Gallegas a la vanguardia

“Nueva York tiene una personalidad tan grande que te cambia, es inevitable”

La pianista y compositora de Rianxo Aida Saco Beiroa está a punto de acabar sus estudios de posgrado en la prestigiosa Manhattan School of Music con una beca Fulbright

La rianxeira Aida Saco, ante el "skyline" de Nueva York.

Cedido

Sandra Penelas

Sandra Penelas

Las últimas semanas han sido intensas para la intérprete y compositora Aida Saco Beiroa, que hace unos días se enfrentaba a su concierto de graduación en la prestigiosa Manhattan School of Music. Tras dos años formándose con la reputada pianista Michelle Cann gracias a una beca Fulbright e invitada por Solomon Mikowsky, uno de los mejores maestros del mundo recientemente fallecido, la rianxeira está a punto de culminar una intensa y enriquecedora experiencia. En breve, lanzará el birrete al aire con sus compañeros de promoción.

Antes de llegar a Nueva York, estudió con prestigiosos pianistas en el Liceu de Barcelona, la Universidad Codarts de Róterdam y la Schola Cantorum parisina. Pero su paso por la Gran Manzana ha sido muy especial. “No solo es que la ciudad funcione de forma diferente, también la concepción de la escuela lo es. Hay mucha exigencia, mucho nivel y muy poco tiempo libre. Tienes que aprender a administrarlo”, reconoce.

A cambio, ha disfrutado de la oportunidad de conocer a los profesores y estudiantes más brillantes del mundo: “Es cierto que en Nueva York hay mucho nivel en todas las disciplinas, pero en la artística hay muchísimo. La propia ciudad hace un poco de criba porque aquí no puedes sobrevivir si no estás a la altura o no puedes asumir los costes. Si no tienes becas o vienes de una situación privilegiada es muy complicado”.

Y esa batalla diaria, admite, sin duda la ha transformado para siempre. “Lo que te llevas para tu carrera y tu crecimiento personal son las relaciones que haces con compañeros que vienen de todo el mundo y la experiencia de superar retos. Ese aprendizaje personal es lo que nunca desaparece de ti”, reflexiona.

Tampoco lo hará la experiencia de vivir en una ciudad única como Nueva York, que apenas abandonó por unos días en estos últimos dos años. “Tiene una personalidad tan grande que te cambia. Es inevitable. Yo ya me siento bastante neoyorquina y no tengo la misma inocencia que cuando llegué. Pero, aunque una parte de ese carácter es no sorprenderte por nada, todavía lo hago cuando te encuentras en escenarios y situaciones de película”, admite entre risas.

Además de haber ofrecido conciertos en varios países, Aida es compositora. Tiene dos discos y ha presentado proyectos musicales en festivales de cine, así como interpretado sus propias obras. Y su idea ahora es quedarse un año más en EE UU para dedicarse a su carrera y “completar” toda la experiencia antes de regresar a España como establecen las normas de la beca.

“Me defino y me siento cómoda como artista polifacética. Y la industria de hoy requiere este perfil más amplio, también para poder sobrevivir como músicos. Me gustaría desarrollar mis dos facetas con diferentes proyectos de música propia o de improvisación en relación a la clásica. Y Nueva York es una ciudad que te da muchas oportunidades. El máster me exigía prácticamente dedicación exclusiva y el poco tiempo que he podido dedicar a mi vida artística fuera de la escuela está dando frutos, se abren puertas”, celebra.

De hecho, en marzo actuó con la orquesta de Naciones Unidas junto a la directora Amy Andersson, ganadora de Grammy, y pudo conocer a muchos profesionales a los que seguía a través del mundo virtual desde hacía años. “De repente, me vi hablando con esas personas e intercambiando contactos”, relata.

A pesar de tener unos horarios tan apretados, Aida también ha rascado horas para llevar la música al Bronx: “Doy clases de piano en el conservatorio a niños y adolescentes. Es una ONG que tiene la misión de fomentar el arte y ayudar a las comunidades más desfavorecidas. Y es muy enriquecedor poder aportar y conocer otra realidad de la ciudad. Es verdad que hoy en día ya no es un barrio tan marginal, pero las diferencias siguen estando ahí”.

Aida Saco, con su profesora Michelle Cann y compañeros tras su recital de graduación.

Aida Saco, con su profesora Michelle Cann y compañeros tras su recital de graduación. / Cedida

También ha podido conocer a la activa comunidad de artistas gallegos en Nueva York y, junto al poeta vigués Marcos de la Fuente, tienen entre manos el proyecto “As cordas musicais”, un libro de poesía musicado e inspirado en Lorca. A principios de año, ambos participaron en un homenaje al granadino y la próxima semana lo harán en un concierto por el Día das Letras Galegas. “Es muy especial unirnos gente de diferentes disciplinas para aportar nuestro granito de arena”, destaca.

Para ella, la composición sigue siendo, en parte, un juego, como cuando de niña imaginaba melodías y bandas sonoras para las películas o libros que disfrutaba. “En este sentido, mi historia es un poco diferente, quizá más vocacional y libre que la de la mayoría de mis compañeros de la escuela de Nueva York, que empezaron muy enfocados en el piano clásico y motivados por sus padres. Yo tardé en estudiar en un conservatorio reglado, pero componer siempre fue algo natural y que mantuve mientras hacía mi camino como pianista clásica”, comenta Aida, que también apunta a la relación de sus abuelos con la música tradicional gallega y el interés por la cultura que se respiraba en su hogar.

En cuanto se gradúe, la rianxeira se pondrá a trabajar en dos proyectos que la unen a su tierra, una propuesta de un grupo para musicar a poetas mujeres y arreglos para la cantante Uxía: “Aunque llevo muchos años fuera, sigo con un pie en Galicia. Es bastante emotivo para mí que la gente me siga teniendo presente”.

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