Entrevista | Nicolás Sartorius Abogado, político y sindicalista

“El capitalismo se ha expandido, la democracia no”

"Mi tesis es que el PP no es el heredero de UCD ni la continuación de Adolfo Suárez, sino de Fraga, de la Alianza Popular que no aprobó toda la Constitución y de ahí viene todo esto"

Nicolás Sartorius, esta semana en Vigo.

Nicolás Sartorius, esta semana en Vigo. / José Lores

Cofundador del sindicato CC OO, activo militante antifranquista encarcelado por la dictadura en varias ocasiones y diputado en las Cortes por el Partido Comunista e Izquierda Unida durante doce años, el abogado y político Nicolás Sartorius, de origen aristocrático, acaba de publicar a sus 85 años el libro “La democracia expansiva o cómo ir superando el capitalismo” (Anagrama). El pasado viernes recibió el premio Primero de Mayo de la Unión Comarcal de CC OO en Vigo.

– ¿Qué entiende por democracia expansiva y cómo ésta puede superar el poder del capitalismo?

– Se trata de expandir la democracia en horizontal y en vertical. Primero, geográficamente, por todo el globo terráqueo, porque la democracia en términos modernos , la social y del estado de bienestar, no está en la inmensa mayoría del mundo, solo en Europa, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Y verticalmente porque en el proceso de expansión de la democracia ha habido una época liberal, la de las libertades políticas, sociales, etc, otra fase ha sido la social, la del estado de bienestar, y ahora tenemos que pasar a un tercer nivel, el de la democracia económica. La Revolución Industrial fue fundamentalmente nacional – empieza en Gran Bretaña y luego pasa la hegemonía a Estados Unidos – porque la economía era acorde con mercados nacionales, pero con la Revolución Digital, que es muy disruptiva, saltan todas las costuras de las fronteras. De las cien empresas que dominan el mundo, diez controlan la globalización, con lo que el estado nacional donde se jugaba y seguimos jugando políticamente ya no vale, por eso hay que pasar a crear sujetos políticos globales, como ha estado haciendo la Unión Europea, a la que aún le falta seguir avanzando en el proceso de convertirse en federación. El capitalismo se ha desarrollado, como el universo, expandiéndose, pero la democracia no. Estamos en una situación precaria porque mientras las multinacionales juegan a nivel mundial ningún estado es tan potente, ni siquiera Alemania. Ese tipo de globalización ha sido exclusiva, con mucho perdedor y poco ganador; ha aumentado la desigualdad de manea enorme y curiosamente la diferencia entre países pobres y ricos no es tanta, por China y la India, que han acortado distancias, pero internamente sí ha aumentado. Hay tres mil multimillonarios a nivel mundial, la diferencia entre la gente más rica y la más pobre es abismal. Y la desigualdad cuando llega a un cierto nivel erosiona la libertad.

Vigo. Nicolás Sartorius

Nicolás Sartorius esta semana en Vigo. / José Lores

– ¿De alguna manera está proponiendo la quinta Internacional?

– El proceso debe ser primero de regionalización, es decir la Unión Europea por un lado, Mercosur, por otro, el mercado de Asia,... hay que ir creando regiones globales muy poderosas que puedan ir controlando los poderes económicos, y eso tiene que llevar consigo mínimos acuerdos para hacer frente a problemas que solo tienes solución a nivel global, como el medio ambiente o la emigración. Defiendo la tesis de ir a una globalización controlada por los poderes económicos de los gobiernos, no por los poderes no elegidos de las multinacionales. El modelo europeo de libertades con servicios sociales gratuitos ha de servir de ejemplo a otros países del mundo. El estado de bienestar es caro, en el sentido de que tienes que pagar impuestos, pero barato, porque te evita crímenes y desastres de todo tipo, que se lo digan a los latinoamericanos que vienen a España y quedan admirados porque pueden ir por la calle sin que les roben. El estado de bienestar hace estados sólidos, y no fallidos, como hay en esos países.

– ¿De la España democrática que soñaban durante el franquismo y diseñaban en la transición, cuál es la mayor aberración que no imaginaba que se produciría?

