Adiós a un emblema del comercio local

Curtidos Queiro echa el cierre tras cerca de 90 años de actividad en la plaza de A Ferrería y la calle Sarmiento, en los que tres generaciones de la misma familia encabezaron el negocio

Curtidos Queiro se trasladó en el año 2000 a la calle Sarmiento.

Curtidos Queiro se trasladó en el año 2000 a la calle Sarmiento. / Gustavo Santos

Son parte fundamental de la vida de los barrios, generan empleo y contribuyen de modo significativo a la economía de una comunidad, ofrecen productos cercanos y de calidad… Los comercios tradicionales no solo son los motores de un ciclo económico positivo sino que se sitúan entre los preservadores de la identidad de una ciudad, como recuerdan estos días los clientes de Curtidos Queiro, otra referencia de la Boa Vila que cierra sus puertas.

Marcos Otero es la tercera generación al frente de este negocio tradicional situado desde hace más de dos décadas en la calle Sarmiento. Con anterioridad, ocupaba un bajo en la plaza de A Ferrería, donde arrancó en un año especialmente aciago en la historia de España.

“Empezó mi abuelo en el año 1936”, explica. Manuel Queiro Abeijón fue el fundador, un emprendedor de Pontevedra que supo rentabilizar que “había mucho zapatero en la comarca” y muy pocos proveedores de material, de modo que “todos acudían a la tienda: él era distribuidor de calzados: de zuecos, de piel, de todo el material para los zapateros”.

Desde ese primer momento Queiro trabajó el cuero. “Se dedicaba a venta y la distribución a artesanos, porque en aquel momento se hacía todo el zapato; el zapatero era artesano y trabajaba todo el zapato”, explica el nieto del iniciador del comercio, “y después llevaba también lo que es conservación del calzado y material vinculado”.

En el año 2000 el negocio se traslada a la calle Sarmiento. “Se hizo la reforma del edificio” de A Ferrería, recuerda Marcos Otero, “y nos vinimos para aquí”, donde continuaron recibiendo clientes que buscan pieles de vacuno, potro, vaqueta etc, que necesitan arreglos o compran accesorios como monederos.

Manuela Queiro Rodríguez, hija del fundador, encabezaba en esos momentos el negocio, que doce años después pasó a manos de la tercera generación.

Ésta ha tomado la decisión de bajar definitivamente la verja “porque el trabajo no es el que era. Ahora el calzado ya no se conserva tanto ni se le da tanto tratamiento”. A mayores los zapateros son hoy pocos, constata, “y nosotros también nos dedicábamos a venta de herramientas y material” para estos artesanos.

Manuel Queiro Abeijón fue el fundador, un emprendedor de Pontevedra que supo rentabilizar que “había mucho zapatero en la comarca” y muy pocos proveedores de material, de modo que “todos acudían a la tienda: él era distribuidor de calzados: de zuecos, de piel, de todo el material para los zapateros”

Otro factor es que “ya no se busca la calidad, entonces se hacen compras a China y el calzado que se compra tampoco es el que era; ha variado todo mucho”, mientras que Queiro ha apostado siempre por la máxima calidad de los curtidos para unos zapatos o unos complementos que se buscaba que durasen.

“Intentamos trabajar un producto de calidad, un producto bueno”, señala en este punto el comerciante, “y también vendíamos cinturones, carteras y otros productos de piel que ahora o bien se hacen con material reciclado o con polipiel”.

Queiro vendrá sumarse la próxima semana a una larga cadena de cierres de comercios tradicionales, que no solo perpetuaban la identidad cultural de la Boa Vila sino que ofrecían a los clientes alternativas frente a la homogeneización de las grandes cadenas.

“El mundo cambia, las formas de comprar varían y lo que es el comercio tradicional lo está sufriendo”, constata el comerciante. En este escenario, la pandemia supuso para muchos de estos establecimientos familiares la puntilla definitiva.

Queiro vendrá sumarse la próxima semana a una larga cadena de cierres de comercios tradicionales, que no solo perpetuaban la identidad cultural de la Boa Vila sino que ofrecían a los clientes alternativas frente a la homogeneización de las grandes cadenas

La emergencia ligada al COVID aceleró el crecimiento del comercio electrónico, que el pasado año experimentó un auge de entre el 8% y el 9% de modo generalizado; si bien hay productos, como el calzado, en donde la subida fue del 30% con respecto a 2022.

“Desde la pandemia las cosas han cambiado bastante”, subraya Marcos Otero, “la gente está más habituada a comprar por internet” y a hacerse con productos “para una única temporada. Si compras unos zapatos y la temporada siguiente los quieres usar y ya no te valen ya no te compensa arreglarlos”.

Los clientes entienden y respetan los lógicos argumentos, pero no pueden evitar el regusto amargo de pensar que, cada vez más, la piel de la Boa Vila se uniformiza. Se temen que un día de estos ofrecerá lo mismo que cualquier otro lugar, con excepción de los edificios (las fachadas, lo único que se protege), cada vez más parecidas nuestras calles al centro comercial de un aeropuerto… De cualquier aeropuerto.

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