“Las tetas solo dan miedo cuando no son para el consumo del hombre”, clama el movimiento feminista

Las expertas consideran que la polémica por canciones como la de Rigoberta Bandini en el Benidorm Fest ponen de manifiesto la “cosificación” del cuerpo femenino

Actuación de la
cantante Rigoberta
Bandini durante
la final del festival
de Benidorm,
el 29 de enero. 
  | // M. LORENZO

Actuación de la cantante Rigoberta Bandini durante la final del festival de Benidorm, el 29 de enero. | // M. LORENZO / C. M. Basteiro

C. M. Basteiro

“No sé por qué dan tanto miedo nuestras tetas / sin ellas no habría humanidad ni habría belleza”.

Lo canta Rigoberta Bandini en “Ay, Mamá”. ¿A alguien no le suena? La canción que llegó a la final del Benidorm Fest, con una puesta en escena que incluyó una teta enorme bajando del techo al escenario. Ahora ya sí, seguro.

Porque, en pleno siglo XXI, que un pecho gigante –casi como un globo aerostático– descienda sobre un escenario sigue siendo provocador. “¿Por qué dan miedo nuestras tetas?”, pregunta Bandini. Psicólogas, activistas del feminismo y artistas responden casi a una voz: “Solo dan miedo cuando no están al servicio del patriarcado”.

Lo de enseñar teta en el escenario –y escandalizar– no es nuevo. Que se lo pregunten a aquellos adolescentes de los años ochenta que abrían bien los ojos cuando salía Sabrina en la tele. Inolvidable su “Boys, boys, boys” en un corsé bien puesto. Entonces no había Twitter, los ofendidos tenían que quedarse en casa.

Salieron todos cuando Janet Jackson enseñó pecho en la “Super Bowl” del año 2004. Aseguraba la cantante que había sido un problema con el vestuario. Pero tanto ofendía el “pezongate” –como se bautizó popularmente–, que hasta la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) decidió abrir una investigación.

“Ejemplos hay muchos, pero lo que realmente preocupa es que siga generando polémica a estas alturas de la película”, apunta la psicóloga Paula Marín, especializada en feminismo y violencia de género. Porque a la puesta en escena de Bandini siguieron muchos aplausos y algunas amonestaciones, estas últimas solo en las redes sociales. A saber: que si la teta era o no necesaria, que si obsceno o no, que si lo hace por llamar la atención. Y de ahí, escalando a los insultos.

“Los pechos de la mujer solo generan insultos y vejaciones entre el machismo cuando no se exhiben destinados al consumo de los hombres. No verás estas reacciones en contextos como la pornografía”, apunta Marín. Y añade: “El ejemplo más claro es la red social Instagram, que censura los pezones femeninos y no los masculinos. Esto está generando movimientos en las redes sociales que son muy positivos para la lucha feminista”, añade la psicóloga.

Prohibición en Instagram

Instagram no dejó pasar el revuelvo por la teta de Bandini. Ante el aluvión de comentarios, publicaciones y “stories” que siguieron a la actuación, la red social prohibió usar la palabra “tetas”. Tal cual. Las usuarias reaccionaron “resubiendo” las publicaciones que eran rechazadas por Instagram, cambiando la palabra “tetas” por “t***”. Una iniciativa más en lo que ya se ha convertido en clamor: a mayor prohibición, más hipersexualización de los pechos femeninos.

Contra esta “censura” en redes sociales han nacido iniciativas internacionales, como “free the nipple” (libera el pezón). Para muchas, lucha. Para algunas, inspiración. Porque, entre tanto revuelo por los pechos al aire, la artista Natalia Suárez creó su colección más reconocida: “Golden Nipple” (“pezón dorado”, en castellano). Piezas de cerámica en forma de pecho, con el pezón en oro de 14 quilates.

