Entrevista | Yolanda Castaño Poeta. Premio Nacional de Poesía 2023

“La poesía está para subvertir el discurso imperante”

“Hay que decir, sin el recato que nos imponen a las mujeres, que soy la poeta española con más proyección en el extranjero. Y puede ser significativo que escriba en gallego”

Yolanda Castaño esta semana en el MARCO de Vigo

Yolanda Castaño esta semana en el MARCO de Vigo / Alba Villar

Filóloga, traductora y gestora cultural independiente, la poeta gallega Yolanda Castaño (Santiago, 1977) ha recogido en los últimos meses en forma de reconocimientos literarios los frutos de un trabajo que lleva casi tres décadas desempeñando, desoyendo a quienes le decían que era imposible vivir de la poesía y, mucho menos, de la poesía en gallego. La autora, que en esta entrevista se ha expresado en gallego, goza de un gran proyección internacional y su obra ha sido traducida a más de treinta lenguas.

– En un plazo de un año ha recibido el Premio Nacional de Poesía 2023, el Nacional de la Crítica 2022 y el Cultura Galega 2023, ¿Está en su mejor momento o cree que está recogiendo los frutos sembrados?

– Supongo que se trata de una trayectoria muy demorada,  con pasos muy largos y muy lentos, porque he ido atravesando por varias fases de muchos años hasta completar casi treinta. Después de un camino de mucha entrega, de hacer una apuesta a muerte por la poesía, de renunciar a un estilo de vida más tradicional y fortalecido por comodidades, pero también con coraje, orgullosa y con la cabeza bien alta, parece que los frutos se pusieron de acuerdo para florecer al mismo tiempo y darme este buen momento que estoy viviendo . De hecho, nunca soñé con alcanzar estos reconocimientos, aspiré a trabajar.

– Marilar Aleixandre dice que el Premio Nacional de Narrativa le ha servido para que la reconozcan más en Galicia, ¿es su caso?

– No me puedo quejar de no tener visibilidad, también soy una autora que gozo de cierta proyección en el exterior, hay que decirlo ya de una vez por todas sin disimular, porque la humildad y el recato que nos imponen a las mujeres muchas veces nos lleva a la discreción. Hay cuestiones que no son valorativas, son empíricas: soy la poeta española que más está saliendo al extranjero y puede ser significativo que escriba en gallego. Para mí no es tanto una cuestión de visibilidad o proyección (sí que es cierto que llegas a un público más amplio), sino un factor “canonizador” porque para bien o para mal – yo creo que para bien– el canon es siempre algo móvil, eventual, temporal, transitorio y mismo caprichoso.

Yolanda Castaño en las escaleras del Museo de Arte Contemporánea de Vigo.

Yolanda Castaño en las escaleras del Museo de Arte Contemporánea de Vigo. / Alba Villar

– Es la quinta gallega galardonada con este premio y la tercera en los últimos cinco años, ¿qué está pasando en Galicia o qué pasa en el resto del estado para que se os reconozca últimamente?

– Pienso que la poesía gallega tiene unos altos estándares de calidad, el nivel general es alto, por supuesto no es una cuestión homogénea pero hay muchos puntales; esas poéticas, esas obras se convierten en referentes y tiran por otras, ejerciendo de polo de atracción para personas que no escriben en gallego o que no escriben poesía. Y esto dicho por alguien que se asoma a muchas poéticas nacionales de otras partes de Europa y del mundo. Esto no surge por generación espontánea, sino que viene de una tradición antiquísima, secular y muy valiosa, y por una autonomía creativa: la poesía gallega no es subsidiaria de nada, no es la sucursal gallega de la poesía española, ni mucho menos, no se rige por los mismos patrones ni por las mismas coordenadas. Esa autonomía se acompaña, además, de una gran ambición artística, de capacidad de riesgo y de mucha vanguardia; la poesía gallega está siendo punta de lanza y el resto de la Península se está haciendo eco de ello, quizás en décadas pasadas hubo contextos un poco más hostiles y ahora el contexto es más permeable y amable, y eso provoca que se rindan ante una evidencia, que es la calidad a nivel internacional.

– Los detractores dicen que se debe a que se comienza a ver más a las periferias y también hablan de cuotas, ¿qué les diría?

– Les diría que Rosalía de Castro no fue admitida en la Real Academia Galega. ¿No tenía calidad suficiente como para estar? Lo que ocurría era que el contexto histórico no reconocía cierto tipo de voces, como en este caso las femeninas. A veces hay que esperar momentos históricos más proclives, las periferias de género, geográficas y lingüísticas estuvimos bastante pacientes y calladas elegantemente esperando el momento en que estuviésemos, ya no en igualdad de condiciones, sino en un mayor equilibrio. Y ahora a esas voces detractoras creo que les tocaría un poco de elegancia.

– Hablaba hace unos días la pintora Celia Gallego sobre el síndrome de la impostora, algo que les ocurre sobre todo a mujeres que consiguen cierto éxito y se plantean que no son merecedoras de ello, ¿le ha sucedido esto?

