Entrevista | Javier Castillo Escritor

“Lo paso fatal cuando escribo”

“Empatizo mucho con la gente y cuando les sucede algo horrible a mis personajes se me pone un nudo en el estómago” | “Disfruto más del juego de preparar el enigma de mis libros”

El escritor de "bestsellers" Javier Castillo.

El escritor de "bestsellers" Javier Castillo. / Ana Rodríguez

Con más de 1,7 millones de ejemplares de sus libros vendidos, Javier Castillo es uno de los escritores superventas de más éxito del momento. Acaba de ser padre de su tercer hijo al tiempo que su primera novela se ha convertido en serie de Netflix y presenta su último libro, “El cuco” de cristal”, una historia de suspense que arranca con un trasplante de urgencia y un donante lleno de secretos. El autor malagueño estará en Club FARO el próximo miércoles 12 de abril.

– Está en plena gira de promoción de su nuevo libro, “El cuco de cristal”, y acaba de firmar con Netflix otras dos series basadas en esta última novela y en “El juego del alma”, segunda entrega de “La chica de nieve”, que está cosechando un gran éxito en la plataforma, ¿cómo ve que sus obras se conviertan en productos audiovisuales?

– Es una alegría. Lo que intento cuando escribo es tocar temas que me importan – en este caso la donación de órganos y esa privacidad entre donante y receptor, y sobre los prejuicios­– y que esos temas lleguen al máximo número de personas posibles; y lo que brinda la adaptación al audiovisual con Netflix es un sueño porque llegas a doscientos millones de hogares en todo el mundo.

– ¿No es de los escritores críticos con las adaptaciones de sus novelas, de los que piensan que siempre es mejor el libro que la serie o la película?

– Son productos distintos, ni mejores ni peores. Yo tengo la suerte de formar parte de los equipos que trabajan en la adaptación al audiovisual y, sabiendo que hay grandes diferencias porque el lenguaje es otro, hay temas y sobre todo emociones que en la novela te encuentras y trasladas a la serie. “La chica de nieve” ha funcionado tan bien porque al final una buena historia es universal, sea escrita o audiovisual. Como escritor disfruto más cuando leo un libro que cuando veo una serie porque la primera te da una imagen concreta de una historia y al leer cada uno se imagina los personajes, los lugares... es algo más participativo.

– Incluso ha hecho un cameo en “La chica de nieve?, ¿cómo ha sido la experiencia?.

– Fue muy divertido. Además, tuve la suerte de intervenir con mi hija porque era una escena que en la novela ocurrió y me gustaba mucho: la de un padre que lleva a su hija a una presentación de buscar niños perdidos. Es un recuerdo bonito.

– Vamos con “El cuco de cristal”, del que ya adelanta que es una de sus obras con un final más especial, ¿podría decir por qué sin destripar el desenlace?

– Porque hice que la historia cambie por completo en los últimos dos capítulos. El lector cree que está leyendo una novela de suspense y a partir de ahí descubre que ha estado leyendo otro género muy distinto, con una emotividad muy especial. Me ha parecido un final muy emocionante, real y duro al mismo tiempo.

– ¿Tenía previsto ese final o lo ha ido cambiando?

– Lo tenía previsto, durante la planificación me costó mucho llegar a la historia que quería contar y a ese final, pero una vez que decidí que iba a ser ese el camino en el que todas las historias se conectan en el último punto no di marcha atrás.

– Es de los que planifica sus obras hasta el último detalle, sin embargo en esta se ha ido dejando llevar por los personajes, ¿cómo ha sido este juego?

– Lo planifico todo muchísimo, dejo más en el aire el desarrollo de la personalidad de cada uno de los personajes. Por ejemplo, tenía muy claro que Edwin es un padre de familia duro y severo, pero al mismo tiempo muy frágil y muy correcto, luego conforme lo voy escribiendo va tomando una forma distinta, me voy dando cuenta de que adora a sus hijos y hace que tenga una fuerza distinta, iba a ser un personaje más pequeño y va creciendo. Al mismo tiempo Cora, la médica que recibe el trasplante de corazón, no iba a estar, surgió al final, la historia no iba sobre ese trasplante sino sobre lo ocurrido en el pasado; y de repente surgió y cambió la novela por completo.

– En el capítulo de agradecimientos menciona a una persona trasplantada de corazón que le mostró la cicatriz de su esternón. ¿Fue ella la que hizo surgir el personaje de Cora, el único que narra en primera persona?

