Inútil victoria de la empresa de Cangas a la que arruinó un trabajador por los desfases en obras

El TSXG da la razón a la firma en el despido disciplinario del ingeniero poco antes de que otro juzgado declare su liquidación

Trabajdores de la construcción, en una imagen de archivo

Trabajdores de la construcción, en una imagen de archivo / Iñaki Osorio

La Justicia ha dado la razón por segunda vez a una empresa de Cangas a la que el mal desempeño de un trabajador llevó a la quiebra. El Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) ha confirmado la decisión de un juzgado de Vigo de avalar el despido disciplinario de un ingeniero que permitió sobrecostes en dos obras por valor de más de 300.000 euros. Esos desfases acabaron por arruinar a la firma.

Es una victoria muy poco fructífera: la sentencia del TSXG llegó en octubre de 2023 y cinco meses después, a principios de febrero, el Juzgado de lo Mercantil n.º 1 de Pontevedra, que tramitó el concurso de acreedores, ha concluido el proceso concursal de la sociedad Mantemnorthwest Ibérica, S.L. El auto da por liquidada la firma de manera provisional; si en el transcurso de un año no hay ninguna novedad que lleve a reabrir el concurso, llegará la cancelación definitiva del Registro Mercantil de Pontevedra.

Se trata de una conclusión por insuficiencia de la masa activa, es decir, que no hay recursos para afrontar las deudas. De este modo, los atrasos que queden pendientes con los trabajadores las tendrá que asumir el Fondo de Garantía Salarial (Fogasa). Sin embargo, los pagos del Fogasa están limitados y no necesariamente cubrirán lo adeudado.

En otras sentencias, los juzgados de primera instancia condenaron a la empresa por despedir mal a otros empleados, ya que debería haber ejecutado un despido colectivo. Si un tribunal superior no dice lo contrario, sí tendrán que ser indemnizados por el Fondo de Garantía Salarial.

El que no tendrá esa opción será el ingeniero que llevó la empresa a la quiebra. Si ante el Juzgado de lo Social Nº 1 de Vigo utilizó el argumento de que lo habían echado como represalia por no firmar una reducción horaria y salarial que sí asumió el resto de la plantilla, en el TSXG su defensa buscó convencer a los magistrados de que él sí había avisado de manera adecuada de los problemas que se estaban registrando en dos obras, una en San Fernando de Henares y otra, para Stradivarius, en Barcelona.

Alta cualificación

Esgrimía el empleado que la dirección tenía conocimiento de los partes de horas de trabajo a través de correos electrónicos, pero la sala estima que esos mensajes ya fueron tenidos en cuenta por el juez de primera instancia y que en el recurso no se señala "el documento concreto que evidencia error alguno" del juzgador. Otra vía que intentó la defensa fue la de asegurar que el ingeniero carecía de la formación necesaria para el control de las obras, pero los magistrados replican que tiene una alta cualificación, que llevaba cuatro años ejerciendo esas funciones y que a su llegada a la empresa se le entró el manual pertinente.

Construcción de un centro logístico como los que levantaba la empresa involucrada en el caso

Construcción de un centro logístico como los que levantaba la empresa involucrada en el caso / Carlos Luján (Europa Press)

Ambas sentencias consideran que este ingeniero era responsable de supervisar que se cumpliesen los contratos con los clientes. Además, debía informar semanalmente a sus superiores sobre la evolución de los trabajos. Sí avisó de problemas con las herramientas, la falta de personal y la baja cualificación del mismo, pero no de los desfases de horas registrados. Cuando la empresa los detectó, solo dio cuenta de los producidos en una de las obras.

Sobrecostes

El primero de estos dos encargos que acabaron en la ruina de la empresa consistía en la creación de una entreplanta en una nave en San Fernando de Henares. Tenía un presupuesto de 200.000 euros, con una estimación de 6.714 horas de trabajo. Sin embargo, cuando aún no habían acabado ya se llevaban realizadas 12.939 horas.

Para un encargo similar, pero esta vez en Barcelona y para Stradivarius, el presupuesto era de 194.000 euros y las horas calculadas 10.236, pero ya se habían hecho 5.605 de más. El desfase entre ambas obras, concluye el juez, superó los 300.000 euros.

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