Artes marciales

El arte de llegar vivo a casa

David y Roxana Santos imparten clases de krav-magá a cincuenta alumnos

Yaron Lichtenstein, el gran maestro mundial, visitará la escuela de Vigo a finales de mes

Entrenadores y alumnos de la escuela viguesa.

Entrenadores y alumnos de la escuela viguesa. / José Lores

Armando Álvarez

Armando Álvarez

Imi Lichtenfeld ideó en los años treinta el krav-magá, una fusión de técnicas de lucha. Quería que los judíos de Bratislava supiesen protegerse de las bandas antisemitas que los asaltaban. David y Roxana Santos imparten hoy la evolución depurada de este arte marcial destinado a la autodefensa. Enseñan “cómo llegar a casa sanos y salvos después de una situación de violencia”. explica David. Un ejecutivo publicitario desencantado que ha encontrado su feliz vocación como instructor. Son ya medio centenar los alumnos de su Escuela Bukan Krav-Maga Vigo, inaugurada el pasado agosto. Quince de ellos se someterán en breve a un examen de nivel. Les entregará los diplomas Yaron Lichtenstein, fundador de la cadena Bukan, pupilo directo de Lichtenfeld y leyenda del mundillo, en su primera visita a Galicia.

Jamás hubiera adivinado David Santos qué derroteros tomaría su vida cuando en 2006, con 35 años, se mudó a Bucarest por trabajo. Necesitaba una actividad con la que liberar tensiones tras cada jornada laboral en su agencia de publicidad. Desde niño había practicado kung fu, alcanzando el cinturón negro. Pero le inquietaba específicamente la inseguridad. Decidió probar el krav-magá. “Había oído hablar de él y me llamaba la atención. Lo tenía muy presente como algo muy efectivo”, explica. “Descubrí algo totalmente diferente. Lo que había hecho anteriormente valía como deporte, pero no como defensa personal. En la calle no me iba a arreglar una situación de estrés”.

Roxana da instrucciones a algunas alumnas.

Roxana da instrucciones a algunas alumnas. / José Lores

Imi Lichtenfeld había destacado como luchador olímpico y boxeador profesional cuando los vientos procedentes de la Alemania nazi acentuaron la discriminación de los judíos eslovacos. Lichtenfeld acbaría huyendo del país en 1940. Emigró a Palestina. Y fue afinando su creación, que difundió primero entre las milicias de la Haganá. A la postre, el krav-magá se ha convertido en una seña de identidad del ejército israelí. A todos sus soldados se les inculca el conocimiento de una disciplina que “mezcla judo, aikido... De todo. Una de sus máximas es acabar con el enemigo de un solo golpe y volver a casa vivo y con salud. Es es la idea”.

David conoció en Bucarest a Roxana. Empleada en un tour operador multinacional, se unió al gallego en su nueva pasión. En Rumanía, que cuenta con una importante comunidad judía, ha cuajado el krav-magá. Serban Cantacuzinó ejerció de maestro de ambos. Allí conocieron también al israelí Yaron Lichtenstein, la gran referencia mundial desde el fallecimiento de Lichtenfeld, que visitaba con frecuencia el país. “Trabajar directamente con él ha sido un privilegio”, describe.

La vida trastocó aquella rutina. David, que ya tenía una hija de un matrimonio anterior, y Roxana se casaron. Nació Brais y decidieron criarlo en Galicia. El krav-magá se mantuvo al principio como una afición que practicaban por su cuenta. Hasta que David experimentó una crisis existencial. “El marketing es extremadamente estresante, sobre todo el digital. Tienes que estar en plena ola de lo que sucede en cada momento. Varían las aplicaciones, su estrategia, su algoritmo. Hay que estudiar e invertir mucho. Resulta complejo mantener una agencia con éxito. Las tarifas para una empresa pequeña no compensan”. Concluyó que debía cambiar de profesión cuando los clientes empezaron a exigirle campañas en TikTok. Impartir clases de krav-magá surgió como alternativa.

