Atletismo

La gran aventura americana

Carlota Salgado y Ainhoa Repáraz, dos de las grandes promesas gallegas, repasan su primer curso con beca deportiva en Estados Unidos

Carlota Salgado
y Ainhoa Repáraz, en 
Balaídos.   | // JOSÉ LORES

Carlota Salgado y Ainhoa Repáraz, en Balaídos. | // JOSÉ LORES

Armando Álvarez

Armando Álvarez

Se reconocen en las gradas de Balaídos, durante el Gran Premio Internacional Cidade de Vigo, y corren a abrazarse. Llevan meses sin verse aunque en realidad compartan aventura. El inminente verano ha devuelto al hogar a Carlota Salgado y Ainhoa Repáraz. Talentos efervescentes del atletismo gallego y español, acaban de completar su primer curso en Estados Unidos. Y aunque muchas millas las hayan separado entre Tennessee y Ohio, su experiencia se iguala en la nostalgia y la satisfacción, en el asombro y la ilusión; también en el dolor y la esperanza.

Las universidades americanas pescan desde hace años en el vivero atlético de la comarca. Existen agencias especializadas que gestionan el reclamo de sus becas. La fondista Carmela Cardama o la saltadora de longitud Olaia Becerril probaron antes. A Repáraz, reina del 100 y del 200, la reclutó Ohio State con antelación, ya en noviembre. Carlota Salgado, subcampeona nacional sub 20 de héptatlon, se decantó por Belmont University. La baionesa, a Athens; la viguesa, a Nashville.

El aterrizaje es siempre la fase más áspera, que se intenta suavizar. Los estudiantes extranjeros se incorporan algunos días antes que el resto. Se les imparten cursillos de orientación. “Los primeros días sentía que quería volver a casa”, reconoce Carlota. “No había mucha gente. Era un poco aburrido. Pero luego el año se me ha pasado volando”.

Aunque bien aclimatada tras ese periodo inicial, algunas añoranzas permanecieron. “Conoces una cultura muy distinta a la nuestra. Les encanta la comida rápida. Es lo que menos me gusta. Pero en general ha sido una buena experiencia”. Ainhoa coincide: “La comida de casa es lo que más he echado de menos. El producto y la elaboración son muy diferentes. Aunque disponemos de un equipo de nutricionistas que nos ayudan a mantener una dieta equilibrada”.

La velocista había empacado el gran obstáculo en el equipaje: un esquince de tobillo que había sufrido en la Liga Nacional, en mayo. El persistente dolor la llevó a los servicios médicos en septiembre. Sin remedio mediante un tratamiento más conservador, se recurrió a la artroscopia. “El resultado ha sido bueno, pero la rehabilitación, dura”, resume Ainhoa, que milita en las Buckeyes (nueces). “Me incorporé nuevamente al equipo en abril pero al no poder competir, la integración ha sido difícil. Sí que me he sentido muy bien con mis compañeros de residencia”.

Carlota Salgado, durante una competición con las Bruins.

Carlota Salgado, durante una competición con las Bruins. / Cedida

A Carlota también la han lastrado los problemas físicos. Se perdió la temporada de pista cubierta por una tendinitis en un pie y molestias en la parte posterior de la rodilla limitaron su concurso con las Bruins (osos) al aire libre. Disputó algunas competiciónes en la división 1 de la NCAA. “Siempre he tenido muy buena comunicación con el entrenador, Cameron Harvey. Nunca me ha dejado de lado. Y en la conferencia, corriendo el 800, noté muchos ánimos del grupo. Allí son muy individualistas por una parte, pero también tienen mentalidad de equipo”, explica.

Parte de su apuesta, claro, se sustancia en sus carreras. Ainhoa estudia Negocios y Marketing. Carlota había elegido Ingeniería Física. Con pocos alumnos, las clases no cuadraban bien con los entrenamientos. Ha aplazado esa opción para cuando regrese a España. Se ha pasado a un doble grado de Psicología y Gestión Deportiva.

–Tienes que dejar el atletismo para centrarte en los estudios –le dijeron a Carlota en el instituto, en 2º de Bachillerato.

En Estados Unidos, en cambio, al etiquetado como student athlete se le facilita la compaginación. “Le dan mucha importancia al deporte. A los profesores no les importa cambiarte los exámenes, te comunicas con ellos por correo y te explican lo que han dado o los deberes. El departamento de atletismo justifica tus faltas si es por competiciones”, valora. Un ejemplo de su rutina: clases de 8:00 a 12:00; entrenamiento de 12:00 a 14:00 o 15:30 si toca gimnasio; a veces más clases por la tarde hasta las 17:15; cena a las 18:00... “A las 21:30 ya me voy a dormir cuando aquí todavía estoy cenando”.

“A nivel académico estoy muy satisfecha del resultado”, aporta Ainhoa. “Es otro sistema completamente distinto al nuestro. Si eres responsable y trabajador, no tienes ningún problema. Los atletas disponemos de mucha ayuda en lo que a organización se refiere, con tutores para las asignaturas en las que puedas tener dificultades”.

La otra ventaja obvia se condensa en las infraestructuras. Carlota describe: “Tenemos un gimnasio propio, bañeras de crioterapia, vestuarios estupendos, una zona de fisios... Aunque en fisioterapia no son tanto de contacto físico, con masajes, sino de ventosas, corrientes o punción seca”. La combinera se ha criado en las vetustas pistas de Balaídos, con sus grietas, humedades, carestías y horarios restringidos. Ainhoa se ha ejercitado incluso por los caminos de tierra miñoranos: “Los medios son increíbles, tanto los servicios médicos como las instalaciones. Aquello es otro mundo”.

Ainhoa Repáraz, durante un entrenamiento en Porto do Molle.

Ainhoa Repáraz, durante un entrenamiento en Porto do Molle. / José Lores

Algún defecto le sacan, como a los métodos de entrenamiento. Carlota reconoce: “Me ha costado adaptarme. No ha sido como me hubiera gustado. Desde mi punto de vista, confían demasiado en el talento. No consideran tan importante perder un día de entrenamiento si llueve, lo que en Nashville sucede poco, o reducen el trabajo si hace mucho frío para evitar roturas. Si calientas bien vas a estar bien. Para mí, el entreno es igual de importante que el talento”.

No tendrán que regresar hasta agosto para iniciar el segundo curso. Carlota ya se ha puesto a las órdenes de David Gómez,en sesiones dobles. Mantiene la licencia con el Celta y ha identificado un objetivo claro: el Campeonato de España de su categoría, que se celebra en la última semana de julio.

A Ainhoa, en cambio, su contrato con Ohio State le impide pertenecer a otro equipo. Así que actuará como independiente en lo que le indique su eterno maestro, Óscar Fernández. “Mi vida deportiva sigue ligada a él, por supuesto”, establece. “Mantenemos contacto diario. Nuestra idea es aprovechar estos meses para seguir entrenando y si las cosas van bien, poder competir esta temporada. Quiero llegar poco a poco al nivel que tenía antes de la lesión”.

Estados Unidos se mantiene como su destino a medio plazo. Las dos quieren completar allí el ciclo universitario. No las arredran los inconvenientes que hayan podido sufrir. “Creo que todo me ha ayudado a madurar mucho y que será algo positivo a largo plazo”, asume Ainhoa Repáraz. Carlota Salgado acota, no obstante: “Mi objetivo es quedarme allí y competir estos cuatro años, pero después irme. Por ciertas cosas culturales, creo que prefiero España”.