Crónica de un viaje al esoterismo (con meigas incluidas)

¿Quieren cita con una meiga? Para algunas, hay que esperar hasta una semana

Echan las cartas por teléfono o videoconferencia y se dan a conocer en las redes sociales por toda España

Siguen manteniendo rituales, pócimas o ceremonias heredadas de sus abuelas

María Diz, en Aquelarre, Pontevedra.

Mar Mato

Mar Mato

Este no es un reportaje de investigación, tampoco un artículo de opinión. No esperen una noticia con argumentos objetivos. Simplemente, si lo leen hasta el final, les aguarda una crónica de un “viaje” por varias tiendas de productos esotéricos, una expedición en busca de meigas, brujas y santeras de nuestros días.

La última novela de Ledicia Costas, “Pel de cordeiro” (editada en gallego por Xerais y en castellano por Ediciones Destino), ha devuelto el interés por lo esotérico. Su historia es una ficción con una parte fantástica y otra verosímil en muchos aspectos que conecta las meigas de la época inquisidora con las actuales.

Su libro ha llegado a las estanterías casi al mismo tiempo que otro firmado por una de las brujas de referencia en España, la viguesa Rosa Alonso Ferragud. La editorial Oberon le acaba de publicar “El legado de una bruja celta” que entronca con un volumen anterior editado nueve años atrás por Xerais, “Secretos de una bruja celta”. En el último, propone rituales, ceremonias para invocar a diosas celtas, elaboración de pócimas...

Las dos obras –desde diferentes puntos cardinales de la creencia– levantan la curiosidad por las hierbas aromáticas y un saber más allá de lo racional en muchas cuestiones.

En las presentaciones de “Pel de cordeiro” Ledicia Costas ha explicado que para escribir el libro visitó a varias meigas y brujos. ¿Por qué no marcar nuestra propia expedición? Seleccionamos tres paradas: Aquelarre en Pontevedra, Inari Sobrenatural en Vigo y Cosas de Meiga, también en la ciudad olívica.

La primera impresión en Aquelarre donde Ledicia Costas presentó su última novela esta semana– es la de vivir una película fantástica ante su fachada que recuerda a los templos góticos. Solo un segundo antes de cruzarla imaginamos que la banda de insectos que protege a Catarina en “Pel de cordeiro” nos espera tras la puerta para abrazarnos.

En el interior de Aquelarre, la idea de los voladores queda difuminada porque los ojos no dan abasto con tanto estímulo: inciensos, amuletos, velas, libros, figuras... El cuerpo, por su parte, comienza a acomodarse en una nube de incienso fuerte pero no molesto.

Acompañamos a una amiga que tras realizar sus consultas en internet acude a buscar un ritual de limpieza del hogar. Ha leído que se puede purificar la energía de un espacio para influir en el estado de ánimo de las personas.

El dependiente que nos atiende destaca por su amabilidad. Comprende desde el primer instante que somos novatas en la cuestión.

Sobre el mostrador, propone un ritual simple: un sahumerio de limpieza, es decir, perfumar con humo aromático. Por un lado, presenta las hierbas; por otro un carbón; y por otro, unas velas.

Pontevedra. Tienda esotérica Aquelarre, María

Preparado en Aquelarre. / GUSTAVO SANTOS

Su consejo es buscar una olla fuerte vieja o sartén; o un recipiente que aguante el fuego. En él, se posará una cantidad de hierbas secas. Con unas pinzas, se tomará una pastilla de carbón que se encenderá con una cerilla por varios lados. De inmediato, comienzan a saltar minichispas agradables de un mineral como el usado para las cachimbas o pipas de agua pero que no se nos asemeja al empleado para el churrasco, más abrupto.

Una vez encendida, con cierto color naranja, la pastilla se deposita sobre las hierbas y de inmediato comienza a oler a un incienso poderoso. En Aquelarre, explican que hay que pronunciar unas palabras en el encendido y que ese humo debe esparcirse por toda la vivienda durante tres días. A mayores, para que la limpieza sea total, se debe encender una vela –algunas son de sal y ruda– cada jornada durante un tiempo determinado.

Al frente de la tienda se encuentra María Diz. Recuerda que su madre, Maribel, quien echaba las cartas, la abrió en octubre de 1993. Desde entonces, reconoce que ha presenciado “un cambio en la gente” frente a lo esotérico. “Hay mucho más conocimiento, otras preocupaciones, vienen de forma más libre. Tenemos una clientela muy variada. Quizás sí que he notado que ahora viene gente de todas las edades cuando antes venía más gente mayor. Hay gente que nos visita como si fuern al supermercado o a la droguería, llega, coge sus cosas, paga y marcha; otra viene, comenta algo y la ayudamos. También es cierto que vienen más mujeres. Aquí llega gente por primera vez todos los días pero hasta tengo nietos de clientes. Muchas personas al llegar aquí se abren completamente”, reconoce María.

En cuanto a un posible estigma alrededor del mundo esotérico, señala que aún persiste: “Hay gente que tiene sus creencias pero las oculta; no lo dice abiertamente. Yo tengo una frase para entenderlo mejor, ‘con quien te acuestas y a quien le rezas es cosa tuya’”.

Pero ¿qué procura quien visita la tienda Aquelarre? Uno de sus servicios es la elaboración de amuletos. “La gente pide para la suerte, para la casa, para que vaya bien un negocio”, añade Diz.

