Mirador de Lobeira

Cosas de prestidigitador

Antonio Touriño

Antonio Touriño

Están los Ayuntamientos en la disyuntiva de aumentar o no los impuestos a sus ciudadanos porque llegan con dificultades a fin de mes. Les pasa como a la mayor parte de las familias, que la inflación se ha convertido en un azote a la cartera de tal magnitud que todo quisque tiembla.

Y da igual quién gobierne. En O Salnés y Ullán ya han expresado la intención de aumentarlos socialistas, nacionalistas y populares, que obviamente van a tener que esgrimir razones suficientes para evitar una rebelión, aunque solo sea de índole parlamentario.

Salvo meritorias excepciones, como Vilagarcía que solo incrementará el recibo del agua porque así figura en el contrato o Cambados que lo descarta este año, a los demás no le salen las cuentas y temen quedarse sin un duro en el bolsillo.

Pues si es así, no estaría mal que busquen otra contabilidad; en román paladino, que se interesen por la gestión. Sí, de recursos, pues resulta que día sí y día también se denuncia que algún gobierno ha perdido 70.000, 100.000 o 300.000 euros de una subvención abierta por cualquier motivo.

En absoluto es de extrañar que al ocurrir tales desatinos, sean muchos los que piensen que es necesario afinar de nuevo el sentido común para obtener recursos sin necesidad de sangrar a Juan Pueblo que ya bastante tiene que aligerar la cartera por los mismos motivos que las administraciones.

Toca volver a activar los pactos económicos con los más fuertes, a saber: Diputación, Xunta y Estado para que incrementen las partidas presupuestarias destinadas a los entes locales, básicamente porque los ingresos del Estado se han disparado vía IVA y demás, de una forma extraordinaria.

Es por tanto hora de que los alcaldes, cada cual en su posición, exijan lo que corresponde a los ayuntamientos por el mayor coste de los servicios.

Ya está bien de que siempre sean los mismos paganos quienes cubran los excesos de las crisis, en vez de los que realmente se enriquecen con ellas.

El debate sobre la subida de tasas e impuestos es ahora imprescindible, pero los ciudadanos también tienen que saber el por y para qué, además de cuanto les va a suponer al bolsillo.

Básicamente porque no basta con alegar que los fondos son insuficientes, sino que quizás también tendrán que hacer una política de ajustes, de ahorros y supresión de dispendios innecesarios.

Porque a lo mejor no es el momento de renovar el firme de una carretera, porque quizás no haga falta un árbol luminoso de 30 metros con miles de luces led, porque a una reunión no hace falta que vaya una comitiva o simplemente es innecesario cambiarle el coche de cuatro años a la policía.

En suma, parafraseando a economistas de toda la vida, gobernar un ayuntamiento es igual que hacerlo en una economía doméstica de modo que a principio de mes debe saberse cuanto se puede gastar cada día y ahorrar.

Y hay meses en los que resulta casi imposible comprarse un televisor si resulta que se ha desgraciado la lavadora.

Quizás sea necesario esperar a que acabe la crisis en vez de ahogar a las familias que hace solo tres meses les han votado en confianza.

El chasco económico es brutal, por lo que habrá que recurrir a las técnicas de prestidigitación para estirar los billetes que llegan a las arcas, que no son pocos.