano georgiano campeón del mundo en peso ligero de la  UFC (Ultimate Fighting Campionship), la liga donde militan los luchadores más cotizados del mundo.

“En Galicia hay muchos clubes que hacen MMA y grappling, tenemos mucha gente con licencia a la que le gusta entrenar, pero que no compiten porque a nadie le gusta que le rompan la nariz”, comenta Pablo Pintos, director técnico de la Federación Gallega de Lucha y disciplinas asociadas. “Es un deporte de golpeo, no de agarre, y en el caso del grappling, el objetivo es luxar o estrangular a tu contrario”, explica este técnico, quien añade que a nivel gallego queda pendiente dar el salto a la competición que a nivel internacional regula la Federación Internacional de Luchas Asociadas (FILA) para las competiciones amateurs. El próximo mes de junio se celebra el campeonato de España, al que en principio no acudirá ningún representante gallego. Las zonas del Levante y, sobre todo, Canarias, son las que dominan los podios.

El circuito profesional, con menor nivel de protección para los deportistas y reglas más abiertas, depende de promotoras privadas y la practican pocos luchadores. En Galicia actualmente dos deportistas se están iniciando en ese mundo: la viguesa Sara Viéitez, que debutó en Miami el pasado septiembre, y el peleador de O Barco de Valdeorras Andi Canosa, quien se estrenó el mes pasado en su localidad natal en una velada organizada por su club, el Graíño.

 “Las MMA enganchan a mucha gente porque son muy completas, tienen un juego muy abierto y te permiten desarrollar la parte que se te dé mejor”, explica Ángel Lago, entrenador del Independiente MMA y Grappling, un club con sede social en Vigo y espacios de entrenamiento en Chapela, Mos y Mondariz. Dentro de estos dos deportes de combate distinguir, a grandes rasgos, tres prácticas: el striking (boxeo o golpeo), el derribo y la pelea en el suelo. En este última parte entra el grappling, que se podría traducir como agarre y que es una especie de mezcla entre judo, lucha y jujitsu brasileño. Al igual que las MMA se suele practicar con mono de licra, cuando se hace con kimono se denomina grappling gi y los agarres se efectúan por diferentes partes de la prenda, no directamente en el cuerpo del rival. “La mayoría de la gente viene con la intención de hacer MMA, pero se acaban decantando por el grappling porque ahí no hay golpeo”, dice Lago.

El perfil de persona que acude a uno de estos clubes o gimnasios es muy variado. “Entran bastantes chicos jóvenes y también gente de edad adulta a los que no les interesa competir. Vienen tanto hombres como mujeres, los deportes no tiene nada que ver con el género”, manifiesta Lago. La protección del deportista es la prioridad para los entrenadores de estas modalidades deportivas de contacto. “Tengo dudas sobre sin mandar a alguno de mis peleadores al campeonato nacional, el entrenamiento es bastante estricto y en una competición, si pierdes, puedes acabar muy mal”, declara Graíño. “Con la pandemia se fueron la mayoría de los deportistas que llevaban más tiempo con nosotros, ahora tenemos mucha gente nueva pero aún no queremos mandar a nadie a competir” porque aún están muy verdes, manifiesta Lago, entrenador del Independiente junto a Javier Castro y a Pichel.

A un chico joven no le dejo ir a pelear a MMA solo, primero tiene que ir a grappling, tengo que ver que sale tranquilo, que no le da una bajada de cardio, que le tiren llaves y que palmea si pierde (tres palmeos significa la rendición); tengo que asegurarme que si va a pelear en MMA va aguantar los rounds”, explica Ángel Lago.

“Sparrings” en los clubes

Cuando un recién llegado entra por primera vez en el gimnasio, los primeros días se les mezcla con los veteranos que le pueden ir ayudando en lo básico: las posiciones más habituales, las sumisiones más sencillas y los golpes de boxeo que entran con más limpieza. Luego empiezan a trabajar técnicamente tanto el golpeo como el suelo. “Cuando más o menos dominan eso, pasan a hacer sparring, tanto en el suelo, rolando y practicando llaves de sumisión; como arriba, luchando primero con guante grande boxeo, de 16 onzas y luego, cuando ya se sueltan, con guantilla, que permite agarrar”, expone Lago.

