La derecha dentro del PSOE: ¿fuego amigo o quinta columna?

Alfonso Guerra, entonces diputado, habla con Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados (2014).

Alfonso Guerra, entonces diputado, habla con Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados (2014). / Javier Lizón

Antón Beiras Cal

Antón Beiras Cal

Se dice fuego amigo al proveniente del propio bando que por error confunde sus objetivos. En 1936 el General Mola avanzaba hacia Madrid desde el Guadarrama con cuatro columnas de infantería. Fue entonces cuando en un bando radiofónico aludió a una ”Quinta Columna” formada por madrileños que actuaban contra la República Española. A partir de entonces, se denomina quinta columna para referirse a combatientes infiltrados en la retaguardia enemiga.

Alguna de estas dos cosas sucedió la semana pasada en la calle Martínez Campos de Madrid, en la Sede de la Fundación Giner de lo Ríos. Manuel Pimentel, director de la Fundación, convocara a toda la plana mayor de los primeros gobiernos de Felipe González para la presentación del libro del exministro Virgilio Zapatero. Dice un cronista de la Villa que allí “Volaban los cuchillos entre algunos ex y otros iban directos a Moncloa”.

Alfonso Guerra en su alocución exigió la renuncia de Pedro Sánchez a la Secretaría General del PSOE y a la candidatura a presidente del Gobierno en las próximas elecciones del 23J. Dijo también que “los alcaldes, consejeros y presidentes de comunidades autónomas que han sido desalojados pueden fácilmente rastrear cuándo se estropeó todo. El día en que Pedro Sánchez se unió en un abrazo con Pablo Iglesias Turrión se firmaba el acta de defunción política de miles de responsables políticos socialistas. Abandonar el socialismo liberal que había impregnado la acción del PSOE durante 140 años para substituirlo por una alianza de radicales, populistas, independentistas y herederos del terror significaba un cambio brutal en la tradición y el pensamiento del PSOE”.

A ese acto asistieron además, la exministra portavoz socialista Rosa Conde, quién presentó al escritor. También acudieron, el exsecretario general del PSE-PSOE Nicolás Redondo y varios exministros del Gobierno de Felipe González, como José Luis Corcuera, Carlos Solchaga, José Barrionuevo y el propio expresidente del Gobierno Felipe González, quien no se saludó con Guerra al comienzo del acto.

Unos días más tarde, en otra fundación madrileña se dieron cita otros históricos dirigentes socialistas para debatir el ciclo electoral abierto por las pasadas elecciones del 28M y proponer una refundación del PSOE. El grupo está vertebrado alrededor del colectivo Fernando de los Ríos. Lo que nos une, que tras los pactos con Bildu, la aprobación de leyes como la del sí es sí y las caídas electorales del PSOE se reunió en la fundación Carlos de Amberes, en la calle Claudio Coello, 99. Allí lanzaron otro duro ataque a Sánchez. Algunos de ellos pidieron la “dimisión” del presidente y su renuncia a ser el candidato para las elecciones del 23 de julio.

Intervinieron el ex eurodiputado Pedro Bofill; el ex secretario general del sindicato Unión General de Trabajadores (UGT) Cándido Méndez, o el profesor José Antonio Díaz. Junto a ellos, estuvo Nicolás Redondo Terreros, ex secretario general del PSOE en el País Vasco.

Ruiz Castillo, quien fue diputado autonómico por Madrid, apuntó directamente al voto por correo. Su discurso no se distingue del propio de Núñez Feijoo: “Es un fraude electoral convocar elecciones un 23 de julio, recién empezada la presidencia europea y con un puente en cuatro comunidades autónomas. Eso favorece el voto por correo y la abstención, y del voto por correo ya hemos tenido una muestra de lo que conlleva: no es fiable”. ¡increíble! ¡El voto por correo en España no es fiable!

Evidentemente, nadie pidió el voto para el PSOE en esos dos encuentros y yo no sabría decir si eso es fuego amigo o quinta columna. Pero hay más: hay quien desea que el PSOE pierda las elecciones. Juan Luis Cebrián, antiguo director de El País, en ese periódico publicó un artículo titulado “Cumplir la penitencia”, en el que tras reconocer que el PSOE era un “partido admirable por su contribución al establecimiento de la democracia y a la modernización de nuestro país durante la Transición”, acusaba al gobierno de “fomentar el enfrentamiento, debilitar el diálogo y sucumbir a la manipulación y la mentira”, para concluir que “el paso del PSOE a la oposición podría facilitar su retorno a la centralidad, a ser indispensable en las políticas de consenso, a su abandono del clientelismo y el alejamiento de la cultura narcisista de su jefe”. En otras palabras, derogación ‘del Sanchismo’: derogación de la ley de reforma laboral, derogación de la ley de eutanasia, derogación de la ley de pensiones vinculada al IPC, no al cambio climático, no a la violencia de género, no a los derechos LGTBI… Porque todo eso es lo que significa que el PSOE pierda las elecciones. Y ¿por qué semejante retroceso social y político que Cebrián admite como deseable? Muy sencillo: Domesticar al PSOE, imprimirle un giro a la derecha, alejándolo de SUMAR, para que se acerque al PP, quien así se alejaría de VOX.

Esta canallada no es fuego amigo. Esta derecha socialdemócrata ya no representa a los que se rebelaron contra Rodolfo Llopis y el PSOE del exilio en años 70 del siglo pasado. Entonces un gigantesco partido socialdemócrata alemán financiaba a unos jóvenes socialistas díscolos que se refundaron en el congreso de Suresnes. En Portugal había tenido lugar la revolución de los claveles y la salud del dictador era cada día más débil. Los alemanes entendieron, con razón, que había que insertar con urgencia la tradición socialista en la lucha democrática, pues se avecinaba un acontecimiento histórico del que no se podían ausentar.

El SPD (Partido Socialdemócrata de Alemania) históricamente o ganaba las elecciones o quedaba segundo después de la democracia cristiana de centro derecha. Hoy aquel gigante, a fuerza de gobernar en coalición con el centro derecha o liberales, ha caído en intención de voto por debajo de la ultraderecha de Alternativa Para Alemania.

En Francia el Partido Socialista de François Mitterrand está asomado al abismo frente a la izquierda de Jean Luc Mélenchón y la derecha de Emmanuel Macron: Anne Hidalgo obtuvo en 2017 el 1,7% de los votos. De Italia mejor no hablar.

La alternativa a Sánchez que propone la derecha socialdemócrata es un PSOE que gobierne en coalición con el PP. No existe otra alternativa al abrazo con Pablo Iglesias Turrión. No existe otra alternativa a una coalición de izquierdas más que una coalición de derechas y la prueba de que los experimentos se deben hacer con gaseosa es la desaparición del PASOK (Partido Socialista Griego), quien se bebió la gaseosa e hizo los experimentos con ácido sulfúrico.

Si en nuestro país al PSOE se le ocurriera gobernar con el PP desaparecería dos décadas de la política española. Esto lo sabe el presidente Sánchez, quien tiene el doble reto de ganar las elecciones y así conservar al PSOE como un partido de izquierdas. Suerte y mucho ánimo, pues le harán falta.

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