– Primero me voy a centrar en el avance que hemos tenido, que ha sido notable: hemos construido un estado de bienestar que no es probablemente el mejor de Europa, (tenemos un desfase de unos siete u ocho puntos del PIB); en los derechos de las mujeres hemos tenido mayores revoluciones que en el resto de Europa, como también en los del colectivo LGTBI. Ha habido un cierta revolución municipal, recuerdo que en las primeras elecciones municipales en el año 79 la mayoría de los pueblos tenían unos programas electorales que ahora nos daría la risa porque no había luz eléctrica en las calles, ni asfaltado, saneamiento, agua corriente, polideportivos ni escuelas; creo que ha habido cambios estructurales poderosos, económicamente somos la cuarta economía de Europa, la presión fiscal ha pasado del 6% de la dictadura al 37%, lo que nos permite disfrutar del estado de bienestar. Pero en el último tiempo he visto un deterioro de la democracia, sobre todo por el surgimiento de la ultraderecha que ha distorsionado el sistema. Yo fui diputado durante doce años en la época de UCD y esto no tiene nada que ver, nosotros nos llevábamos bien, negociábamos, nos peleábamos civilizadamente. Mi tesis es que el PP no es el heredero de UCD ni la continuación de Adolfo Suárez, sino de Fraga, de la Alianza Popular que no aprobó toda la Constitución – rechazó el modelo territorial y la amnistía, que era la reconciliación – y de ahí viene todo esto. Esta derecha es muy dura, muy poco parecida a las derechas europeas modernas, por eso en España no puede haber un gobierno de gran coalición como en Alemania. El PP ha tenido en un momento un desarrollo que parecía que no estaba mal , pero cuando ha surgido Vox se ha dado cuenta de que no puede gobernar mientras no se lo trague y para eso considera que debe hacer la política Trump-Ayuso, que es una distorsión maliciosa del sistema democrático. En las últimas elecciones, Feijóo salió a decir que las había ganado, cuando en la Constitución española quien gana las elecciones no es quien saca más votos, sino quien forma gobierno en un parlamento. Ellos no han reconocido ese resultado y desde entonces la política española ha entrado en una deriva que pone en cuestión el funcionamiento del propio sistema. Eso se une a otro problema que a mí me produce un malestar profundo, que es la corrupción. Ahora hablamos de que si Koldo, pero del gobierno de Aznar han ido cuatro o cinco ministros a la cárcel, y Esperanza Aguirre tiene encarcelado a todos los que le rodeaban en el gobierno de Madrid.

– Sin embargo el PP gobierna en Madrid con mayoría absoluta.

– Eso es bastante contradictorio. Rajoy perdió el gobierno por los casos de corrupción y Felipe González también, en cambio Ayuso consigue un fenómeno de desideologización convenciendo a la sociedad madrileña de que la libertad es irse a tomar cañas (yo en la dictadura también me iba de cañas) y si se mueren siete mil viejos que se mueran. Y lo hace en un momento en que a la gente le están imponiendo desde el estado una reclusión, diciéndoles que la pandemia no era para tanto y que el confinamiento era una violación de la Constitución, de que se estaba atentando contra la libertad individual. El concepto de libertad de Ayuso es muy madrileño e incluye privatizar la sanidad y la educación. Les dice a los ciudadanos “si no quieres lista de espera, vete a la privada” y al final eso lo paga el contribuyente. 

España tiene además problemas horribles que resolver: la pobreza infantil, de las mayores de Europa, el acceso a la vivienda, inasumible para la gente joven, y otro que es por el que creo que sería bueno hacer un estado federal, y es que se está creando una situación en que los elementos del estado de bienestar están transferidos a las comunidades autónomas, que no hacen todas las mismas políticas, con lo cual en vez de tener un sistema de bienestar empiezas a tener 17.

– Hay voces que invocan al espíritu de la transición para superar estos momentos de especial crispación en el arco parlamentario y sostienen que la talla de los políticos de entonces era mayor que la de los actuales, ¿está de acuerdo?

– Son fases históricas completamente diferentes. Nosotros veníamos de una dictadura de 40 años y teníamos un espíritu de concordia, de reconciliación, en nuestra generación había una conciencia histórica muy arraigada de no repetir la guerra civil, éramos los hijos de los vencedores y los vencidos construyendo juntos una democracia, y de ahí nació la amnistía y la Constitución. No soy tan negativo con respecto al nivel de los políticos actuales, creo que en cierto sentido tienen mayor nivel que el nuestro, pero es verdad que el espíritu de la transición es irrepetible una vez que la democracia se normaliza y de alguna manera se hace rutina. Ahora bien, hay un trecho de ahí a ir al cainismo actual, al insulto, a la descalificación personal, a negar el pan y la sal al que no se ve como adversario político sino como enemigo al que hay que batir. Eso nos has llevado a un momento límite en que el presidente del gobierno se está planteando dimitir, lo cual sería un desastre.

