Entrevista | Rita Abundancia Periodista y sexóloga

“Nuestros padres y abuelos tenían más relaciones sexuales que nosotros”

“La aplicación de la alta tecnología, y otras menos altas, a las relaciones sexuales es un hecho, pero no puede haber sexualidad si no hay humanidad, y la humanidad es precisamente lo que nos define y caracteriza, lo más bonito que tenemos”

L periodista y sexóloga gallega Rita Abundancia.

L periodista y sexóloga gallega Rita Abundancia. / FARO

Salvador Rodríguez

Salvador Rodríguez

Rita Abundancia, gallega de tudense cuna, inició su carrera profesional en FARO DE VIGO, pero los caminos del periodismo la llevaron, no ya solo fuera de Galicia, sino a convertirse en una freelance que puede escribir sobre todo lo divino y lo humano, aunque ha encontrado un sendero propio en las páginas de El País, en las que sus artículos sobre sexo llaman la atención por la originalidad de sus planteamientos: “Será -comenta- porque yo a mis artículos les pongo humor, ironía, a veces le añado unas dosis de política… Pero, sobre todo, porque es un tema que está muy presente en la sociedad, y porque, vaya, es que la gente tiene muchos problemas sexuales”.

-En la película “Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar” (1972), Woddy Allen adelantaba, irónicamente, una sociedad futura en la que hombres y mujeres no se necesitarían entre sí para practicar sexo. Bastaría con introducirse en una máquina para, en unos segundos, alcanzar el orgasmo. ¿Usted llamaría a eso sexualidad?

-Desde luego que no. El sexo no consiste solo en alcanzar un orgasmo, sino en todo lo que hay que hacer para llegar al orgasmo.

-Es que con esto de las nuevas tecnologías y ahora la IA casi todo puede ser posible.

-Es evidente que la aplicación de la alta tecnología, y otras menos altas, a las relaciones sexuales es un hecho, pero no puede haber sexualidad si no hay humanidad, y la humanidad es precisamente lo que nos define y caracteriza, lo más bonito que tenemos. Por eso lo que deberíamos hacer es tratar de conservar nuestra humanidad, y para ello la sexualidad es una de las mejores maneras de hacerlo. Albert Einstein, que además de un gran científico fue un hombre muy atento a las relaciones sexuales, sostenía que la energía sexual es la más poderosa del universo, y yo lo suscribo, porque pienso que el sexo bien vivido nos proporciona libertad y conocimiento, y nos hace más valientes y más fuertes para afrontar la vida.

-¿Concretando?

- Hay dos momentos en los que es imposible sentir miedo: cuando ríes y cuando tienes un orgasmo.

- Vivimos ya, dicen algunos, en un mundo de género fluido, de género no binario. ¿Es una moda o, por contrario, conceptos como lo masculino y lo femenino están llamados a desaparecer?

-No, no, de ninguna manera. El sexo está marcado en cada zona, en cada célula. A mí, que haya nuevas opciones sexuales, que haya quienes nacen hombres y se sienten mujeres, y viceversa, me parece perfecto. Yo estoy a favor de lo que cada quien quiera sentirse, pero también me parece que estas teorías tienen poco recorrido. Está muy bien la tolerancia hacia todo tipo de identidades sexuales, pero no es menos cierto que a veces puede ser algo confuso, o que crea confusión. Y más cuando se llevan al “campo de batalla”, cuando se politizan, cuando se ideologizan, eso es lo que me parece más siniestro. Siempre ha habido personas que se han sentido contrarias al sexo biológico en el que han nacido y eso es maravilloso, hay que respetarlas y ayudarlas, pero dentro de eso hay cosas que no se deberían permitir.

-¿Por ejemplo?

-No se puede admitir a transexuales hombres en las competiciones deportivas femeninas.

-¿Cuales son los problemas sexuales que más ocupan y preocupan hoy a las mujeres?

-Secularmente, lo que más preocupa a las mujeres ha sido y es la falta de deseo. Aunque últimamente se aprecia en las consultas un aumento de casos de vaginismo, que es la imposibilidad de alcanzar un orgasmo con la penetración debido a la contracción de los músculos vaginales.

-¿Y a los hombres?

-Por encima de todos, los que atañen a la erección, la conocida disfunción eréctil, seguidos de la eyaculación precoz, aunque últimamente también abundan, como en las mujeres, los casos de falta de deseo. Todos ellos suelen caracterizarse por tener un trasfondo psicológico: los hombres sienten una presión, añadida o no, por la que se ven en la obligación de satisfacer a su pareja, lo cual deriva en que les aparezcan cuadros de ansiedad.

