Cocineros de su propio futuro

Jóvenes con síndrome de Asperger se forman en la Fundación Menela como auxiliares de cocina rápida | Esta semana preparan varias tapas para un restaurante del Casco Vello

El cocinero Juan Acuña con sus alumnos Daniel Rodríguez, Fabián da Silva y Gabriel Gil, durante la clase de ayer.

El cocinero Juan Acuña con sus alumnos Daniel Rodríguez, Fabián da Silva y Gabriel Gil, durante la clase de ayer. / Marta G. Brea

Desde las escaleras se escucha el ruido de los utensilios de cocina y a Juan Acuña dando indicaciones a sus alumnos, que preparan una de las tapas que esta semana se sirven en el restaurante Vaiche Boa del Casco Vello de Vigo: “Huevo de corral sobre tierra de huerto y sus frutos”. Esta receta tan sugerente forma parte del curso de “Auxiliar de cocina rápida gourmet” enmarcado en el programa de fomento de empleo de personas con Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) de la Fundación Menela y que cuenta con el apoyo de las convocatorias de ayudas económicas Polises Uno a Uno y Poej Uno a Uno de la Fundación Once.

En el local que la entidad tiene en Alcabre, alumnos y profesor preparan los distintos ingredientes para que luego en el local sólo tengan que montar los platos, un total de 35 cada día hasta el jueves, ya que el viernes y el sábado cambiarán esta receta por “Rollo de piquillo relleno”, de la que se servirán 150 platos durante todo el fin de semana.

Gabriel Gil (25 años), Daniel Rodríguez (29) y Fabián da Silva (25) son tres de los once jóvenes con Asperger que están formando como auxiliares de cocina en la Fundación Menela. El síndrome de Asperger es un TEA caracterizado por dificultades en la comunicación social y en la flexibilidad de pensamiento y comportamiento.

Juan Acuña (al fondo) con sus alumnos Daniel Rodríguez, Fabián da Silva y Gabriel Gil, durante la clase de ayer.  // Marta G. Brea |  // M. G. BREA

Juan Acuña (al fondo) con sus alumnos Daniel Rodríguez, Fabián da Silva y Gabriel Gil, durante la clase de ayer. // Marta G. Brea | // M. G. BREA / Marta G. Brea

Según su profesor, los tres tienen en común la entrega y el cariño que ponen en lo que hacen, dos condiciones fundamentales para condimentar los platos. “Lo importante es que te guste lo que haces para poder disfrutar y para que la gente para la que cocina también disfrute y sea feliz”, afirma Acuña, que tiene más de 25 años de experiencia como jefe de cocina y que desde hace dos se dedica a la docencia.

Gabriel, Daniel y Fabián esperan encontrar entre los fogones un empleo que les permita independizarse. “Quiero y necesito trabajar”, sostiene Fabián, cuya experiencia laboral se limita a contratos de prácticas en una tienda de videojuegos y en el VIP de Gran Vía. “Tengo 25 años y no he trabajado”, se lamenta.

Aunque reconoce que cocinar le gusta, aceptaría cualquier otro empleo. De hecho, está pendiente del resultado de una entrevista de trabajo. “No tengo ninguna preferencia. Me importa más el ambiente que el trabajo en sí, estar con personas a quienes pueda pedir ayuda si la necesito”, afirma este joven, que está a punto de realizar sus segundas prácticas de cocina en esta franquicia.

Un emplatado.

Un emplatado de una de las recetas / Marta G. BrEA

Éste también es el segundo curso de cocina que realiza Gabriel, aunque no pudo realizar las prácticas por una operación de muñeca. “En restauración suelen pedirte experiencia, al menos un año, pero si no te dan la oportunidad tampoco puedes tenerla. También puedes tener suerte y que te llamen de un restaurante que tenga interés en formarte desde cero”, comenta este joven, que ha trabajado tres meses en distintas gasolineras –uno en prácticas y otros dos en contratos de sustitución–.

Como su compañero, lo que desea es trabajar para poder ser independiente, aunque reconoce que la situación no es fácil para nadie. “Funciona mucho la recomendación. A la gente le da más confianza contratar a un conocido que a otra persona que no conoce”, opina. Gabriel tampoco rechazaría ningún empleo, aunque reconoce que trabajar solo no le gusta. “Prefiero tener compañeros o tratar con el público”, dice.

Por su parte, Daniel se estrena como alumno de cocina, un oficio en el que se siente cómodo, asegura, aunque no sabe cómo será en el día a día en los fogones de un restaurante. “Habrá que estar ahí para verlo”, cometa. Daniel es poco hablador, pero muy hábil frente a los fogones. Así lo constatan quienes lo han visto trabajar este año.

El propio profesor será la persona de apoyo de estos jóvenes cuando se incorporen en breve a hacer las prácticas en el VIP, donde permanecerán un mes. “Todos van a necesitar apoyo en mayor o menor medida. Pero el acompañamiento inicial es importante también no sólo porque sirve para comprobar cómo se adaptan y si necesitan algo en su puesto de trabajo, sino para formar a sus compañeros de trabajo, para que conozcan qué es el síndrome de Asperger y cómo relacionarse con ellos”, explica Antía Fernández Castro, psicóloga y agente de empleo de la Fundación Autismo Galicia.

En este sentido, Macarena Blanco Delgado, coordinadora del servicio de atención temprana y diagnóstico de la Fundación Menela, explica que tanto empleados como empleadores se sorprenden de las capacidades de estos jóvenes, lo que demuestra que el principal obstáculo al que se enfrentan las personas con este síndrome de neurodesarrollo es el desconocimiento sobre el mismo. Darles visibilidad es uno de los objetivos de este programa de empleabilidad.

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