El gran fiasco turístico de la Diputación: Cuatro pousadas en O Salnés de muy compleja gestión

Dos de las instalaciones, en Ribadumia y Meaño, todavía siguen sin ofrecer plazas de alojamiento EFuncionan O Grove y Meis

Instalaciones de la piscina climatizada de Ribadumia.

Instalaciones de la piscina climatizada de Ribadumia. / Iñaki Abella

Antonio Touriño

Antonio Touriño

Buscar plaza en las pousadas de Meaño o Ribadumia para el próximo puente de mayo es misión imposible en cualquiera de las plataformas de viajes operativas y no porque hayan colgado el cartel de completo sino porque continúan cerradas a cal y canto como consecuencia de diversos obstáculos imposibles de salvar.

Este es uno de los grandes fiascos de la Diputación de Pontevedra que con fondos europeos desarrolló uno de los proyectos faraónicos que más controversia han generado en la última década, sobre todo por el elevado coste que han supuesto, por encima de los diez millones de euros de la época, si bien la expresidenta Carmela Silva llegó a indicar que el déficit alcanzó los veinte millones.

Las cuatro pousadas de O Salnés formaban parte de un ambicioso plan para reactivar el turismo interior de la comarca, en un momento de enorme auge del sector, por lo que era necesario abrir otros nichos de mercado.

Interior de la pousada de Armenteira. |   // IÑAKI ABELLA

Interior de la pousada de Armenteira. / Iñaki Abella

El presidente entonces de la Diputación, el popular Rafael Louzán vio una oportunidad en el turismo adaptado para defender la construcción de cuatro hoteles de lujo en la comarca, con respaldo financiero de la Unión Europea. Una idea que también se apoyaba en otros planes de dinamización turística en tanto que apostaba por la puesta en valor de rutas de senderismo como la de A Pedra e a Auga, o por la excavación y puesta en valor de los castros de Besomaño, en Leiro, o el de A Lanzada, en los límites entre Sanxenxo y O Grove.

Competencia con negocios privados

La propuesta generó grandes expectativas pero también controversia en tanto que una institución como la Diputación de Pontevedra competiría de forma directa con la oferta privada de hoteles, obviamente con una diferencia abismal de recursos.

Aún así, el proyecto fue adelante casi hasta el final y, a día de hoy, los cuatro inmuebles en O Grove, Ribadumia, Meis y Meaño han sido construídos y amueblados a todo lujo. Y además son los únicos que tienen todas las habitaciones e instalaciones de ocio adaptadas para personas con movilidad reducida, un colectivo turístico que tiene una oferta reducida en toda España a pesar de ser muy numeroso.

Concurso complejo

La idea fue asumida por el sector e incluso salió a concurso la explotación de las cuatro pousadas, de modo que el grupo Hotusa asumió su gestión hace ya ocho años. A día de hoy lo lleva la firma Arlea Hotels.

Sin embargo, en este tiempo, tan solo funcionan a pleno rendimiento en temporada turística, dos de ellas; a saber la de Armenteira y la de O Grove, que se instaló en el antiguo edificio vacacional de A Lanzada y que, por tanto, fue la que resultó más económica a la hora de su construcción.

Un centenar de plazas

En definitiva son las únicas que ofrecen plazas de alojamiento vacacional, por precios que según temporada rondan los 120 euros por noche en habitación doble.

Aún así, su funcionamiento no dejó de tener detractores en los últimos años. La expresidenta de la Diputación, Carmela Silva, nunca llegó a hacer un respaldo explícito de este negocio, pese a sus innumerables comparecencias de valoración de las sucesivas temporadas turísticas.

Es más, la política socialista ha sido siempre muy crítica con el proyecto global durante su mandato, llegando a subrayar el sobrecoste de la iniciativa que, como queda dicho, llegó a estimar en unos veinte millones de euros.

Propuestas diferentes

Cabe recordar que inicialmente, el proyecto de A Lanzada, en el que se aprovechó el antiguo Sanatorio, tenía un presupuesto de 1,3 millones de euros para habilitar un total de 23 habitaciones con vistas a la playa.

Las otras tres pousadas eran de nueva factura, todas ellas integradas en el entorno. Así en Meaño, se habilitó un hotel con 24 habitaciones y un spa, cuya fachada tiene forma de tonel de vino, valorado en 2,7 millones; la de Ribadumia, que superó los tres millnoes de euros, cuenta con 26 dormitorios y piscina interior; mientras que en Meis se instaló al lado del monasterio de Armenteira, también con 26 habitaciones y un presupuesto de partida de 2,5 millones de euros.

Una instalación que se topó con los intereses de la iglesia

La pousada de Ribadumia es la que más obstáculos ha encontrado en su camino durante este polémico proceso que sigue sin concluir casi quince años después de que fuera proyectado como la gran idea para, de una parte promover el turismo interior, y por otra, diversificar la oferta con hoteles de lujo adaptados también a personas con discapacidad. El imponente inmueble está finalizado e incluso amueblado totalmente pero nunca llegó a abrir sus puertas como establecimiento hostelero debido a problemas urbanísticos que nunca fueron despejados por las administraciones, salvo con una ligera alusión a las diferencias con la Iglesia, pues parte de los terrenos les pertenecen. El problema, que sigue sin resolverse, trató de solventarse con compensaciones que básicamente pasaban por la urbanización de las calles del entorno, de modo que se creaba un espacio para todos los vecinos. El edificio cuenta con un interior de lujo y excelentes calidades en los materiales empleados, pues no se han escatimado gastos en un ambicioso proyecto que tenía como reclamos otras iniciativas como la promoción de sendas o la excavación del castro de Besomaño.

Ahora es el turno de otro presidente del Partido Popular, Luis López, quien tiene la misión de pensar en impulsar o no este ambicioso proyecto turístico, si bien de momento aún no se ha pronunciado acerca de cómo va a actuar al respecto cuando se va a cumplir un año desde su toma de posesión.

Expectativas ante el abandono

El problema más acuciante es que el abandono de las instalaciones ya está haciendo mella en las mismas, como se ha denunciado en varias sesiones municipales plenarias y que han derivado en ligeras labores de mantenimiento.

También cabe recordar que el concurso que ganó el grupo hotelero que tiene la explotación tiene los años contados, pues ya ha superado el ecuador de los doce a los que se comprometió y por lo que debe ingresar en las arcas provinciales un once por ciento de sus ingresos anuales.

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