Los que creen a Hans Gruber

Hans Gruber, interpretado por Alan Rickman, en la película "Jungla de cristal" (1988).

Hans Gruber, interpretado por Alan Rickman, en la película "Jungla de cristal" (1988).

Rafa López

Rafa López

En una de las memorables secuencias de “Jungla de cristal”, el villano Hans Gruber, interpretado por Alan Rickman, exige al Gobierno de EEUU que consiga la liberación de terroristas encarcelados en Irlanda del Norte, Canadá y Sri Lanka. Los de este último país, pertenecientes a un grupo llamado Amanecer Asiático. Cuando su brazo derecho le pregunta quiénes son esos de Amanecer Asiático, Gruber le responde cínicamente: “Leí sobre ellos en la revista Time”.

Tanto el protagonista, John McClane (Bruce Willis), como los espectadores se dan cuenta de que Gruber no es un iluminado que perpetra un secuestro movido por algún ideal político, sino un vulgar ladrón cuyas falsas reivindicaciones políticas son solo una cortina de humo con la que ganar tiempo para reventar la cámara de seguridad del Nakatomi Plaza.

Todo esto, claro, ocurre en una película de Hollywood. Pero en el mundo real todavía hay quienes todavía permanecen en la ficción, la de creer que un grupo terrorista yihadista como Hamás persigue realmente la liberación del pueblo palestino.

Es el caso de una determinada extrema izquierda española y también cierta extrema derecha residual —véase De Prada—, unidas por un antisemitismo visceral. Su ceguera les impide admitir que detrás de Hamás al sur y Hezbolá al norte, a los que no consideran terroristas, está la mano teocrática y criminal de Irán y la pretensión de borrar de la faz de la tierra Israel y sus 9 millones de habitantes. Los fans de Hans Gruber, ilusos ellos, siguen pensando que los yihadistas de Hamás son románticos y abnegados luchadores por la libertad del pueblo palestino.

¿Es luchar por la libertad asesinar a los asistentes de un festival, violar a las mujeres junto a los cadáveres de sus amigos y después ejecutarlas? ¿Es luchar por la libertad decapitar niños, secuestrar a una abuela y asesinarla transmitiéndolo en directo en su muro de Facebook para que su familia vea ese horror?

Mientras, los correligionarios de aquel vicepresidente del Gobierno de España que estuvo a sueldo de la televisión de la dictadura iraní (él lo llama “cabalgar contradicciones”), la patrocinadora de Hamás, rechazan calificar de terrorista a esta organización fanática cuyos líderes viven a cuerpo de rey en Catar, y cuyos miembros no dudarían en decapitar a cualquier infiel (no musulmán) que se les ponga por delante para imponer en todo el mundo su visión extremista del islam. Porque, como dice Pérez-Reverte, “es la guerra santa, es la Yihad, idiotas”.

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