Casi dos años de investigación bajo secreto de actuaciones condujeron ayer a la detención de B. D. L. y R. D. L., dos inspectores de la Policía Nacional -el primero, ya jubilado por incapacidad permanente-, contra los que la magistrada de Instrucción 3, Eva Armesto, y la UDEV de la Policía Judicial ven pruebas de su implicación en el robo de armas del búnker de la comisaría de Ourense, así como en la elaboración de anónimos que apuntaron con falsedades a una mafia policial, desencadenando como efecto colateral la Operación ZamburiñaZamburiña, en la que siguen investigados 4 agentes antidroga por supuesto trato de favor a confidentes. Los dos policías detenidos, hermanos gemelos de 43 años, caen 21 meses después de la muerte de C. B. A., un agente del área de prensa -donde B. D. L. era el responsable-, que se autoinculpó de los escritos sin nombre y de la sustracción de 6 pistolas (3 de ellas aparecieron en su despacho). La comisaría identificó como un suicidio la muerte de C. B. A., que según la versión policial se quitó la vida con una de las armas robadas. Avisó de su intención por wasap y envió correos para pedir perdón. La juez que asistió al levantamiento, Eva Armesto, siguió investigando para llegar al fondo. Sospechaba que C. B. A. había sido víctima de presiones (la magistrada recibió un último anónimo desde Santiago que así lo manifestaba). Armesto ha mantenido las diligencias abiertas para esclarecer un posible delito de homicidio o de asesinato.

La UDEV tenía claro que un solo agente no podía elaborar los anónimos, planear la sustracción de las armas y hacer consultas en bases de datos a nombre de terceros, con la intención de hacer daño. Los investigadores, tanto de la comisaría ourensana como procedentes de Madrid, registraron ayer durante horas la casa familiar de los sospechosos, en Toén, para hallar las 3 pistolas que faltan y cualquier prueba de su relación con los hechos. Los dos policías detenidos están bajo custodia en la comisaría hasta que la juez decrete su paso a disposición. Es el epílogo en la sucesión de capítulos de la peor crisis de la Policía en Ourense.

La causa seguía secreta ayer y el hermetismo es total. Se sabe que R. D. L. fue detenido y esposado a primera hora de ayer en la academia de Policía de Ávila, donde ejercía como instructor de tiro desde el inicio del curso actual, en septiembre de 2017. Él y su hermano B. -jubilado hace un año por problemas psicológicos- son especialistas en el manejo de armas y atesoran varias medallas en campeonatos de tiro de primer nivel. B. D. L. era el jefe de prensa de la comisaría y el delegado de formación hasta que el excomisario Amable Valcárcel -que ya sospechaba de él- lo relegó. Tenía acceso libre a la galería de tiro.

El germen, "celos" y rencillas

R. D. L. era el jefe del grupo de estupefacientes cuando uno de los investigados en la Zamburiña, A. F. R., estaba al frente del GOR de Seguridad Ciudadana, antes de su paso posterior a la unidad antidroga. A. F. R. era muy eficiente, lograba incautaciones desde su unidad y empezó a tejer una red de confidentes. Fuentes policiales sitúan en ese momento el inicio de los "celos profesionales" y rencillas del inspector que motivaron la venganza interna y, en cadena, toda la serie de episodios posteriores. Según esta versión, C. B. A. habría ayudado a los hermanos por su buena relación y para aspirar al puesto de responsable de la galería de tiro, otro agente al que culpaban en los anónimos.

En agosto de 2014, este funcionario -al que otro juez investiga, en una causa distinta, por la desaparición de las armas- tuvo constancia de que faltaban dos revólveres y una pistola, por lo que siguió el protocolo y avisó al secretario general (que declara en esas diligencias paralelas el 5 de febrero). En febrero de 2015, después de que se reforzara la seguridad del búnker con cámaras y un cambio de cerraduras, se volvió a descubrir la falta de otras tres armas: pistolas reglamentarias del cuerpo.

Ese mismo mes salió a la luz un escrito anónimo que llegó a los medios de comunicación. Denunciaba sin pruebas una trama de tráfico de armas en Ourense. Iba en una línea similar al anónimo que fue remitido en noviembre de 2014 a Asuntos Internos. Este apuntaba a una supuesta mafia policial y aludía a la falta de ciertas armas cuya desaparición no se constataría hasta febrero. La filtración dio lugar a una investigación secreta en el seno del cuerpo en la que hasta 13 agentes de la comisaría llegaron a tener el teléfono pinchado.

La Zamburiña, la consecuencia

Asuntos Internos dio credibilidad a los anónimos, sin llegar a identificar a los autores. La operación interna estalló en noviembre de 2015 con la Zamburiña: el exjefe provincial antidroga -a quien el escrito acusaba de haber vendido una de las armas, un punto que se demostró falso- y otro agente fueron detenidos. Dos policías más de la unidad están investigados. La brigada, que había logrado las mayores incautaciones en años, quedó desmantelada y fue renovada.

El avance en la resolución de la crisis de la Policía Nacional se produce a solo 10 días de que el jefe actual, Antonio Álvarez, se jubile. Ourense se ha convertido en un destino incómodo por la sucesión de capítulos de sus historias internas truculentas. Hasta tres mandos distintos han pasado por la sede desde entonces. Un nuevo comisario está al caer.