Los sparring (simulaciones de combates con compañeros del club) han de ser al principio rápidos y suaves. “No tienes que pegar a doler ni dar golpes al aire por tirar, no te interesa hacer daño al compañero, que además se puede enfadar; si quieres pegar fuerte lo haces con el saco”, dice Lago. Cuando un deportista se prepara para una competición la intensidad sube y los sparring son más fuertes.

Minimizar riesgos

La violencia que se ve en los combates profesionales de MMA se minimiza en el caso de los amateurs y, en todo caso, se limita a los entrenamientos deportivos. “Si nos enteramos de que alguno se mete en líos fuera, aunque ya se haya sacado la licencia, tenemos la potestad de que no venga a entrenar”, comenta Lago, quien reconoce que en alguna ocasión les llegan personas interesadas en mejorar su defensa personal. “Siempre les decimos que puede que les dé mayor seguridad, pero que el enfoque no es ese, sino practicar un deporte en el que te lo pasas bien, donde nunca quieres hacer daño al contrincante y en el que cuando acabas la pelea le das la mano o un abrazo al rival, del que acabas haciéndote amigo. Más que un deporte violento, es un deporte de contacto, tiene golpeo pero hay luchadores que apenas golpean”, afirma Lago.

Las normas de la FILA para el circuito amateur persiguen causar el menor daño posibles a los deportistas, que han de ir siempre con tibieras para evitar lesiones y con unas guantillas regladas. El casco se acabó eliminando porque resultaba incómodo para los agarres en el cuello. Golpear con los codos es ilegal, algo que sí es válido en el circuito profesional, donde tampoco existe protección para las piernas. Para los amateurs más jóvenes existe una nueva modalidad establecida por la FILA que prohibe los golpes en la cara y en la cabeza.

Los pioneros del “Tudovale”

Tanto Ángel Lago como David Graíño, cuyas edades son de 42 y 47 años, respectivamente, se iniciaron en el mundillo de lo que hoy se conoce como artes marciales mixtas cuando era un deporte minoritario y prácticamente desconocido al que llamaban “Tudovale” y ambos tienen a sus espaldas una notable trayectoria de combates profesionales. Lago se inició de niño, a los seis años, en lucha grecorromana, deporte en el que se labró una carrera de éxitos. Hasta que se topó con el grappling y las MMA, entonces incipientes. “Al principio era difícil encontrar peleas, de hecho la primera que hice fue en profesional porque no me habían cancelado seis combates en Portugal y me fui a una promotora francesa”, relata. En el palmarés de este redondelano de Chapela figuran varios combates con rivales de la elite europea y mundial. Ahora se dedica a formar a otros luchadores en el club Independiente, cuya sede social está en Vigo pero se cambiara próximamente a Chapela, donde cuentan por primera vez con instalaciones propias.

David Graíño también tuvo una trayectoria como luchador en el circuito amateur, hasta que “llegó un momento en que tuve que decidir entre seguir con mi carrera individual o luchar para que este deporte se desarrollara en Galicia”, según relata. Se decantó por la segunda opción, fundó su propio club y llegó a ser seleccionador gallego de grappling y MMA . A falta de competiciones oficiales a nivel gallego, pues actualmente solo hay una docena de luchadores en condiciones de pelear y los cruces resultan imposibles por la diferencia de pesajes, organiza periódicamente concentraciones a nivel autonómico y veladas en las que se combinan combates amateurs y profesionales, la última de ella celebrada el pasado mes de febrero en O Barco de Valdeorras.

“Yo estaba en este deporte cuando nadie miraba para nosotros; ahora que está arriba todo el mundo quiere subirse al carro”, dice. “Tenemos que aprovechar este momento de auge; lo que venga después depende de lo que hagamos ahora”, añade.

Suscríbete para seguir leyendo