“Empecé con un mantequillero. Mi marido es de origen irlandés y la mantequilla en las comidas es sagrada, se me hacía gracioso tener una teta a la mesa”, apunta la artista, al frente del estudio creativo Woodic. Su pieza más buscada son los pines dorados en forma de pezón. Son empleados por colectivos o mujeres para simbolizar la victoria contra un cáncer de mama. “A modo de galón; en plan, eres una mujer de pezón de oro”. O para reivindicar la visibilización de las mujeres, como le han encargado desde varios países de Latinoamérica.

“Sobre el tratamiento que ha recibido el cuerpo de la mujer en el mundo del arte podría hablar muchas horas”, afirma. Bandini lo canta: “Sacando un pecho fuera al puro estilo Delacroix”. “Es una referencia acertada, ya que demuestra que la polémica de la hipersexualización del pecho viene de lejos”, apunta. Lo que ella cree, como artista, es que “deberíamos normalizarlo. Cada vez hay más ceramistas, y otras artistas, que exhiben de otra forma el cuerpo de la mujer. A algunos les parecerá broma, para nosotras es un camino que hay que andar y en el que no queremos estar solas”.

No lo están. Si hay un movimiento feminista que ha puesto las tetas en el candelero, ese es Femen: grupo feminista nacido en Ucrania en 2008, liderado en España por Lara Alcázar. Sus protestas traspasan fronteras, además de por el énfasis y lo justo, porque ellas hacen top-less.

“¿Y no podéis hacerlo de otra forma?”, le preguntan los más reaccionarios a Alcázar. “No. Porque, así, estás diciendo mi cuerpo es mío y lo voy a utilizar para una lucha en mi propio beneficio. Si no lo hiciéramos como lo hacemos, no estaríamos llegando a la audiencia que llegamos”, apunta. De hecho, el grupo está ahora trabajando en un nuevo documental sobre su historia. Apunta rotunda la asturiana: “Siempre que molesten las protestas que hacemos con el pecho descubierto, esas protestas tendrán sentido. Cuando este paradigma cambie, ya no lo tendrán”. “Es hora de dejar de ver el pecho de la mujer solo como objeto sexual o para la lactancia”.

Gran “pero” aquí de Helena Herrero, enfermera y presidenta de Amamantar Asturias. Asegura que las mujeres que lactan en público “aún se sienten violentadas”. Les ocurre “en distintos ámbitos y también en lugares en los que deberían sentirse cómodas y seguras, como en centros sanitarios”. “Las tetas, que ni siquiera se suelen llamar así porque parece que queda mejor pecho o seno, han sido cosificadas totalmente por el machismo patriarcal”. Y añade, “desde el punto de vista histórico y antropológico, forman parte de la vida de las mujeres y de las criaturas”.

Por cierto, que la canción de Bandini le ha venido de lujo a la entidad. “La hemos adoptado como himno este año para el 8-M”, apunta Herrero. El pasado domingo, actuaron en el Domingas Fest de Cangas de Onís (Asturias) con una coreografía muy trabajada. “Es una protesta contra la discriminación social que sufrimos las mujeres que decidimos ser madres. Estamos en un sistema capitalista que condena a las mujeres que son madres a unas reglas del juego que no son, ni de lejos, justas”. “No conceden tiempos ni espacios para el cuidado de las criaturas, ni tan siquiera para recuperar nuestros cuerpos”, añade la presidenta de Amamantar.

Un rotundo “sí”, en general, a la canción de Bandini. Alguna matización, aunque no a la artista ni al tema, por parte de la líder de Femen. Concluye Lara Alcázar que “no es igual de fácil esta reivindicación para todas las mujeres. Depende de la posición que ocupen socialmente, hay muchas feministas de base que no podrían sacarse el pecho en su trabajo”. Por eso pide respeto para todas: para las que pueden y para las que no. Para las que se tapan y para las que enseñan. Sororidad, siempre, como la que canta Bandini.

“Por tantas ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma-ma”.

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