Su presencia en redes les ha ayudado a expandir su servicio más allá de Galicia. Precisamente, una de las cosas que más éxito tiene es el ritual de San Juan, pensado para el comienzo del verano, que se puede adquirir en la tienda física o vía internet.

Ante la cuestión de la balanza entre lo irracional y lo científico, María es tajante: “Las explicaciones científicas a esto deben buscarlas los científicos. Nosotras no necesitamos pasar por el veredicto de la ciencia para saber si algo existe o no. Es imposible que entre en una tienda como esta alquien que debe pasar todo por la razón”.

Marchamos del establecimiento comprobando que el incienso ha obrado ya efecto: nuestra mente y cuerpo se han beneficiado de la aromaterapia y respiran más serenos.

Al día siguiente, nos dirigimos a Inari, en la Avenida de Castrelos, en Vigo. Allí nos recibe una santera que explica que “el mejor cambio que hemos vivido es que ahora la gente no se esconde para ir a una meiga. Antes te miraban mal”.

Relata que su bisabuelo Victoriano –de Marín– ya era curandero, usaba hierbas, filtros con serpientes, para curar problemas de la piel. “Son unas enseñanzas que no quiero que se pierdan. Si con un ajo puedo resolver un problema, ¿por qué voy a echarme un medicamento?”, pregunta. A mayores, cita las malvas para el catarro; los baños de manzanilla para calmar el estrés en niños desde pequeños; las velas de miel o los paseos al lado del mar.

Vigo, Avenida de Castrelos. Inari, meiga, en su tienda-consulta

Tienda de esoterismo Inari. / ALBA VILLAR

En su caso, vende sobre todo santos al tiempo que ofrece remedios como el de Santa Rita o Santa Lucía o echa las cartas en persona, videollamada o por teléfono. “Lo mío no es brujería, es más santería”, recalca una persona que observa que “la gente vive con un dolor muy grande”.

Sobre sus objetivos, se muestra clara: “Yo quiero que la gente que venga a esta tienda se sienta bien, compre o me cuente para intentar ayudarle. Yo soy una bruja muy muy pequeña”. Pequeña o grande, esta mujer transmite una paz increíble y tanto su conversación como el incienso que muestra también serenan el ser.

Con los pies apuntando al coche, pensamos en el próximo destino, Cosas de Meiga. En la céntrica calle Pi y Margall de Vigo, se levanta la tienda, con un fachada de dos pisos y cuatro ventanales donde muestra diferentes productos que llaman la atención. En la transición entre una y otra planta, en cinco letras grandes mayúsculas se lee TAROT.

Hay que reconocer que es la tienda en la que desde jovencitas siempre deseamos entrar pero nunca lo hicimos. Dentro, una señora está realizando una compra y haciendo preguntas. La dependienta le responde mientras atiende el teléfono dando citas.

Al igual que en Inari, los ojos no saben donde posarse para empezar a centrarse. Optamos por fijarnos en una esencia de propósito. “Son para hacer trabajos”, responde la dependienta. A pocos metros, fascinan los tarros de hierbas y polvos; y una mesa camilla más resguardada en otro espacio con un mantel astrológico sugerente.

Al llegar nuestro turno, optamos por pedir un amuleto para una persona querida. Nos aclaran que lo personalizan.

De todos los que hay en la tienda, nos proponen elegir uno fijándonos en qué mejoría queremos para esa persona. Su principal problema es el estrés, la ansiedad. En ese caso, nos recomienda algo lila o violeta.

Una piedra amatista de no más de ocho centímetros de alto se alza como el obsequio ideal.

Aprovechamos para preguntarle cuándo podríamos tener una cita con Rosa Ferragud y nos comenta que hasta el lunes próximo no hay huecos. Estamos a martes. Aclara que puede echar las cartas de forma presencial o por videollamada. “Somos brujas muy modernas. Nos hemos adaptado. Ahora hacer un trabajo puede resultar complicado en determinados lugares. Te ven con una vela en medio de un monte y pueden pensar que vas a incendiarlo. La magia hay que adaptarla a las circunstancias actuales”, aclara.

A continuación, toma la amatista elegida, pregunta por el nombre de la persona y pronuncia unas palabras en un espacio más recogido mientras lo guarda en sus manos.

En ese momento, Rosa Alonso Ferragud no nos puede atender porque está consultando. Nos emplazan a hablar con ella dentro de una semana y aceptamos.

Esa tarde, con su nuevo libro, “El legado de una bruja celta. Lo que debes saber para ser una meiga”, en las manos, leemos que su fin es salvaguardar por escrito el legado de su abuela. “Me convenció de que los mensajes más importantes se envían sin palabras, con la imaginación y con el alma en libertad”, escribe.

Como primeros pasos para ser una meiga, recomienda localizar altares y templos; después comparte pócimas como la de aceite de romero que recomienda para “limpiar la casa de las posibles agresiones de enemigos y malas personas y atraer la suerte. A la hora de hablar de los rituales, entre los consejos, recalca respetar las lunas y los días.

No todo el mundo reacciona igual ante estas lecturas. Como Lola de “Pel de cordeiro” la gente mide la fe, lo inexplicable y la ciencia preguntando hasta dónde pueden llegar las Catarinas y Vitorias del libro.

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