– Me crucé en redes sociales con Susana Ramírez, sosann en Instagram, y pasó algo muy bonito: al ver la imagen de su cicatriz de arriba a abajo del esternón, que muestra abiertamente, me generó mucha inquietud y decidí escribirle para saber ver qué se siente tras una operación así, intercambiamos mensajes y me di cuenta de que había un componente emocional muy grande que era lo que estaba buscando para la historia. A partir de ahí, empecé a tirar del hilo, a actuar con la idea del trasplante y del cuco, del comportamiento de ese pájaro que deja sus huevos en nidos de otras especies que luego destruye, y quise vincularlo con ese corazón que tiene Cora.

– ¿En ese juego de siempre intentar sorprender al lector, engañarlo para que no descubra al culpable, sería un fracaso que le “pillaran”?

– No, en realidad no es tanto un fracaso, es una parte del juego, no solo se trata de saber quién es el malo sino también el porqué y acercarse al resto de temas que trato. Es verdad que en una novela de suspense tienes que tener ese componente de sorpresa e ir enganchando todo el tiempo, pero no siempre tiene que haber un giro final sorprendente. Se trata de ir disfrutando de la aventura, ir sorprendiéndote, descubriendo cómo los personajes se enfrentan a enigmas cada vez más grandes y darte cuenta de que hay una única pieza del puzzle que no has sido capaz de colocar. Si alguien me descubre a mitad de la trama tampoco pasa nada, al final la novela se disfruta de diferentes maneras, no solo por el final. Yo intento que sea una mezcla de muchas cosas: final sorprendente, personajes que te arrollen y, sobre todo planteamientos que te hagan formularte preguntas, como por ejemplo ¿qué harías tú si recibieras el órgano de otra persona?, ¿querrías saber quién fue el donante?, ¿qué serías capaz de hacer una vez que lo conoces: te involucrarías con esa familia o marcarías distancia?. Son preguntas universales que generan un debate interesante y reflexiones que te hagan pensar.

– La mayor parte de la historia transcurre en un pueblo de Misuri, ¿por qué se ha ido tan lejos?

Me funcionaba muy bien para la trama, quería hacer ese contraste de introducir a la protagonista en un mundo diferente del que procede. A Cora, una médico residente que es todo ciencia, analíticas y datos, la alejo de ese mundo que ella conoce en Nueva York y la introduzco en otro más espiritual en un entorno muy diferente al suyo, y ese entorno es un pueblecito muy tranquilo de Misuri donde parece que la superficie es normal, pero conforme vas escarbando encuentras una oscuridad de fondo muy grande. Se adentra, además, en la naturaleza, que es mucho más poderosa que la propia ciencia que ella estudia. Ella se encarga de estudiar una naturaleza, la humana, y de pronto ve cómo hay otra, la animal, que también forma parte de un todo.

– ¿Podría ser en un pueblo de la España vacía?

– Es una historia universal que podía haber ubicado en cualquier lugar del mundo, lo que ocurre es que mis novelas se leen en todo el mundo y a mí me facilita mucho el trabajo recurrir a lugares que están en el imaginario colectivo. El hecho de que mucha gente tenga ubicado cómo es un hospital de Nueva York y luego sepa cómo es un pueblecito interior de Estados Unidos me ahorra descripciones. En cambio, una ciudad o un pueblecito en España necesitaría describirlo mucho más y eso ralentiza la trama. También puse la historia en Estados Unidos porque en ese país sí puedes conocer al donante y en España no, incluso hay protocolos dentro de los hospitales para que no se crucen en ningún momento las familias de donante y receptor.

Javier Castillo.

Javier Castillo. / Cedida

– Aborda de frente la maldad del ser humano, la que existe sin justificación. ¿Por qué nos atrae tanto ese tema?

– Hay personas, y hablo ya de psicópatas y de gente que no ha desarrollado esa humanidad, que son animales en su interior. Todos tenemos un punto de animal muy pequeño que hemos conseguido apagar con nuestra humanidad, pero hay gente que no, que sale a cazar, lo vemos ahora con el asesino de Lardero, que no tiene capacidad de empatía con nadie y es capaz de reincidir, de hacer daño. Y hay que hablar de ello, no hay que presentar todos los malos de los libros como personajes psicológicamente traumatizados por la sociedad, simplemente hay gente que crece así y está entre nosotros. Nos interesa y nos atrae porque siempre nos llama la atención lo radicalmente distinto a nosotros, nos genera curiosidad. Yo soy muy positivo, creo que todo el mundo es bueno por naturaleza, pero esos casos puntuales tan distintos necesitamos comprenderlos.

– Y frente a esa maldad pone a la inocencia, a personas que viven para servir a los demás y hacen de ello su proyecto vital. Sin embargo, dice que los que se sacrifican por los demás son unos incomprendidos.