– Date cuenta de que yo empecé a publicar en los complicados años 90, en 1995; el final de esa década y los principios de los 2000 fueron bastante más crudos de lo que a veces recordamos, ya no era que tuviésemos el síndrome de la impostora, es que ya se encargaba la sociedad, el contexto e incluso los compañeros y compañeras en que eso fuese así, se nos cuestionaba todo el tiempo. Ellos eran poetas y nosotras íbamos de poetas, esa frase habitual, “va de poeta”, era como condenarnos a una eterna aspiración, se desacreditaba nuestro trabajo por cualquier motivo, incluso por nuestro aspecto: si no respondíamos al estereotipo físico o de imagen de una intelectual, escritora, etc., eso restaba crédito a nuestro trabajo, si alcanzábamos algún logro se buscaba cualquier tipo de explicación que no pasase por nuestro talento y esfuerzo. Se nos calificaba de creídas, engreídas o soberbias, hoy nos llaman empoderadas; antes nos llamaban trepas, ahora dicen que somos mujeres hechas a nosotras mismas; antes éramos frívolas, ahora somos mujeres que se quieren a sí mismas. Mi actitud es exactamente la misma, sigo siendo bastante semejante, con el estigma razonablemente saneado pero creyendo en mi trabajo, sin tener que pedir perdón por nada.

– Ese sentimiento de considerarse una intrusa se debe también a la falta de referentes femeninos en determinadas profesiones, ¿siente que ahora es un referente para las que vienen detrás?

– El referente es la poesía femenina gallega, yo soy el botón de muestra de un colectivo, de una tradición, de una serie de autoras que comenzamos a publicar en los años 90 y que, curiosamente, dos de ellas tenemos a día de hoy el Premio Nacional de Poesía. Me atrevería a pensar que tenemos algo de responsabilidad en esos altos estándares de calidad que hacen que una mujer más joven sepa que sí se puede desarrollar una obra en gallego y viajar por el mundo, desoyendo todo lo que nos decían a generaciones anteriores; a mí me espetaban continuamente que no era posible vivir de la poesía en gallego, que el gallego no me iba a llevar a ninguna parte. Afortunadamente en Galicia ya íbamos un paso más adelante en cuanto a referentes porque la figura de Rosalía de Castro sobrevuela el subconsciente de una manera a veces insospechada.

Yolanda Castaño esta semana en el MARCO de Vigo

Yolanda Castaño esta semana en el MARCO de Vigo / Alba Villar

– El jurado del Premio Nacional destacó que era directa, radical y feminista. ¿Nació así o fueron las circunstancias ?

– Alguna vez que me enfado un poco me gustaría pensar cómo se podría hacer para no ser feminista, pero, claro, la respuesta pasa por vivir en un panal de cristal o en unas condiciones absolutamente privilegiadas, fuera de este mundo, y ciega para no ver las condiciones de las otras. Me resulta complicadísimo no ser sensible a las desigualdades de todo tipo, como poeta me resulta muy difícil edulcorar el mensaje , producir un discurso amable y bien integrado. Creo que la poesía está para subvertir el lenguaje habitual; para reproducir los mismos significados y órdenes de siempre, con sujeto, predicado y los complementos, hay otro tipo de lenguajes, pero la poesía está para subvertir el discurso imperante, ese orden que reproduce el orden del sistema, está para crear y construir nuevas relaciones entre las palabras, nuevos órdenes dentro de las frases para pensar el mundo y la vida. Si pensamos el mundo en clave lingüística , quizás operando cambios en ese lenguaje produzcamos nuevos significados que nos permitan vivir la vida de manera distinta y, si puede ser, más hospitalaria para todos y todas.

– Remata un poema con el verso “Para que luego digáis que la palabra no salva”, ¿es una reivindicación al diálogo en un momento en que la palabra se emplea para el insulto, el enfrentamiento y la manipulación?

– Por supuesto, realmente ese verso en ese poema está puesto con cierta ambigüedad, hay que tener cuidado con las palabras porque se les puede dar la vuelta y pueden ser tanto salvadoras como armas de destrucción masiva. Si tienen esa capacidad, usémoslas a nuestro favor; igual que hay verdades absolutamente gastadas como la palabra libertad, también hay que pronunciar cosas que estaban ocultas, difusas y en medio de un marasmo, ponerle nombre está demostradísimo que es el primer paso para solventar muchos conflictos, para darle visibilidad. De eso sabéis las periodistas, hoy en día se habla de salud mental, ghostingbullying, etc, de conceptos que solo pronunciarlos es un manera de abrir el debate.

– “Mucha gente ama sus grilletes, nosotros queríamos libertad para equivocarnos”, dice en otro verso.

– Es un tema muy espinoso, la libertad es un bien muy preciado, pero también una enorme responsabilidad que hay que ejercer con cierto margen a la equivocación, sino son libertades secuestradas.

– Tardó ocho años en publicar “Materia”, el poemario por el que ha sido premiada, ¿es su obra más reflexiva?