– Hay quien interpreta ese gesto de Pedro Sánchez como una estrategia para recabar apoyos.

– Esa es la versión descalificadora, yo no lo tengo tan claro. Sea un órdago o no, es un momento para decir “basta ya, hasta aquí hemos llegado”. Ya le han llamado hijo de tal, corrupto, han cuestionado si su mujer es un hombre, se han metido con su familia. Es que ese nivel de insultos no lo conocíamos en Europa. También hay un juez dispuesto a admitir esa demanda, aunque el fiscal se ha opuesto porque se basa en recortes de prensa. Ahí nos encontramos con un problema gordísimo con la judicatura: llevamos cinco años sin poder renovar el consejo del poder judicial, violando la Constitución, porque la derecha no quiere perder el control.

– ¿Qué opina cuando ve a líderes políticos de su generación como Felipe González o Alfonso Guerra posicionarse en contra de la amnistía?

– Como no quiero meterme con gente ad nominen digo que envejecer es complicado. Me parece legítimo que estén en contra, el problema es que descalifican totalmente al que está a favor y dicen que la amnistía es renegar de la transición (mentira: es una de las bases de esa etapa), que si es un golpe de estado o cargarse la división de poderes (¿los indultos también?). Hay que ser consecuente: si estás en contra de la amnistía ¿qué querías?, ¿ que gobernase el PP con Vox ?. En política tienes que decidir qué te compensa y las aministías permiten avanzar en conflictos que parecen enquistados. Y eso que yo aborrezco al señor Puigdemont, es todo lo opuesto a mí.

– ¿Está en contra de la autodeterminación?

– Totalmente en contra, me parece reaccionario. Tuvo su época con la liberación de los pueblos coloniales, hoy en día con la globalización y la UE no tiene sentido. Un argumento en el que hay que insistir y decirle a los votantes de un posible referéndum es que no estás decidiendo irte de España, sino también de Europa. Es que hay un artículo del Tratado de Lisboa que dice taxativamente que Europa defiende la integridad territorial de los estados.

– ¿Qué siente como cofundador de CC OO y encarcelado por ello cuando ve a obreros votando a un partido manifiestamente antisindicalista?

– Aquí Vox no ha penetrado en los barrios obreros como la ultraderecha en Francia y en el Este de Alemania. Hay obreros que votan esa opción porque han usado muy bien el tema de la inmigración, en una globalización no inclusiva han convertido la lucha de clases que se daba entre empresario y obrero en una lucha entre pobres.

– Apuesta por un sindicalismo global, ¿cómo se vertebraría?

– Al menos europeo. Se trata de convertir a la confederación europea de sindicatos en algo operativo. La dificultad viene al buscar objetivos comunes; a los sindicatos de los países del norte les da miedo que al unificar se iguale hacia abajo, no hacia arriba . La fórmula es no ir a las cuestiones puramente laborales sino a las sociopolíticas, como la política fiscal, educativa o de vivienda. Y sería bueno hacer un Erasmus sindical, un intercambio de experiencias, y crear grupos sindicales al estilo d e los G5 o G6 empresariales.

– Recientemente ha sido designado como vocal de una comisión que estudiará la violencia durante la transición, ¿qué opina de los ataques a la Ley de Memoria Democrática?

– Con respecto a esa comisión, el objetivo es reparar a las víctimas de la violencia de grupos ultras hasta 1983 que han quedado al margen. Y sobre la Ley de Memoria Democrática, es terrible que España sea el único país que tiene aún a miles de personas en cunetas y fosas. No puedes crear una cultura democrática si no condenas a fondo el franquismo. Hay gente en el PP, ya no digamos en Vox, que le cuesta mucho condenar el franquismo. El otro día la que fue presidenta de Madrid dijo en la radio que la culpa de la guerra civil la tenía el PSOE.

– ¿Qué le parece la propuesta de Yolanda Díaz para vertebrar el espacio político a la izquierda del PSOE?

– No quiero ser hiriente, pero si hay una cosa que se llama Podemos y otra que se llama Sumar, habrá que unirse porque el final no podremos sumar.

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