Un vigués gana 1,3 millones en la Primitiva con un boleto que tenía a deber en su bar de confianza

Estaba de viaje y desconocía el resultado del premio

El dueño del bar en el que tocó le había guardado el número, solo él sabía quién era el ganador

Rubén García de Casa Puentes

Rubén García de Casa Puentes / FDV

P.C.

El sábado por la noche la vida de dos vigueses cambió para siempre: el dueño del bar en el que asiduamente juegan la lotería les llamó para decirles que eran millonarios. La historia de estos dos premiados no es la más común. Tuvieron suerte, pero nada habría sido posible sin la buena voluntad del vendedor.

Rubén García regenta Casa Puentes, un restaurante en el número 11 de la calle Progreso. A su negocio acuden diariamente una serie de fieles consumidores que, además de tomarse el café, compran algún que otro boleto de lotería. Hay quien echa suerte, se olvida y hace su vida hasta que vuelve al bar y descubre que no le ha tocado. Si embargo, el fin de semana del 27 de marzo, algo cambió.

Uno de los clientes de Casa Puentes se iba de viaje. Antes llamó a Rubén, con quien tiene confianza, para pedirle que le hiciese una primitiva de tres apuestas, para él y un amigo. La encargó y la dejó a deber. Durante la semana puso rumbo a Italia sin esperar una llamada que le dejase sin aliento.

Los propietarios de Casa Puentes

Los propietarios de Casa Puentes / FDV

Este pasado sábado, García estaba en su bar cuando sonó su teléfono y al otro lado estaba un cliente que sigue todos los sorteos en directo. Le advirtió de que había entregado 1.300.000 euros en su establecimiento. Inmediatamente, el propietario buscó en la galería de su móvil una foto del boleto que le estaba reservando a su amigo. Bingo. Era el ganador.

Pese a que todavía no estaba pagado y que sólo Rubén sabía que ese boleto estaba premiado, decidió actuar con honestidad. No se lo quedó, la idea ni siquiera rondó su cabeza. "Para mí el honor vale más que todo el dinero del mundo", afirmó.

Así, sin trampas y aunque ya eran más allá de las 22,30 horas de la noche, no esperó para dar la buena noticia. Llamó al cliente y se lo dijo sin rodeos. El premiado no le creyó, pensó que le estaba tomando el pelo. "Yo siempre le estoy diciendo lo bien que vive y que a ver cuando da el callo", comenta Rubén entre risas. "Él se negó a creerme, hasta el punto de que tuve que colgarle y pasarle las capturas de pantalla", recuerda.

Habían ganado él y el compañero con el que suele compartir las primitivas. Al momento hicieron una llamada a tres para comentar lo que había pasado. Uno de ellos hasta pidió este lunes libre, para asimilar el cambio que acababa de dar su vida.

El botín no cambió los hábitos de los clientes de Casa Puentes, esta misma mañana fueron a tomarse un café y a invitar a otro al propietario, ya que sin su buen hacer nada habría sido posible.

Ahora, desde el establecimiento confían en que haga un efecto llamada y sean más los que se animen a participar en este sorteo.