Sergi Rufi: “La psicología oficial en aras de ayudar nos culpabiliza y nos presiona”

“Sostiene que los pensamientos son la causa de que nos sintamos mal, poniendo en segundo plano emociones e instintos”, manifestó en Club FARO el doctor en Psicología

José Luis Fernández (izquierda) y Sergi Rufi. |   
//  JOSÉ LORES

José Luis Fernández (izquierda) y Sergi Rufi. | // JOSÉ LORES / Ana Rodríguez

“La psicología oficial, en aras de ayudar, nos culpabiliza por sentirnos mal. Sostiene que nuestros pensamientos son la causa de nuestro estrés y que si cambiamos nuestra manera de pensar mejoraremos. Pone a nuestro cerebro racional en primer plano, dejando en un segundo orden y olvidando a nuestros otros dos tipos de cerebro: el intuitivo y el emocional”. Así lo manifestó en Club FARO Sergi Rufi doctor en Psicología y autor del libro “La belleza de la rareza. Rebelde, sensible, real” (Libros Cúpula), obra que presentó ayer en Vigo.

El escritor y terapeuta, que fue presentado por el psiquiatra José Luis Fernández Sastre, afirmó no creer en la psicología mayoritaria en la actualidad, la correspondiente a la corriente cognitivo conductual, por tratar a las personas como robots, ser demasiado “lineal y simplista al considerar que yo controlo mi cuerpo con mi mente” y no tener en cuenta las dimensiones biológicas, genéticas, emocionales, contextuales e individuales de cada uno.

Tomando como base las afirmaciones de un psicólogo cuyos libros son muy vendidos en España acerca de que el estrés es mental en un 95% de las ocasiones, que lo provocan nuestros pensamientos, que nos fijemos en la gente de alrededor de nuestro entorno laboral que no lo sufre y que todo el mundo puede eliminar la adversidad, Rufi fue desmontando el argumento. “Los animales, las plantas y los bebés no piensan, no tienen mente racional y también sufren estrés, porque tienen sistema nervioso”, afirmó. “Dice que todo lo no positivo en mi mente es un error, confunde el malestar con la maldad y va de juez presionando y culpabilizando a alguien que sufre, algo que anteriormente probablemente ya lo hayan hecho otras personas, como su padre o se jefe”.

El ponente aseguró que esa psicología del control solo es útil para el 10% de la población mundial. Dividió a los seres humanos en dos grandes bloques que se corresponden cada una con un 50% de las personas. En el primero encuadró a los denominados replicantes, “gente en fusión con la familia, el niño bueno que ejerce como su padre y replica los modelos que el sistema le ha dado; están reprimidos, controlados y viven en la idea de la mejora constante; siguen el eslogan de ‘si yo puedo, tu puedes’, tiene como modelo a un atleta de éxito del que cuelgan un póster y te culpabilizan llamándote raro o sensible. Se mueven en tres variables: control, culpa y libertad (viven en una ilusión de libertad)”.

El segundo perfil de persona, en el cual él mismo se encuadró y en el que calcula que esta la otra mitad de la población, se corresponde con el de la gente “rara”, las personas más evolutivas y profundas, quienes, “por oposición, se han buscado un camino más personal, sin tener que cortar con su familia, pero sin pedir permiso al padre para replicar”. “Es gente que comprende que antes que personas somos mamíferos, que debe de saber que la cultura y la vida es estresante (una ruptura sentimental, no poder pagar la hipoteca, no llegar a fin de mes, ser despedido) y que nadie tiene que cambiar su forma de ser para estar bien”, expuso. “Quien no tiene estrés es superficial o es tonto, si lo tienes es que estás despierto, si bien el estrés se puede regular”, indicó.

Respecto a la rareza y su belleza, términos presentes en el título de su libro, defendió la primera como un aporte necesario al colectivo. “Los genios y los líderes son gente rara, aunque no todos los raros han de ser ni genios ni líderes”. Como contraposición a la rareza, habló sobre la normalidad. “Lo normal es lo más frecuente, pero no es lo correcto ni equilibrado”, sentenció. “Alguien raro es rebelde, tiene cierta introversión, necesita espacios de soledad, se permite tener un ritmo propio y creo en el ‘y’ no en el ‘o’: puedo ser simpático y antipático, depende de la situación en que esté”.

Aludió también a otros temas presentes en su libro, como la aceptación. “El rebelde ha intuido que la aceptación es un camino al crecimiento personal; aceptar lo que no podemos cambiar no es sumisión ni redención, es un camino a no morir cabreado, como muere el que fallece desde el control”.

Rebelde e inconformista desde la cuna, doctor en Psicología y practicante de meditación

Rebelde e inconformista desde la cuna, de espíritu aventurero y con tendencia a la experimentación, tal y como se define en su página web personal, Sergi Rufi se licenció en Psicología en el año 2004, tras varios intentos fallidos en otras disciplinas, y trató de seguir encontrándose en otros ambientes profesionales. Tras varios años trabajando en el mundo de la educación, decidió saltar el charco y mudarse a California. “América fue mi escuela definitiva, la salida absoluta y permanente de mi burbuja personal”, manifiesta. Allí entró en contacto por primera vez con el mundo de la meditación y la práctica espiritual, además de trabajar como profesor y psicólogo. Al regresar a Barcelona continuó su formación en psicoterapia y realizó un Máster y Doctorado en Intervención Psicosocial, investigando en áreas como la conciencia y el bienestar personal y trabajando como docente en la facultad de Psicología de la Universidad Autonóma de Barcelona. Autor de “Una psicología real”, “El arte de ser auténtico” y “Manual de espiritualidad rebelde”, Rufi lleva los últimos doce años dedicado a la psicoterapia. A nivel particular, continúa inmerso en su proceso de evolución personal, el cual le ha llevado a profundizar en diferentes disciplinas, como el mindfulness, la astrología psicológica, la meditación, el Chikung o el Hatha Yoga.