– Soy bastante lenta en general, cabe pensar que mis obras son muy reflexivas por el tiempo que suele pasar entre que las voy alimentando en la cabeza antes de pasarlas a página, no menos de cinco años. En el caso de “Materia” en esos años se implicó por el medio embarcarme en el que es el proyecto de mi vida, que fue crear la Residencia Literaria 1883. Aproveché el confinamiento para recoger las notas que fui tomando sobre un tema al que me apetecía contribuir, la conversación sobre la familia, con perspectiva bastante retroactiva y una proyección de futuro. El hecho de estar apartada físicamente de mi familia en el confinamiento me permitía reflexionar mejor sobre ella.

Yolanda Castaño esta semana en el MARCO de Vigo

Yolanda Castaño esta semana en el MARCO de Vigo / Alba Villar

– ¿Llegó a alguna conclusión respecto al legado familiar?

– Que es un río subterráneo, como dice la primera parte de “Materia”, porque no se ve desde fuera, no vamos por ahí con los retratos familiares de nuestras antepasadas a la vista, pero sí están cimentando nuestras raíces y a veces afloran en querencias, patrones, filias, fobias, deseos y expectativas. Quise fijarme más en el aspecto femenino porque la memoria histórica a veces pone el foco en las gestas de los hombres que van a las guerras, firman los pactos y hacen los negocios.

– Habla también de una relación erótica con su casa, ¿puede explicar qué es?

– Más que erótica, diría íntima, que es mucho más amplio. Ese poema se titula “Mi relación más larga” porque realmente nunca tuve una relación amorosa tan larga como la que tengo con la casa en la que vivo. Como digo en un verso, nuestra casa sabe de nuestro cuerpo más que nadie, asistió a todas las posiciones de nuestro cuerpo, a nuestros deseos, a nuestras alegrías, a nuestros dolores. Me entiendo muy bien con ella sin hablar.

"La poesía no solo está en esos libros minoritarios, sino que puede vivir en la videocreación, en los eslóganes y hasta en el lenguaje ordinario

– ¿Sus videopoemas le han permitido llegar a público no habitual a la poesía?

– La poesía ha bailado toda su vida con la pareja de baile que cada tiempo le ponía enfrente. Nació para ser cantada, pero cuando aparecieron los libros se embarcó encantada, primero en los incunables, después en la distribución masiva y ahora no hace más que aprovechar las plataformas que el tiempo histórico le ofrece, como pueden ser también las redes sociales. ¿ Por qué no establecer estos diálogos expresivos como es fusionarse con el audiovisual?. Hoy en día la juventud tiene una gran competencia en lenguaje audiovisual y ese puede ser un enganche bueno, a través de un código en el que se mueven con más facilidad. Puede ser una entrada más amable, más fácil para los contenidos poéticos, ilustrar un poema con metáforas audiovisuales. Sí que he visto reacciones muy positivas de consumidores y consumidoras de videoclips que entran muy bien al videopoema. La poesía está a veces donde menos la esperamos, no hay que tener una mirada estrecha y pensar que está solo en esos libros de poemas tan minoritarios, sino que puede vivir también en la videocreación, en la publicidad, en los eslóganes y hasta en el lenguaje ordinario.

– En su faceta de gestora cultural independiente mantiene desde hace quince años el taller internacional de traducción poética en la Illa de San Simón, desde hace doce años los ciclos de recitales Poetas D(in)versos en A Coruña y desde hace cuatro años la residencia de escritores, ¿se ve adaptando su jornada laboral a las 37 horas semanales que propone el gobierno?

– Me gustaría trabajar cuarenta horas, pero entiendo que es una aspiración demasiado alta. La trampa de trabajar en lo que amas y en una disciplina creativa es que, como se acostumbra a decir, tú eres tu propia jefa, administras tu propio trabajo, pero las horas se multiplican mucho más de la cuenta y no hay fines de semana ni festivos. Realmente trabajo muchas horas, no soy de las mejores jefas que podía tener. El segundo paso debería ser encontrar unas condiciones más hospitalarias para las trabajadoras de la cultura, lo que pasa es que aún estamos en el primer paso, que es dignificar el oficio de la escritura creativa como tal, que se reconozca el trabajo literario como trabajo. Ojalá que después de estos treinta años y de estos reconocimientos podamos alcanzar condiciones un poco más desahogadas. Tanto en el taller de traducción poética de San Simón como en el ciclo de recitales Poetas D(in)versos ofrecemos condiciones dignas para ejercer el trabajo literario, ojalá consigamos abrir otros espacios similares.

– ¿Qué recuerda de su etapa en el concurso “Cifras e letras” de la TVG junto a Jorge Mira?

– Recuerdo esa etapa con muchísimo cariño porque lo pasábamos muy bien. En lo personal me dio un par de cosas: reforzar mucho mi nivel de lengua – estuve trabajando con diez mil pruebas en 1.170 programas ­­– , lo que reconozco que revierte en mi escritura y me dio tablas a la hora de enfrentarme a un auditorio con público, a una entrevista de radio o de televisión, y me reportó un nivel de reconocimiento popular.

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