Entrevista | Cristina López Barrio Escritora. Premio Azorín de novela 2024

“La creación tiene sus altos y bajos”

La autora, que abandonó en 2010 el ejercicio de la abogacía para dedicarse a escribir, propone en su última novela una aventura cultural con las Misiones Pedagógicas de los años 30 como telón de fondo  

Cristina López Barrio intervendrá mañana en Club FARO.

Cristina López Barrio intervendrá mañana en Club FARO. / Cedida

Hace catorce años abandonó el ejercicio de la abogacía para dedicarse por entero a la creación literaria. La escritora madrileña Cristina López Barrio, Premio Azorín de Novela 2024 por “La tierra bajo tus pies” (Planeta) es la invitada al Club FARO mañana en el MARCO a partir de las 20 horas.

– ¿“La tierra bajo tus pies” es una novela de amor, intriga y venganzas o algo más?

– Es una novela de aventuras porque tiene todos esos ingredientes, no es de amor pero sí contiene una gran historia de amor entre dos amantes que pertenecen a dos mundos completamente diferentes: una mujer sofisticada de ciudad y un hombre que vive en el bosque. Es de intriga y venganza porque nuestra heroína, Cati Skalo, viaja del Madrid de La Belle Époque a un pueblo de la España de 1935 y ahí toma contacto con una familia de campesinos que tiene un deuda pendiente con los terratenientes y por medio hay una desaparición. Es también una aventura cultural porque la protagonista viaja con una de las muchas Misiones Pedagógicas que se desarrollaron desde el año 1931 a 1936 y va a formar parte del teatro del pueblo, experimentando la vivencia de compartir la cultura con los campesinos y conociendo otra forma de vida, la de los pueblos.

– Propone viajar a los años 30, una época de avances, descubrimientos y también contrastes, ¿por qué se decidió por esos años?

– Porque se cruzaron en mi vida de forma inesperada las Misiones Pedagógicas buscando información sobre Luis Cernuda, un poeta que me gusta mucho, vi un vídeo en internet de su paso por estas misiones, seguí buscando y aparecieron unas fotografías de gente de campo en una sesión de cine; ver aquellos rostros de sorpresa, maravilla y esas risas de mujeres, niños y hombre mayores que parecían niños me hizo decidir que quería contar esa historia, qué vivió esa gente cuando vieron llegar a los titiriteros de ciudad y cómo fue esa experiencia de conocer el teatro, la música y el ocio de ciudad.

– ¿Qué es lo que más le atrapó de esas Misiones Pedagógicas en su proceso de investigación?

– Me marcó descubrir la figura de Manuel Bartolomé Cossío, discípulo de Giner de los Ríos; ellos son los artífices de la idea de regenerar España a través de la educación, de que el abismo entre la ciudad y el campo se redujera, querían acercar a la gente del rural no solo la cultura sino también el ocio urbano. Y consideraban que la gente de ciudad tenía que volver los ojos hacia los tesoros recónditos que había en los pueblos, hacia el folclore y la tradición de la España rural, donde estaba la raíz de nuestro país. Me fascinó la modernidad de su principio y su visión de apertura de que España también tenía que mirar a Europa y poner la educación y la cultura como cimientos de nuestra sociedad.

– Hay un personaje femenino que dice “ahora nos toca a nosotras”, una frase que parece vigente casi un siglo después

– Cati Skalo forma parte de un grupo de mujeres burguesas privilegiadas que ya tenían acceso al mundo de la cultura y que abren camino a la incorporación de la mujer a la vida pública, en un momento en que acaban de conseguir el derecho al voto. Esos avances se cortan con la llegada de la guerra civil y ese “ahora nos toca a nosotras” fue el principio del camino hacia la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.

Cristina López Barrio intervendrá mañana en Club FARO.

Cristina López Barrio intervendrá mañana en Club FARO. / Cedida

– Su protagonista está inspirada en la figura de Victorina Durán, ¿quién fue y que le atrajo de ella?

– Era una pintora, figurinista y escenógrafa cuya biografía descubro documentándome. Me atrajo de ella su vida, ella pertenece a una familia poco convencional, muy relacionada con el mundo de la cultura –su madre era bailarina del Teatro Real y su padre era un militar bohemio que se había casado varias veces–. Era una mujer moderna, formaba parte del Liceo, un club solo para mujeres en el que hacían tertulias y exposiciones y en el que estaban también Victoria Kent, Clara Campoamor y Victoria Fortuny, habló abiertamente de su bisexualidad en una época donde el lesbianismo no estaba aceptado. Fue amiga de y alumna de Valle Inclán y de Julio Romero de Torres.

– De hecho otro personaje, Edmundo, está basado en el pintor Julio Romero de Torres, ¿por qué decidió incluirlo en su obra?

– Es que es tan novelesco tal y como Victorina Durán lo describe en su biografía que fue imposible resistirme a incorporarlo. Ella cuenta que llegaba a la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde era profesor, con dos galgos, una capa española y un sombrero de ala ancha, y que era guapísimo, las mujeres caían rendidas a sus pies. Contaba la historia de un diván con unos almohadones enormes donde escondía a las amantes, me pareció fascinante.

– Usted abandonó la abogacía para dedicarse a escribir, ¿está satisfecha de haber tomado esa decisión?

– Es cierto que cuando tomé esa decisión no sabía bien lo que suponía, era un momento en que había tenido mucho éxito con mi novela “La casa de los amores imposibles”, que se había traducido a bastantes idiomas, y tenía un contrato de encargo de obra para escribir otra novela. No me lancé al vacío, pero de alguna manera en mi ignorancia sobre el mundo editorial pensaba que estaba todo hecho. Y no, el mundo del creativo en realidad es una carrera de fondo, cada libro es una aventura – esto al principio no lo sabía, aún así no me arrepiento de la decisión que tomé porque es lo que recuerdo que quería hacer desde que era adolescente – . Cuando la utopía se convierte en realidad, ves que tiene una cara A y una cara B. Todo trabajo creativo va unido a tu estado emocional y evidentemente tiene sus altos y sus bajos.

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