Los dueños de Audasa gastan la mitad en arreglar la AP-9 que en el resto de su red

En 2022 Itínere destinó 8.800 euros por kilómetro en reposición de firmes en Audasa y 26.800 en la AG-55 y AG-57

Los beneficios multiplican por quince las inversiones

Accesos a la AP-9 y AG-57, ambas de Itínere, en una imagen de archivo.

Accesos a la AP-9 y AG-57, ambas de Itínere, en una imagen de archivo. / JOSÉ LORES

Víctor P. Currás

Víctor P. Currás

Pese a ser la concesión que les reporta más beneficios, la Autopista del Atlántico no es ni mucho menos la “niña bonita” para Itínere. El grupo que engloba cuatro concesiones en cinco autopistas invirtió en la AP-9 la mitad en reparaciones que en el resto de los 468 kilómetros de la red que explota. Así lo recogen las últimas cuentas presentadas, donde reconoce una inversión de 8.800 euros por kilómetro en la reposición de firmes frente a los 16.600 de media en la AP-66 (Campomames-León), AG-55 (A Coruña-Carballo) y AG-57 (Puxeiros-Val Miñor). Precisamente en Autoestradas de Galicia, S.A. es donde requiere de un mayor presupuesto para corregir los baches y problemas del asfaltado, alcanzando los 26.800 euros en sus escasos 58,1 kilómetros, lo que supone un 400% más que en 2021.

Sin embargo, en el vial que conecta Ferrol y Tui ha visto como las necesidades en ese sentido se han mantenido de forma más estable durante el último trienio; con 4.300 y 11.400 euros por kilómetro en los dos ejercicios marcados por la pandemia. En esos años, la A-15 que Itínere gestiona a medias con el Gobierno de Navarra a través de Audenasa recibió unos 15.000 euros de inversión media por kilómetro.

Si atendemos al total de las inversiones destinadas al mantenimiento y que buscan reducir al máximo la siniestralidad en la vía, Autopistas del Atlántico S.A. requirió 14.300 euros por kilómetro frente a los 33.220 del resto del grupo. Esta tónica se mantuvo en el mencionado periodo (2020-2022) con una inversión total de 9,44 millones.

Si bien es cierto que la AP-9 del Atlántico no sufre los mismos baches y “fochancas” que dominan la A-52 y la A-6 desde hace años –y cuyo mantenimiento pasa en parte por la implantación de un peaje blanco en las mismas– hay otros aspectos de la infraestructura que son denunciados por los miles de gallegos que la emplean de forma cotidiana. La iluminación de la misma en horario nocturno, donde no se aplican tarifas más bajas como ya ocurre en otras concesiones, provoca que a su paso por muchas travesías urbanas como la salida de Vigo en la AP-9V sea más propia de una carretera nacional que de una autopista incluida en la Red de Carreteras Europeas.

Durante la pandemia ingresó 450 millones en peajes y destinó 9,44 al mantenimiento

También en el término municipal vigués y sus inmediaciones destaca la ausencia de los paneles de protección acústica. El proyecto de las pantallas a su paso por Chapela superó en noviembre el periodo de información pública y está pendiente de la aprobación definitiva previa a la licitación. Hay que recordar que la AP-9 ha sido durante muchos años la autopista con más quejas por parte de sus usuarios.

Durante el último trienio, el Grupo Itínere ha invertido 5,375 millones de euros la reposición de firmes en la Autopista del Atlántico; lo que supone un 31% del presupuesto total para esta partida entre Audasa, Acualsa, Audenasa y Autoestradas. En el mismo periodo, los beneficios donde el accionista mayoritario es Arecibo –formado por Estivo (APG) y Globalvia– fueron de 150,4 millones tras obtener unos ingresos de 450 millones en las cabinas de peaje a pesar de las restricciones a la movilidad vigentes por el COVID-19.

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