Estamos rodeados de esa bondad innata de ayudar, lo vemos con Edwin, es un animal protector hasta el último extremo, aunque ello le ponga al límite, incluso Cora y otros personajes, pero luego también hay mucho drama que hace que todo se tambalee. Son unos incomprendidos porque somos buenos por naturaleza pero a la vez egoístas, es más fácil jugártela por alguien de tu familia, por ejemplo, que por un desconocido, somos miedosos, cobardes, nos cuesta alzar la voz por los demás.

– Afirma en una de las frases que anteceden a cada capítulo que “la verdad siempre está llena de prejuicios y cuesta aceptar que no estamos preparados para ignorarlos”. ¿Tiene eso presente cuando escribe?

– En todos mis libros, y en este mucho más, juego con los prejuicios a lo largo de la novela para centrar sospechosos y para desarrollar conflictos de los personajes. Por ejemplo, cuando Cora descubre qué le ocurría a su donante, se preocupa por haber recibido un corazón de él y esta teniendo un prejuicio. También hay un personaje, Mara, que no ha hecho nada malo, pero creo que el 99 por ciento de los lectores sospechará de ella porque es una persona espiritual y pensarán que algo turbio tiene detrás, simplemente sospecharán porque es distinta.

– También trata sobre la muerte, de la que dice que puede venir en cualquier momento de alegría, que la olvidamos fácilmente y que nadie nos avisa cuando llega el último día. ¿Tiene presente estas reflexiones en su modo de vivir el día a día?

– No lo tengo presente en mi día a día, pero a veces lo pienso, hay que disfrutar y abrazar cada momento maravilloso porque no sabes cuando se va a acabar. Hay una analogía que lo explica muy bien: vivimos como si nuestra vida fuera un reloj de arena, nuestro presente es el embudo por donde pasa la arena, lo que cae abajo es nuestro pasado y la de arriba, que no podemos ver, es nuestro futuro. Hay mucha gente que se centra en la arena que pasó, otros consiguen solo mirar la que cae en ese momento concreto y hay gente que está preocupada por la que queda. Hay que abrazar cada instante, cada granito de aren que pasa por el embudo porque no sabemos cuánta queda arriba.

– Ha dedicado año y medio a escribir este libro, ¿cómo es su proceso creativo, lo disfruta o se lo toma más con la disciplina de un trabajo?

Lo paso muy mal durante el proceso de escritura, soy una persona que empatiza muchísimo, tengo mucha facilidad para meterme en la piel de la gente y eso hace que cuando escribo sobre un personaje al que le está pasando algo horrible tengo un nudo en el pecho y en la garganta, y, claro, como mi libro tiene tanto drama lo paso fatal. Mi proceso de escritura es una búsqueda continua de recuerdos dolorosos, momentos tristes, y lo paso muy mal. La parte previa de planificación, cuando planteo el enigma y empiezo a hacer las piezas del puzzle, la disfruto muchísimo porque es como preparar juegos para una cena de amigos, pero el rato de cocinar lo sufro.

"Escribo para enseñarles a mis hijos lo que voy aprendiendo sobre el ser humano y la vida. Mis libros están llenos de mis pensamientos más profundos y ojalá puedan entenderlos”

– Dice que sus hijos son la verdadera razón por la que escribe, ¿solo por ellos?

– Escribo porque me gusta y también para enseñarles todo lo que voy aprendiendo sobre el ser humano, la vida, los sueños e ilusiones. Mis novelas están llenas de mis pensamientos más profundos y ojalá cuando sean un poco mayores puedan comprenderlos. Pienso en ser un buen ejemplo para ellos, en que amen lo que yo amo.

– ¿Cómo concilia vida laboral y familiar con tanto viaje de promoción y proyectos?

– Ahora mismo tengo a Pablo, que nació el 1 de marzo, a mi lado. Paré la gira de presentación un mes para estar con él. Mi mujer y yo funcionamos como un buen equipo, coordinamos horarios e intentamos hacer un calendario compartido porque tenemos claro que lo importante es estar con ellos.

– ¿Cómo gestiona el éxito?

– He tenido la suerte de que cuando sucedió la locura de ventas del primer libro me pilló en una época con mi vida construida, con los pilares asentados: ya estaba casado con mi mujer y tenía mi primera hija. Creo que el éxito te cambia si te mudas de ciudad o cambias de amistades, pero no es mi caso, sigo viviendo en el mismo barrio de Málaga, visito a mis padres y a mis abuelos todas las semanas y mantengo mis amigos. Soy el mismo de siempre, pero vendo más libros. Me queda esa ilusión por sorprender al lector que siempre tuve, aunque ahora tengo más responsabilidad porque sé que hay gente que compra mi libro solo porque lo he escrito yo. Eso da vértigo.

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