-Item más a los hombres nos cuesta más hablar de estos problemas ¿no?

-Sí, siempre ha sido así. Les cuesta mucho expresar sus emociones y les cuesta reconocer que tienen un problema, de ahí que muchas veces acudan a consulta cuando el problema está muy avanzado o porque sus parejas les presionan. Pero les cuesta, aunque a todo el mundo le cuesta, claro. Es muy fácil reconocer que se te da mal bailar o dibujar, pero reconocer que en la cama eres muy malo… ¡Es que da mucha vergüenza! Y yo lo comprendo.

-¿Sigue habiendo mucho desconocimiento e incluso tabúes en algunos temas?

-Bastantes, sí. Lo que hay ahora es bastante desconocimiento, sobre todo por parte de los jóvenes, que tienen muy fácil el acceso a la pornografía a través de Internet. Los chavales, como siempre, empiezan viendo antes que haciendo, eso nos ha pasado a todos, lo que ocurre ahora es que los contenidos pornográficos se han puesto tan fácilmente accesibles que lo primero que hacen es ver pornografía, y ello conduce a que tengan una visión muy distorsionada de lo que es el acto sexual. En primer lugar, porque no se percatan de que están ante una ficción, y no ante una relación sexual real. Y si a esto sumas que te presentan mucha relación entre el sexo y las drogas, que te muestran a los machos “superdotados”, etc… Pero lo que están viendo no es una verdad, es una teatralización de la realidad, lo malo es que ellos creen que es lo normal. Y, a todo esto, también abunda el absoluto desconocimiento del cuerpo: les pones un mapa delante y les pides que te señalen dónde está el clítoris o el prepucio, y no lo saben localizar. Esto está pasando.

"La pornografía no es una verdad, sino una teatralización de la realidad, lo malo es que muchos jóvenes llegan a creer que eso que ven es lo normal"

-En estas circunstancias, ¿cómo concebir que un chico/chica de entre 14 y 16 años esté en plenas condiciones de decidir si se opera para cambiarse de sexo?

-Esto es una cosa muy seria, hay que estar muy seguro cuando se toman este tipo de decisiones. Hay personas, llamadas disfóricas, que, objetivamente, tienen necesidad de operarse, pero hay que discernir entre las personas que tienen realmente disforia de género y las que no la tienen, y que toman decisiones por influencias erradas, porque está de moda, por contagio social o por lo que sea. Los países nórdicos, pioneros en estas cuestiones, han dado un poco marcha atrás a su impulso inicial y se lo están tomando con más tranquilidad porque detectan ya a muchas personas que se han arrepentido.

-Y ante este panorama: más educación sexual, claro. Pero ¿desde qué edad se puede o debería abordar la sexualidad y cómo habría que abordarla?

-Es un tema muy complicado. Yo estoy a favor de la educación sexual, pero entiendo también que algunos padres y madres tengan recelo a la hora de dejar a sus hijas e hijos en manos de ciertas personas. La sexualidad es un tema muy sensible y no siempre se aborda de una manera adecuada en charlas, cursillos y todas esas actividades que ocasionalmente se imparten en los colegios, o algunas veces desde los propios medios de comunicación. Hay que ver hasta qué punto lo que te cuentan es verdad, porque es que yo he detectado en redes sociales a personajes indeseables a los que, si lo tuviera, no le permitiría a mi hijo que siquiera los viese, por el riesgo que supondría que cayera en las garras de estos individuos e individuas. Por lo tanto, a favor de la educación sexual, sí, pero a partir de una cierta edad y con unos contenidos estructurados, con mucha sensibilidad y con mucho tacto.

La periodista y sexóloga gallega Rita Abundancia.

La periodista y sexóloga gallega Rita Abundancia. / FDV

-En los países nórdicos se ha avanzado mucho en este sentido. ¿Cuáles son los efectos más visibles de una adecuada educación sexual?