David Santos ejecuta
una  maniobra delante de un 
grupo de alumnos.   | // JOSÉ LORES

David Santos ejecutauna maniobra delante de un grupo de alumnos. / JOSÉ LORES

“Estamos muy contentos con la acogida”, resume sobre estos primeros meses de la Escuela Bukan Krav-Maga Vigo. David y Roxana cuentan con alumnos de 6 años y grupos de mayores de 65. “Cualquiera de cualquier nivel físico y edad tiene que poder hacer defensa personal, en mayor o menor medida”, asegura. “Ayudamos a personas que no tienen ningún tipo de coordinación; que padecen inseguridades, miedos. Nos llegan niños que sufren acoso, a los que pegan. Nos cuentan cosas que ni siquiera le dicen a sus padres. Ver cómo van levantando la cabeza y acuden más seguros al colegio, con otra estima, es muy satisfactorio; mucho más que un cliente de marketing”.

El krav-magá, aunque integrado por el Consejo Superior de Deportes en la Federación Española de Lucha, carece de una vertiente deportiva. “Es imposible que existan competiciones como en el kickboxing o el muay thai. No vas a romperle la rodilla o la nuez a un amigo o a un compañero de trabajo”, argumenta David. “Son técnicas muy enfocadas a defenderte. Cada vez tenemos más violencia en las calles, en las escuelas...”. Advierte, de igual manera, que la dosificación de la reacción es un aspecto fundamental: “Alguien te puede insultar, amenazar con pegarte... Eso es una persona agresiva. No somos agresivos. Sí respondemos cuando alguien nos pone la mano encima. Un mal empujón te puede enviar al hospital. No podemos permitirlo. Hay que tener mucho cuidado con la violencia”.

Solamente una vez recuerda David haber aplicado sus conocimientos a una situación real. Sucedió en una terraza de Bucarest, en la que estaba con Roxana. Una persona intentó golpear a los clientes. “Todo sucedió rápido. Gracias al entrenamiento salió bien”. El agresor se quedó en el suelo, doliéndose de un dedo roto. “Podía haber quedado peor si se hubiera querido pero la violencia hay que llevarla hasta un límite. Una regla en el krav-magá es ser suficientemente diestro como para no necesitar herir o matar”. A nadie hirió uno de sus alumnos, hace un par de semanas; empleado sanitario, sí que tuvo que inmovilizar al familiar de un paciente. “El tema de la violencia en los hospitales es cada vez más tremendo”.

Hay escuelas Bukan en Palma o Portugal, que Yavon Lichtenstein ya ha conocido. El 30 y 31 de marzo acudirá a la de Vigo, en su primer viaje a Galicia. Impartirá entrenamientos y distinguirá a los que suban de nivel, en un sistema de calificación equivalente al del judo (cinturones de colores y danes). David Santos destaca: “Su visita es algo muy especial”.

Anuncio de la visita de Lichtenstein

Anuncio de la visita de Lichtenstein / Cedida

La identificación del krav-magá con el ejército de Israel no provoca ninguna suspicacia o animadversión que David y Roxana hayan percibido. Ni siquiera desde el ataque de Hamas el pasado 7 de octubre y la operación de represalia en curso sobre Gaza, con tantos miles de víctimas. “Creí que me lo iba a encontrar, pero las personas son bastante inteligentes. Es como practicar taekwondo y preguntarse si procede de Corea del Norte o del Sur. O karate y que lo relaciones con que Japón invadió China hace 90 años”, reflexiona. “Lo que sucede allí es una desgracia evidentemente. Pero nunca he tenido ningún problema ni nadie ha dicho nada. Algunas escuelas tienen la bandera de Israel, como algunas escuelas de taekwondo la coreana, aunque nosotros, no. No pasa nada. Lo que todo el mundo admira es la efectividad y el resultado de este arte marcial”.

El discípulo predilecto del fundador

–Oye, abre una escuela en Vigo. Tan pronto como tengas una promoción interesante, voy. Santos recuerda bien aquella conversación con Yaron Lichtenstein. Su consejo en la encrucijada vital que afrontaba (“inmediatamente me puse manos a la obra”) y el compromiso que el gran pope del krav-magá cumplirá a finales de mes. “Supone un inmenso honor”, se ufana el vigués. Lichtenstein (Rehovot, 1953) casi trasciende su envoltura carnal. Difunde su magisterio y cose generaciones. Fue desde los 13 años el discípulo predilecto de Lichtenfeld, que llegó a entregarle la cinta negra del 9º Dan y lo designó como heredero. En Israel se ha erigido como héroe nacional. Durante la guerra del Yom Kipur le hirieron nueve balas y cayó prisionero. Asegura que las enseñanzas de Lichtenfeld le ayudaron durante su duro cautiverio. Ha apadrinado sucursales de Bukan en quince países de los cinco continentes.