Atletismo

Yo soy de Óscar Fernández

La inmensa mayoría de los cuarenta pupilos del técnico, despedido del Val Miñor, seguirá con él y sacará licencia con el Celta

“Isto chégame ó corazón”, agradece

Óscar 
Fernández, 
en Balaidos, 
con un grupo 
de sus atletas.  | // MARTA G. BREA

Óscar Fernández, en Balaidos, con un grupo de sus atletas. | // MARTA G. BREA / Armando Álvarez

Armando Álvarez

Armando Álvarez

Hormiguea por Balaídos como cualquier mañana de sábado, incluso las desapacibles. Va de atleta en atleta, tomando tiempos y repartiendo instrucciones. Mantiene la sonrisa melancólica, el paso corto y el verbo acelerado. Algo ha cambiado, sin embargo. No viste la chaquetilla verde. En su sudadera gris transita hacia el azul celeste. Óscar Fernández ya no ejerce como entrenador del Val Miñor. Guillermo Martínez, presidente del club gondomareño desde hace un año, ha decidido prescindir de sus servicios. La noticia ha conmocionado ese microcosmos que componen familias y jóvenes. La inmensa mayoría de sus 40 discípulos lo acompañará en su nuevo viaje. Sacarán la licencia de 2024 por el Celta. Óscar no se detiene. Cambia de calle para seguir avanzando.

“Hai que marchar dos sitios con elegancia”, sostiene. Las desavenencias resumen su despido del Val Miñor: “O presidente ten unha visión do clube diametralmente oposta á miña”. Cuestiones de filosofía y organización. Nadie discute la maestría de Óscar Fernández. El atletismo español lo reconoce como uno de sus mayores sabios. Detenido su galope, tras compartir generación dorada con Alejandro Gómez o Carlos Adán, se sumergió en el estudio. Al Val Miñor llegó hace una década, en el ciclo natural de los relevos: “Foi unha situación parecida á miña, unha ruptura coa directiva. Parte dos atletas que había marcharon co adestrador, Lacazzi”.

Óscar se encontró una Sociedad Atlética Val Miñor desolada. Apenas se habían quedado treinta atletas. El grupo de mayores de 16, con el que él empezó a trabajar, constaba de sólo dos. En la temporada que concluye el club había superado el centenar de licencias. Y Óscar se ha encargado directamente de cuarenta. Rechaza que el mérito de semejante crecimiento le corresponda en exclusiva. “Tivemos moita sorte co presidente que había, José Ángel González Rocha. Foi a alma do clube. Volcouse. Adicou a súa vida persoal. É imposible ter a ninguén coma el a nivel humano, coa súa empatía. Coñecía a todos os atletas, animaba a todos... Era espectacular”. También con el sucesor de Rocha, Dolfi Gil, se sintió cómodo. No ha podido mantener esa sintonía con Guillermo Martínez, que accedió al cargo hace doce meses.

Óscar Fernández ha sido, durante estos diez años, una figura omnipresente en el Val Miñor. Ha completado por devoción lo que su contrato, de tres días, no le permitía alcanzar. “As xeracións novas teñen moitísimas actividades extraescolares, comparadas coa miña. Os fillos están en música, inglés... Ou manexas un horario moi amplo para que os pais podan organizar o quebracabezas semanal ou é moi complicado”, argumenta.

Él, además, ha moldeado deportistas de calidad. “No tema da elite, non tes nada que facer se non adestras case todos os días. Chegado a un punto de rendemento alto, oblígache esa esixencia persoal”. Rechaza, sin embargo, cualquier propaganda o martirio. “Eu disfruto. O atletismo ten sido a miña paixón toda a vida. E hai un tema persoal. É moi gratificante cando tes un grupo de nenos ós que ves madurar”.

Ainhoa Repáraz, una de las velocistas más prometedoras de España, hoy enrolada en la Universidad de Ohio, ha sido el gran talento que ha contribuido a esculpir. En su corazón brillan igualmente Marina Prieto y Elena Costas. Esta última milita en el Celta por cuestiones competitivas, pero se mantiene ligada a la entidad gondomareña como socia. Ellas son precisamente aquellas dos adolescentes con las que inició su magisterio miñorano. La producción no se detiene, con chicos que ya han participado en Campeonatos de España: Ricardo Cortizo en 400, Adrián Bernárdez en 100 y 200, Cortegoso en longitud... “Empecei con eles hai seis ou sete anos, collínnos de pequenos e xa son júniors”, recapitula Óscar en el frenesí del almanaque.

La decisión de la directiva del Val Miñor de cortar la relación con Óscar Fernández, aunque se pudiese intuir en las controversias internas, se concreta con escasos días de margen en el periodo de renovación e inscripción de licencias. Sus atletas y tutores tendrán que decidir de manera inmediata si siguen con él o si se quedan en el club gondoreño. No parece que existan demasiadas dudas. Solo un par, con hermanos pequeños en el Val Miñor, se quedarán para facilitar los traslados familiares. El resto se mantiene fiel a Óscar Fernández.

Éste ha maniobrado a toda velocidad para reconfigurar su intendencia. Su centro neurálgico se traslada de Gondomar a Nigrán. El alcalde, Juan González, le ha abierto las puertas de par en par. Le concede acceso al pabellón, que usufructuará coordinándose con el Airexa. “Juan, como sempre, está de dez. Coñéceme perfectamente e sabe que o que facemos, facémolo ben. O club de baloncesto pórtase tamén xenial. Deíxanos un corredor para que non molestemos ás xogadoras”.

No se modifica, claro, la carestía de infraestructuras atléticas en la comarca.Seguirán realizando tareas en la playa o sobre el asfalto. “Non tes foxo, colchoneta de altura, non podes facer valados para que non se esfolen os nenos, é complicado preparar as saídas...”. En ese sentido, seguirán visitando al menos una vez a la semana Balaídos, deteriorado pero al menos completo. Él hará como siempre de chófer en lo que le alcance. Advierte: “O esforzo é dos pais, sobre todo cando os atletas son pequenos. O mérito de todas as familias do Val Miñor é inmenso, cun compromiso espectacular para mover os nenos ás probas en Ourense, Braga...”.

Óscar Fernández.

Óscar Fernández. / Marta G. Brea

En las visitas a Balaídos podrán sentir que esas pistas ancianas se han construido para sus colores. Porque los discípulos de Óscar Fernández tendrán licencia céltica. Él ya estaba actuando como director técnico del Real Club Celta y del Atletismo Femenino Celta, a los que el Val Miñor estaba vinculado. “O grupo integrarase e o meu vencello será en principio igual”.

Clausura Óscar Fernández una etapa de su existencia. Amarga en la resolución laboral, pero plena en la compilación de afectos. Ajeno a los grupos de WhatsApp, sus propios atletas le han comentado la lluvia de elogios que deportistas y padres le han dedicado. Otros se lo han comentado en vivo. “Non é polas horas ou o dominio ténico. Os pais valoran a educación que transmites ós seus filos nunha idade vital. A reacción é impresionante. Síntome abrumado. Teño chorado. Isto chégame ó corazón”.

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