"Aquí hay gente muy buena, pero los acontecimientos fueron insólitos, como de cine negro, un golpe muy importante", confesó, un poco abrumado por todo, Antonio Álvarez -mañana será ya un jubilado- al poco de llegar de Tarragona, en 2016, para asumir el mando en una comisaría de provincias abonada a los escándalos. La Policía Nacional encadena en Ourense 3 años de crisis y sobresaltos más propios de una serie de David Simon o una novela de Henning Mankell. El thriller de la comisaría ourensana causa estupefacción dentro y fuera de una ciudad tranquila y quieta, con uno de los índices de delincuencia más bajos de España -la tasa de criminalidad ha caído casi un 10% en un año-, pero cuya Policía es víctima y presunto culpable de uno de los hechos más graves que han sucedido. Hasta 7 delitos, un supuesto homicidio incluido, pudieron cometer dos inspectores en la comisaría, según los investigadores y la juez.

La detención hace una semana de Bernardo y Roi D. L, policías gemelos de 43 años, y la contextualización del posible crimen como punto más grave de una supuesta trama para perjudicar a otros agentes, conforma una situación tan increíble como presente. No hay nada tan surrealista como la realidad, dijo Salvador Dalí. Sacudida por sucesivos episodios que empañan actuaciones buenas, la plantilla sufre "entre la satisfacción por que todo se resuelva de una vez y la tristeza por unos hechos tan graves", dicen fuentes consultadas. "Los compañeros que salen a la calle saben lo que se sufre en momentos así y lo que tienen que oír", añaden otras.

Antonio Álvarez cumple hoy su último día en el cuerpo y, tras 41 años de servicio, un nuevo comisario dará el relevo con un reto inconmensurable por delante: mantener no solo las cifras en positivo, sino mejorar el ánimo y la imagen en Ourense de una de las instituciones españolas mejor valoradas. Desde el primer capítulo del negro historial de la comisaría, tres jefes han estado al frente. Al ourensano Amable Valcárcel le tocó sufrir en sus últimos meses de servicio crisis sobre crisis: el robo de las pistolas del búnker, los anónimos a Asuntos Internos, la filtración de un falso tráfico ilegal de armas y la operación Zamburiña que, como consecuencia de los anónimos, llevó a Asuntos Internos a desarticular al antiguo grupo antidroga. Cuatro agentes siguen investigados por un supuesto trato de favor a confidentes que niegan con rotundidad. Se consideran víctimas de los escritos sin nombre, en concreto uno de noviembre de 2014 remitido a Asuntos Internos en que se les vinculaba con el robo de armas -sucedido en dos partes, 3 en agosto de 2014 y otras 3 en febrero de 2015-, y prácticas policiales corruptas.

Hasta 13 agentes de la comisaría llegaron a tener el teléfono intervenido. Un juez descartó del todo ese nexo. ¿Por qué los anónimos, por qué el robo de armas? Fuentes policiales aluden a las supuestas rencillas y celos profesionales de Roi con el exjefe investigado de drogas, Antonio R. F., que antes de relevarlo en el puesto y lograr grandes incautaciones ya hacía operaciones al frente del GOR de Seguridad Ciudadana. A todo el lío se suma que otros dos agentes de la sede, el responsable del armero y el secretario general (que declara el día 5) figuran como investigados en una causa paralela por el robo de armas que otro juez, el titular de Instrucción 1 Leonardo Álvarez, aún mantiene abierta.

La cima del carrusel de hechos truculentos llegó en abril de 2016, cuando el jefe ya jubilado de la Policía Judicial, Demetrio Martínez, ejerció brevemente de comisario en funciones. El 9 de abril de 2016 fue hallado muerto de un tiro en la cabeza Celso B. A., un agente de 48 años del área de prensa, de la que Bernardo era el responsable. En su despacho, que estaba a oscuras y cerrado con llave, aparecieron 3 de las armas (de las otras 3 aún no hay rastro). No tenía cargador la pistola que expulsó el disparo. Del correo del fallecido salió un correo en el que se autoinculpaba.

La comisaría aseguró en un comunicado que se había tratado de un suicidio pero la juez que estaba en funciones de guardia, Eva Armesto, siguió tirando del hilo. La UDEV de Ourense -que, con su buen hacer en este caso, personifican lo mejor de una comisaría sacudida por los líos- nunca creyó que un solo agente pudiera haber llevado a cabo toda la trama. Celso, de hecho, ni siquiera era sospechoso. Veintiún meses de investigación bajo secreto de sumario y más de 4.000 folios de actuaciones condujeron a las detenciones de los gemelos, a las 9 horas del viernes 19 de enero.

Roi fue esposado en la academia de Ávila, donde ejercía como instructor de tiro desde septiembre, en comisión de servicio. Bernardo llevaba un año jubilado, con una incapacitación permanente. Poco después de que Amable Valcárcel -que sospechaba de ambos- lo relegara del departamento de formación y prensa, Bernardo cogió la baja. En comisaría su arresto por la presunta implicación en el robo de armas, los anónimos así como en el presunto homicidio de Celso ha dolido. Eran apreciados y pocos discuten su capacidad y entrega al cuerpo. "Son jóvenes y podrían haber llegado a ser comisarios principales. Roi fue el segundo mejor de su promoción", observan compañeros.

La juez, que tras dos noches de calabozo los dejó en libertad a las 3 de la madrugada del pasado lunes con una fianza de 60.000 euros -aportaron dos pisos como garantía- y obligándolos a ir al juzgado cada día, ve indicios de la comisión "conjunta y planificada", entre mayo de 2014 y abril de 2016, de los delitos de homicidio, robo con fuerza, tenencia ilícita de armas, revelación de secretos, simulación de delito, denuncia falsa e injurias y calumnias.

Los gemelos defienden su inocencia y su abogado afirma que en el sumario no hay "ni un solo indicio" para imputarles el crimen y sí informes "contradictorios" que no descartan el suicidio, al contrario de lo que opina el letrado de la familia, para quien el crimen es una evidencia. A Roi y Bernardo se les ha extraído una muestra de saliva para cotejar con el ADN ajeno que apareció en la pistola de Celso. Se analiza, además, si la sangre hallada en el maletero y una funda de uno de sus vehículos es de cerdo -como ellos mantienen-, o de persona.

Sangre, ADN y un pasadizo

En el impactante relato de los hechos de la comisaría de Ourense aparece hasta un pasadizo del que la mayoría de los agentes nunca había oído hablar (ahora está precintado por la Judicial). Celso accedió a la comisaría a las 15.55 horas del 9 de abril de 2016. Las cámaras del garaje captan la entrada del Volvo utilizado por los gemelos a las 16.30. Según fuentes próximas al caso, uno de ellos salió a los pocos minutos por la puerta principal, lo que podría servir como coartada. La hipótesis del presunto homicidio dilucida si el segundo gemelo entró en el garaje oculto en el coche para pasar desapercibido.

La plaza donde Roi y Bernardo solían aparcar, más amplia que otras, está fuera del ángulo de cámara y cerca de una puerta pequeña que da a un pasadizo por el que puede transitar una persona. Comunica por las tripas del edificio con la galería de tiro. Que alguno pudiera colarse por ahí para evitar ser grabado es otra de las hipótesis que la instrucción ha de verificar. En el pasadizo se encontraron 14 huellas sin identificar. La novela negra de comisaría, más cerca del final.