-En Suecia y otros países nórdicos, hay estudios que demuestran que los niños que han tenido una buena educación sexual, lejos de ser más promiscuos, no solo empiezan más tarde las relaciones sexuales, sino que eligen mejor a sus parejas, hay menos embarazos no deseados, menos enfermedades de transmisión sexual y, una cosa muy importante, que es que el adolescente se deja influir menos por el grupo, mantiene más su personalidad, y eso es fundamental, porque la adolescencia es una edad en la que se empieza a abandonar la familia y se sale a la sociedad a través de los amigos, los compañeros, etc. Empiezan su vida social, quieren encajar en la sociedad, por lo tanto, es muy típico que se plieguen a los dictámenes del grupo. Pero la gente que tiene una buena educación sexual no se pliega fácilmente.

-Una de sus tesis es que la sexualidad está ligada a la cultura: ¿La mayoría de los problemas sexuales son de tipo cultural?

-Decir esto puede parecer muy tajante, pero evidentemente sí. La sexualidad es una materia bio-psico-social, pero yo casi diría que a estas alturas lo psico-social va por delante. Cada sociedad propone un modelo de sexualidad distinto, un modelo imperante en el que se supone que tú tienes que participar.

-Y las sociedad actual no iba a ser menos…

-Claro. De hecho, a veces tengo la sensación de que vivimos en una sociedad distópica en la que se pretende aparentar algo que no se corresponde con la realidad. Nos dicen que vivimos en una sociedad muy sexualizada, pero resulta que nos encontramos con que los encuentros sexuales han bajado de número; hay encuestas que ponen de manifiesto que tenemos menos relaciones sexuales que nuestros padres y abuelos. Y se ha pasado a una especie de sexualidad capitalista que se centra en buscar beneficios y resultados más que emociones. Y, por si esto fuera poco, cada vez resulta más difícil acercarse el objeto de deseo. Yo no digo que todos asumimos o aplicamos este modelo de sexualidad, pero ciertamente es el que hoy en día nos propone la sociedad en que vivimos.

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-La gran revolución del siglo XXI es la del empoderamiento de la mujer, ¿Qué reflejo tiene en las relaciones sexuales?

-Depende de cómo se entienda eso de empoderamiento, que a mí es una palabra que no me gusta demasiado. Pero sí que se refleja. Lo que yo aprecio es que a los hombres les ha entrado ahora un poco de miedo a las mujeres, a acercarse a ellas. A mí me parece bien que todo el mundo tome conciencia de su poder y se realice como persona. Ahora bien, si tomar conciencia de ese poder deriva en machacar a otra persona y sentarse en un trono, eso ya no. Si empoderarse significa desempoderar a otros, yo con eso no comulgo. Simon de Beauvoir decía que la cuestión no estriba simplemente en que las mujeres tomen el poder en lugar de los hombres, ya que eso no cambiaría nada en el mundo. Se trata de destruir esa noción de poder. En cambio, observo algunos feminismos radicales que solo ponen el foco de atención en el empoderamiento, y hay que empoderarse, sí, pero sin desempoderar a nadie. Todo el mundo debe tener los mismos derechos y deberes, y si en los hombres cunde el miedo, eso va a ser muy negativo a la hora de encontrar pareja, tanto por el uno como por el otro lado.

-Y ante esto, ¿qué aconseja?

-Que se olviden esos temores, que lo que hay que hacer entre personas es interactuar, porque esa será la manera de comprobar, y confirmar, que, en general, la gente, hombres y mujeres, heteros y homosexuales, binarios o no, somos bastante amables, bastante llevaderos, y bastante cuidadosos… Tenemos que olvidarnos de esas ideologías que están por ahí flotando, bajar a la tierra y contactar con personas de carne y hueso, porque si te vas a relacionar con una persona con todas estas ideologías en la cabeza vas a acabar mal, muy mal. De manera que obviemos esto, volvamos al mundo analógico, centrémonos en relacionarnos entre seres humanos y confirmaremos que tenemos más afinidades que diferencias.

-¿Qué importancia tiene la imaginación en la perdurabilidad, o no, de la pareja?

-La imaginación está muy bien, y es una herramienta muy interesante, pero no a todas las parejas les gusta cambiar su forma de hacer el amor ni fabricarse una fantasía cada día o cada semana para poder sentirse bien. Hay parejas a las que les gusta hacer lo que hacen siempre. Esto depende de cada quien y, a veces, se tiende a mitificar demasiado las fantasías sexuales. Para la perdurabilidad de la pareja, lo más importante es el buen trato, es decir, tratarse bien, tenerle atención a la otra persona, crear intimidad y complicidad. Dicho de otra manera: conseguir que la confianza no te llegue nunca a dar asco. Y si te empieza a faltar eso, pues lo mejor que se puede hacer es acabar la relación.

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