A los pies de los caballos

Mañana es lunes (por fin)

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno.

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. / José Luis Roca

Rafa López

Rafa López

Tranquilidad, ya queda menos. Hoy terminan los cuatro días de reflexión de Pedro Sánchez y, probablemente, el único fin de semana cuyo final está deseando un gran número de españoles. ¡Que llegue ya el lunes! ¿Qué ocurrirá mañana? Estamos en ascuas. Queremos saber el final de la miniserie, pero no tenemos ni un mísero spoiler.

Nada hacía presagiar el giro de guion (o plot twist, como dicen los esnobs). Sánchez parecía la viva imagen de la despreocupación –y del desahogo– cuando el martes recibió al rey sonriente y con las manos en los bolsillos para la entrega del Premio Cervantes. Tan solo un día después publicó su “carta a la ciudadanía” y esa apariencia de tranquilidad se derrumbó como un castillo de naipes. Precisamente “Castillo de naipes” (“House of Cards”) se llama la serie en la que dicen que se ha inspirado nuestro presidente enamorado para montar este sainete. En ella, Frank Underwood, el político sin escrúpulos encarnado por Kevin Spacey, amenaza con dimitir como estrategia para ganar apoyos.

De momento no parece que la jugada le haya salido demasiado bien. Antes la prensa internacional no había ni mencionado las informaciones sobre Begoña Gómez, y ahora todos hablan de presunta “corrupción” para explicar la maniobra sanchista. Un “efecto Streisand” de manual. Encima “The Economist” le ha tildado de “drama king”. Al menos no le han llamado “attention whore”.

Almodóvar se echó a llorar como un niño con la carta de Sánchez. Vivimos en una etapa de la historia profundamente romántica, y lo que vende es el sentimiento y la lágrima, ya sea en la tribuna política, en “Operación Triunfo” o en “MasterChef”.

Ni siquiera la brevedad del este periodo en el que Sánchez nos tiene en vilo ha evitado que los abajofirmantes habituales del periodismo destepaís se unieran en una campaña de apoyo a su persona. No se mostraron tan indignados cuando dirigentes de Podemos pusieron una enorme lona con la foto del hermano de Ayuso en el centro de Madrid, y hasta una ministra de ese partido, Ione Belarra, llevó una camiseta con la misma imagen al Congreso de los Diputados. Nunca es el qué, es el quién.

Solo falta que Pedro Sánchez convoque una manifestación de adhesión en la Plaza de Oriente ante la conspiración de la derecha y la ultraderecha en la clase política, en contubernio con la confabulación judía en lo internacional.

Hay que hacer que se quede o se lleva el scattergories.

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