Las otras "caras" de la superluna azul

El influjo del evento astronómico se notará en la costa, con mareas muy pronunciadas

La bajamar, por debajo del medio metro, descubrirá paisajes que se pueden admirar en contadas ocasiones

La superluna azul que despedirá agosto no solo ofrecerá un bello espectáculo en el cielo nocturno, sino que también destapará paisajes espectaculares en tierra. Aunque sólo será visible en la noche de este miércoles al jueves, su influencia se notará en la costa durante todo el fin de semana, con mareas muy pronunciadas. Así, la bajamar se situará por debajo del medio metro, llegando a tan solo los 20 centímetros en su nivel inferior y superando los cuatro metros en el superior.

Esta ventana temporal de cuatro días descubrirá lugares que muy pocas veces al año se pueden contemplar. Son las otras "caras" de la superluna azul.

La "Madama" de Silgar

Es la embajadora de Sanxenxo. Su figura se inclina majestuosa sobre las aguas de la playa de Silgar, sobre el islote de O Corbeiro. Esta escultura, inspirada en la mitología celta y que simboliza la belleza del mar, es obra del escultor Alfonso Vilar, que la donó en 1995. Sostiene una caracola que, según explica su autor, devolvió al mar al darse cuenta del mal que hacía a la naturaleza al llevársela.

La "Madama" soporta los embates del mar enfurecido en invierno, y recibe a los visitantes que en verano nadan hasta sus pies. Acostumbrados a verla cercada por el agua, sorprende cuando las mareas vivas retiran el nivel del mar prácticamente hasta sus pies, de manera que parece que la esbelta figura va a pisar la orilla.

Vista de los parques de cultivo de Carril con marea baja.

Vista de los parques de cultivo de Carril con marea baja. / Noe Parga

Los parques de cultivo de Carril

Entre el puerto de Carril y la isla de Cortegada se extiende un amplio campo de cultivo, pero del mar. Este se dedica desde la Edad Media a la producción de moluscos. Aunque a mediados del siglo XIX el producto principal era la ostra, en las primeras décadas del siglo XX la almeja, el mejillón y las navajas ganaron peso.

De este gran vivero en el mar destaca su fisionomía: del agua sobresalen palos y piedras que marcan caminos y parcelas, heredándose estas últimas entre las familias. Cuando el mar se retira deja al descubierto un paisaje marcado por los surcos y que permite, además, llegar andando hasta la isla de Cortegada.

A Illa do Santo

Una efímera pasarela de arena a uno de los enclaves más desconocidos de las Rías Baixas. Las mareas vivas han dibujado estos días paisajes desconocidos en la costa, como el camino a la Illa do Santo do Mar, en Marín. Este pequeño y atractivo islote se sitúa frente al playa del mismo nombre, en la parroquia de Ardán, y son pocas las veces que se puede acceder a él. La playa de O Santo es un pequeño y resguardado arenal, rectilíneo y de unos 350 metros de longitud, cuyo mayor atractivo son las vistas a esta pequeña y cautivadora isla.

El islote, también llamado de San Clemente, tiene algo más de una hectárea de extensión. Su mayor atractivo radica en los restos de una pequeña capilla de piedra, sin techo y vacía. El terreno está poblado por vegetación baja, aunque destacan algunos pequeños árboles cuya silueta se recorta sobre el horizonte.

Caminando por el Lérez

Prácticamente se puede cruzar el Lérez a pie cuando la bajamar es muy pronunciada. El repliegue del mar descubre el lecho del río, desde el puente de O Burgo hasta su desembocadura. Este paisaje cobra especial belleza si se mira hacia la ría, con distintos brazos de arena que parecen permitir el paseo hacia la isla de Tambo. Sin embargo, este paisaje también tiene su lado negativo, ya que el descenso del nivel del mar y los lodos hacen imposible la navegación por el cauce a los barcos y deportistas del Club Náutico y vacía el puerto de As Corbaceiras.

Los buzos al pie del Capitán Nemo frente a San Simón.

Los buzos al pie del Capitán Nemo frente a San Simón. / Marta G. Brea

Los buscadores de tesoros del Nautilus

En Cesantes, frente a las islas de San Simón y San Antón, se yergue una escultura en honor al Capitán Nemo, protagonista de la novela "Veinte mil leguas de viaje submarino" de Julio Verne. El conjunto, inaugurado en 2004, eleva la estatua sobre una pilastra de bloques de piedra de más de tres metros. A sus pies, dos buzos del submarino 'Nautilus' recogen los tesoros de la Batalla de Rande que yacen escondidos en el lecho de la Ría de Vigo.

Este hermoso conjunto, ideado por Moncho Lastra y esculpido en bronce por Sergio Portela Campos, fue colocado en 2004. Pero no siempre es visible en su totalidad. Nemo despunta sobre la superficie del agua independientemente del nivel del mar, pero no ocurre así con los buzos. Solo cuando el agua se repliega a sus niveles más bajos es posible ver al completo a los acompañantes del capitán. Estas circunstancias se dan pocas veces al año: con mareas vivas o superlunas. Es en esos momentos cuando puedes acercarte a ellos y descubrir el tesoro que guardan.