Más allá del tiempo

Pedro Regojo Otero

Pedro Regojo Otero

Desde hace miles de años el ser humano tuvo un sentido transcendente de la vida, algunas veces perverso sacrificando a seres humanos para aplacar la ira de los dioses. Fue a partir de la Revolución Francesa cuando se puso en duda la transcendencia del ser humano y con la caída de los zares de Rusia y el triunfo del comunismo se instaló en una parte del mundo una actitud anticristiana. El catolicismo está vivo y nunca hubo en la historia tantos movimientos apostólicos como los ha habido en los últimos tiempos como el Opus Dei y los cursillos de cristiandad por citar algunos.

En materia religiosa en España ha habido grandes cambios. Hace setenta años estaba bien visto por la sociedad civil el que uno pudiese ser buen hijo de la Iglesia. Hoy intentar seguir siendo buen hijo de la Iglesia parece un hecho raro en este mundo anticlerical.

Estos días que a consecuencia de mi reciente prótesis de cadera no salgo, don Benito, el párroco de San Miguel de Oia, me viene a traer la Sagrada Comunión a casa y me comentaba que solo el 10% de los que viven en su parroquia acuden a la Santa Misa los sábados o los domingos. ¡Qué pena! Como decía San Agustín, el ser humano tiene necesidad de su Dios Padre y Creador, pero Dios respeta la libertad del hombre y de la mujer y se van tras otros signos como el placer, el poder, el dinero, etc., y al final viene el desasosiego y el vacío.

Otra de las cosas que ha cambiado el ser humano es la actitud de compartir. Un signo normal de los matrimonios era tener por lo menos siete hijos y esto trae consigo que los hijos no tenían más remedio que compartir desde una simple manzana a un determinado juguete; este compartir los hacía más generosos y tolerantes y difícilmente nos hacían ser el eje del mundo.

Hoy las parejas no pasan por contraer ni matrimonio civil ni eclesiástico, cuando se cansan se buscan otro u otra para vivir otra vez en pareja. Se comprende que en estas circunstancias es difícil tener un bebé, da mucho trabajo y más fácil es tener un perrito de compañía.

De todas formas las nuevas generaciones que viven en pareja o como matrimonio tienen muy pocos hijos y a estos se les da todos los caprichos y no tienen la oportunidad de crecer compartiendo.

"La vida sigue pero lo que es muy importante es que haya personas referente para seguir su buen ejemplo"

Pero la vida no es fácil ni exenta de contrariedades y disgustos. Mi cuñada Anta acaba de fallecer en el Puerto de Santamaría y la trasladaron a Madrid para enterrarla. Mi hermano Recho se queda viudo y esto parece que es el destino de los Regojo.

Primero, mi padre José Regojo enviudó a los 56 años y no volvió a casarse. Mi hermano Juan Ángel quedó años viudo cuando mi cuñada Ana Bacardí falleció en accidente. Y ahora mi hermano Recho se queda viudo ante el fallecimiento de Anta.

Anta era una mujer inteligente y generosa, le dio a mi hermano Recho doce hijos y tenía una virtud importante: que tenía muy buenas amigas incondicionales. Vaya disgusto que tendrán ante el inesperado fallecimiento. Una parte de sus hijos tuvieron que venir de muy lejos. Daniel, de Thailandia; David, de China, y mi ahijado Óscar, de Miami, sacerdote y numerario del Opus Dei. El funeral de Anta fue presidido por su hijo Óscar, un privilegio de muy pocos, y fue ayudado por mi ahijado, su primo Pedro Regojo Velasco, también sacerdote numerario que se trasladó desde Lisboa.

Allí en el funeral estaba mi hermana Teté, que se trasladó desde Lisboa y mi hermana Álex, que vive en Madrid. Todos sus doce hijos estaban rezando por su madre valiente y generosa.

La vida sigue pero lo que es muy importante en la vida es que haya personas referente para seguir su buen ejemplo.

Que Dios misericordioso acoja el alma de Anta y le dé fuerzas a mi hermano Recho para que siga caminado hasta que Dios quiera. Pido al Señor por los hermanos de mi cuñada Anta y que sirva su ejemplo para no desfallecer en nuestro camino.

*Miembro Club 55