Entrevista | María Asunción Mateo Viuda de Rafael Alberti

“Lo que me mantuvo fuerte frente a los insultos fue el gran amor que sentía por Alberti”

El amor que vivieron durante dos décadas, que “no es fácil de entender desde fuera”, se recoge en su última obra “Mi vida con Alberti”, donde cuenta “sin tapujos” esta relación y las acusaciones que sufrió.

Rafael Alberti y María Asunción Mateo.

Rafael Alberti y María Asunción Mateo. / LEVANTE-EMV

Saray Fajardo

Han pasado casi veinte años desde la muerte del escritor Rafael Alberti. Sin embargo, su viuda, María Asunción Mateo confiesa que desde entonces “no ha vuelto a tomarse un café con un hombre”.

–Su único deseo era mantener viva la obra de Rafael, pero a los 80 años decide romper el silencio. ¿Qué le impulsa?

–Jamás había querido escribir un libro de memorias y menos de una viuda. Siempre me he negado, hasta que me ocurrió una cosa que es muy literaria e incluso muy cinematográfica. Organizando una estantería, me cayó en la cabeza una carpeta de las muchas que Rafael me había decorado... Encontré allí un folio escrito por Rafael, donde me pedía que escribiera nuestra vida en común, siempre que lo que contara fuera bello y bueno para los dos. Me daba un plazo de tiempo para escribir las memorias, que era el año 2015, pero era el 2021. Al leerlo no pude, lógicamente, evitar la emoción y me fui corriendo a la habitación de al lado y delante del ordenador me puse a escribir un 3 de junio y a finales de octubre acabé el libro. No podía dejar de escribir. O sea, que Rafael me obligó a escribir el libro.

–Su relación empezó el 10 de abril del 1983. ¿Qué recuerda?

–Un recuerdo maravilloso porque yo fui a un congreso que se celebraba en homenaje a Antonio Machado. Yo era profesora de un instituto. En el anuncio del acto leí que iba a asistir Dámaso Alonso. Para mí era una persona muy admirada y lo había leído mucho. Junto a una amiga cogimos el tren y nos fuimos a Baeza. Llegamos allí y empiezo a buscar la venerable cabeza de Dámaso Alonso y no la veo por ningún lado. Empiezo a mirar y veo una cabeza cana, blanca y digo es Rafael Alberti. Rafael había ido en lugar de Dámaso. Y ahí empezó todo, ahí empezó la película. Me acerqué, le pedí un autógrafo y me preguntó de dónde era. Me dijo que iba a venir a Valencia a dar un recital. Y así empezó la historia.

–Han pasado 40 años, pero sigue vivo ese amor.

–Cuando se quiere a una persona, este sigue vivo y se le quiere para siempre. Nuestra felicidad fue sostenida a través de casi 20 años. Cuando se quiere a una persona mucho, se puede querer de muchas formas. Y yo a Rafael lo quise con el alma, con el corazón y con todo mi yo. Conocer a Rafael y olvidarlo es imposible. Yo no lo he superado.

María Asunción Mateo, viuda de Rafael Alberti

María Asunción Mateo, viuda de Rafael Alberti / FDV

–¿La despedida fue uno de los más duros que ha vivido?

–Pues sí, la verdad. Pero también una tiene sentido común. Rafael había vivido casi un siglo y de alguna forma era un privilegiado. Dentro de todo el dolor, el sentido común me decía que tocaba ya, que era casi un siglo de vida. Yo siempre he llevado ese dolor de una manera muy discreta. Todo eso lo he llevado a la intimidad más grande, que es como yo viví con él, mi intimidad y mi felicidad. Fue una historia de las que hoy en día casi no se lo cree nadie porque parece una novela o una película. Yo no he querido conocer a ese nivel a nadie más.

–Como cuenta en las memorias, no todo fue fácil con el entorno de Rafael.

–Mientras vivió Rafael, todo fue maravilloso. Pero determinadas personas, que no hace falta ocultar el nombre, como Luis García Montero o Benjamín Prado, montaron una batalla. Es de una crueldad tremenda, porque yo no les había hecho nada. Solo me había casado con Rafael Alberti. Eso no lo perdonaron. Pensaron que yo les había quitado un sitio en la vida de Rafael. Tenía 79 años cuando yo lo conocí. Si eso no es amor, ¿qué puede ser? Lo único que hice fue hacer feliz a un hombre que se lo merecía. Y él a mí también me hizo muy muy feliz. Por eso a mí me asombra. Porque esta gente que se llamaban amigos no se alegraban de la felicidad de Rafael.

–¿Fue maltrato psicológico?

–Claro. Lo que pasa es que es un maltrato psicológico sistemático mantenido en el tiempo. Pero en esos momentos la gente no decía nada. A mí nadie me apoyó. Todo lo que se ponía en El País era palabra de Dios.

–¿Cree que ahora se hubiese producido algún movimiento feminista de rechazo o solidaridad?

–Si ocurre en estos momentos, se les cae el pelo a todos. Se quedan calvos. Fíjate lo que ha movido lo de Rubiales. Imagínate estar aguantando durante tantos años estando sola, rota de dolor, porque la persona que tú quieres ya no existe en este mundo y que te estén pegando.

–¿Ha podido cerrar la herida con este libro?

–No lo sé. La herida es una herida. La cicatriz está ahí. A mí en el fondo nunca se me va a quitar eso de haberme sentido una mujer maltratada. Pero creo que he hecho bien escribiendo el libro.

Suscríbete para seguir leyendo