La mortandad del marisco en la ría causa pérdidas de más de 1,3 millones al caer las capturas un 70%

La facturación en los últimos tres meses en la lonja de Campelo pasó de 2,5 millones a menos de 1,2 | A la espera de que se decida la declaración de zona catastrófica, el marisqueo a flote ya acordó parar desde enero

Una subasta de almeja en la lonja de Campelo.

Una subasta de almeja en la lonja de Campelo. / Rafa Vázquez

Fue en el puente del Pilar cuando comenzó el tren de borrascas que se prolongó más de un mes y que causó inundaciones y destrozos en toda la comarca. Desde entonces hasta ahora la estación de MeteoGalicia ha recogido en menos de tres meses más de mil litros de lluvia por metro cuadrado, es decir, unos 14 litros al día de media. Además de los daños en tierra, este exceso de agua dulce ha causado grandes estragos en los bancos marisqueros de la ría de Pontevedra, con una gran mortandad de marisco, especialmente almeja, la base de la actividad económica de más de 400 trabajadores.

La situación ha inutilizado gran parte de los bancos y apenas se utiliza el de Ameixal, en Lourido, lo que ha llevado a la Xunta a solicitar la declaración de la ría, entre otras de Galicia, como zona catastrófica, con el fin de habilitar ayudas económicas para los afectados.

Los datos provisionales que diariamente facilita la Consellería do Mar en su portal pescadegalicia pone de manifiesto que la mortandad es de tal calibre que en solo tres meses la lonja de Campelo, donde se centraliza la venta de los bivalvos del fondo de la ría, ha registrado unas pérdidas de más de un millón de euros con respecto al pasado año, al caer las capturas cerca de un 70%

Entre el 1 de octubre y ayer pasaron por esta rula de Poio unos 64.000 kilos de producto, que se traducen en algo más de 1,1 millones de euros de facturación. Son cifras ridículas si se comparan con las del mismo periodo de hace un año. En el último trimestre de 2022, este mismo recinto facturó casi 2,5 millones de euros al vender unos 205.000 kilos de marisco. Y las pérdidas aún podrían ser mayores si no fuera por el notable aumento de precios que la escasez ha provocado en los mercados. Esta semana se llegaron a pagar 85 euros por un kilo de almeja fina y casi 16 por la japónica, con subidas en algunas ocasiones de, 50%.

Estas son las cifras básicas de lo ocurrido hasta ahora en esta última etapa del año, en el que la actividad marisquera se ha reducido al mínimo. Así, el marisqueo a pie sobrevive con unas cuotas más reducidas y trabajando en un único banco, ya que Combarro o Lourizán no están en condiciones, y los trabajadores de a flote han decidido parar el trabajo a partir de enero. Aunque en diciembre hubo dos semanas de tiempo seco, las precipitaciones de estos días no ayudan a recuperar las zonas de trabajo.

Con la campaña navideña prácticamente agotada y en muchos casos perdida, la principal preocupación para el sector es lo que pueda ocurrir en 2024. Mari Carmen Vázquez, patrona mayor de la cofradía de Lourizán, afirma que la situación es “muy compleja”, no solo por haber perdido la campaña navideña, sino porque les “preocupa” también el próximo año. “Ahora están yendo a cinco kilos y van a ir bajando porque el recurso no da para mucho más y tampoco se pueden dejar los bancos vacíos”, sostiene.

Ante la falta de ayudas, el cese de actividad es, “por ahora”, el único recurso que les queda. Aguantarán y estirarán hasta enero una campaña pésima pese a lo bien que apuntaba 2023, “excepcional en desoves” hasta que aparecieron las lluvias y dieron al traste con todo. El próximo año tampoco pinta bien. Las piezas “necesitan crecer y eso no pasa de un día para otro”, precisa.

Y es que hasta octubre, la facturación en la lonja de Campelo era inmejorable. Se habían alcanzado hasta ese mes más de cinco millones de euros, muy por encima de los 2,7 del mismo periodo de 2022. Incluso la toxina se ha mostrado más “benévola”. Hasta la fecha, se han registrado 49 días de cierre en la zona V (la situada más al fondo de la ría) en todo el año, frente a los 91 del pasado ejercicio, mientras que en la zona IV apenas se pasó de treinta jornadas de clausura, un tercio de las 102 de 2022.

Las estadísticas provisionales de pescadegalicia detallan que las cuatro lonjas de la ría (Campelo, Marín, Portonovo y Pontevedra) acumulan este año 3,1 toneladas de productos pesqueros, con una facturación de algo más de doce millones de euros. La cifra de pescado y marisco es similar a la del pasado año, y los ingresos económicos aumentaron ligeramente, unos 300.000 euros.

A la cabeza, hasta ahora, está la de Campelo, con una facturación de 6,3 millones, por delante de los 3,5 de Marín y los 2,2 de Portonovo. La actividad de la lonja de Pontevedra, ubicada en el mercado de la calle Sierra, ya es testimonial y abocada a su desaparición.

Pero el panorama no es nada halagüeño desde octubre y se ven con temor los próximos meses ya que la mortandad ha afectado de modo notable a la reproducción de las almejas y a medida que se marisquea se reduce la cantidad de marisco. Las cofradías estiman que la bajada en la producción entre los meses de enero y octubre, con respecto a la media de los últimos 20 años, es de un 76% en el berberecho y se dan porcentajes similares en el resto de los principales bivalvos que se extraen de estos bancos marisqueros: un 64% menos en la almeja rubia, descensos que crecen hasta el 67% en la almeja fina y hasta el 74,3% en la almeja babosa. Además, en 2001 había 6.551 permisos de explotación para el marisqueo, pero ahora apenas quedan poco más de la mitad, 3.616.

Los análisis descartan “patologías raras” en los bivalvos

El Gobierno gallego ha constatado el descenso de la producción en las rías gallegas en más del 80 % y del 57 % en la facturación respecto al registrado el año pasado del 24 de octubre al 24 de noviembre. Para pedir la declaración de zona catastrófica, la Xunta se ha apoyado en informes de MeteoGalicia –precipitaciones excepcionales del 15 de octubre al 16 de noviembre con más de mil litros por metro cuadrado, un 127 % por encima de lo normal–, el Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño de Galicia (Intecmar) –incremento de agua dulce y fuerte impacto en la salinidad– y el Centro de Investigacións Mariñas (CIMA) -mortandad de los moluscos que superó el 80 % en algunas zonas y especies-. Las cofradías también apuntan como claves la contaminación o el menor viento del nordeste, que impide renovar el agua de las rías, “una tormenta perfecta” que debilita a unas especies que ya tienen las “defensas bajas”.

Atajar la contaminación derivada de las fábricas, las depuradoras o las minas, cumplir con las exigencias de la Unión Europea, aplicar “mano firme” con las sanciones y controlar el estado de los ríos -y los embalses- son algunas de sus demandas. Los análisis que ha realizado la Xunta han descartado la presencia de “patologías raras” en la muerte de bivalvos y el escaso crecimiento de las crías de estos en las rías pontevedresas, un problema que la administración abordará por el “camino de la ciencia y la investigación”. Se trata, según anunció el conselleiro de Mar, Alfonso Villares, de “encontrar variedades” de estos bivalvos que “sean más resistentes a estos condicionantes nuevos” que presentan las aguas de Galicia.

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