Entrevista | Paula Cajaraville Leiro Fiscal de Violencia contra la Mujer de la Fiscalía Provincial de Pontevedra

“Sorprende que niñas de 13 o 14 años acepten conductas machistas que ya creíamos superadas”

“Las redes sociales se han convertido en un instrumento más para ejercer control y dominación en el ámbito de la violencia de género”

"Hay más concienciación social, vemos más denuncias que parten de familiares o vecinos"

Paula Cajaraville Leiro, ayer, en la Fiscalía Provincial de Pontevedra.

Paula Cajaraville Leiro, ayer, en la Fiscalía Provincial de Pontevedra. / Gustavo Santos

Marta Fontán

Marta Fontán

Paula Cajaraville Leiro (Pontevedra, 1980) es desde septiembre la fiscal delegada de Violencia contra la Mujer en la provincia de Pontevedra. Con casi 12 años de trayectoria profesional a sus espaldas, esta especialidad ha estado presente en todas las etapas: cuando estuvo en la Sección Territorial de San Feliú de Llobregat de la Fiscalía Provincial de Barcelona, en sus años en Vigo en los que fue la fiscal del juzgado especializado en violencia machista y ahora en Pontevedra.

– La violencia de género no cesa. El ritmo de trabajo del juzgado de Vigo, donde no se baja de una media constante de entre dos y tres detenidos diarios, así lo evidencia.

– Las cifras de actividad en Vigo son muy significativas, pero no es un fenómeno aislado. Sea en grandes ciudades o en partidos judiciales más pequeños, todos los juzgados que llevan violencia de género tienen mucha carga de trabajo. Los datos de 2023, aún provisionales a la espera de que se presente la memoria de la Fiscalía General del Estado, arrojan que en Vigo el pasado año se registraron aproximadamente 260 procedimientos nuevos de diligencias previas y 570 de diligencias urgentes, junto a uno de jurado [en referencia al crimen de Baiona]. Así que sí, el incremento de litigiosidad es patente en un juzgado donde el trabajo además es muy exigente: no siendo de guardia, estás sin embargo todas las semanas de guardia y hay que buscar donde no hay para que el trabajo urgente no lastre la tramitación de otro tipo de procedimientos. Porque en un día puedes tener dos, tres y hasta cuatro o cinco detenidos, junto a juicios rápidos, solicitudes de órdenes de protección, juicios de delito leves, juicios civiles... El trabajo es a priori de mañana pero muchas veces hay que hacerlo hasta bien entrada la tarde. Otro problema en Vigo es que no hay un juzgado de lo Penal especializado en violencia sobre la mujer y doméstica para el enjuiciamiento y ejecución de sentencias, que sí existe por ejemplo en Pontevedra.

– ¿Sería necesario?

– Sería lo ideal. Si ya hay un órgano especializado para la instrucción, debería haberlo para la fase de juicio y ejecución. A día de hoy cualquier causa penal que no se cierra en el Juzgado de Violencia sobre la Mujer y deba enjuiciarse va, excluyendo los que competan a la Audiencia, a los tres de lo Penal.

– ¿Qué está fallando para que la violencia machista siga al alza?

– Los datos del juzgado de Vigo de 2023 apuntan a un incremento salientable de las diligencias previas y urgentes. Pero si vamos a los del Observatorio de Violencia sobre la Mujer, vemos a nivel estatal un descenso de denuncias: de las 182.078 mujeres que denunciaron en 2022 a las 148.034 en 2023. Así que si me preguntas si hay más o menos violencia de género, no puedo darte una respuesta porque son muchas las circunstancias y variables que confluyen en este fenómeno. Lo que sí percibo es una mayor concienciación social. En aquellos casos en los que la víctima no quiere denunciar o no quiere seguir con el procedimiento, ya no es tan raro que sean los familiares, los vecinos, los testigos... los que sí denuncien y vengan a declarar al juzgado.

Paula Cajaraville fue nombrada fiscal de violencia contra la mujer de la provincia de Pontevedra el pasado septiembre.

Paula Cajaraville fue nombrada fiscal de violencia contra la mujer de la provincia de Pontevedra el pasado septiembre. / Gustavo Santos

– ¿Qué más se puede hacer desde el ámbito policial y judicial para proteger a las víctimas?

– Los convenios internacionales, la normativa estatal y las reformas legales son los instrumentos a nuestro alcance. En 2015 hubo una reforma en el Código Penal que introdujo la circunstancia agravante de actuar por razón de género, que modificó los delitos contra la intimidad o que introdujo un nuevo tipo penal, el de manipular dispositivos telemáticos de control. También, entre otras acciones, apareció el Estatuto de la Víctima, que es muy relevante. Y sobre nuestra relación con el ámbito policial tenemos protocolos de actuación y colaboración con los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado: ahí está el sistema Viogén de valoración policial del riesgo de las víctimas, valoración que se hace de forma periódica a lo largo de la vida de un procedimiento y donde la Fiscalía tiene un rol proactivo. En definitiva, hubo toda una escalada de reformas relevantes y creo que estamos en la senda correcta. Lamentablemente no hay más que ver las noticias o las estadísticas judiciales para comprobar que la violencia continúa existiendo. ¿Qué más se puede hacer? Opino que seguir trabajando en esta línea.

– La violencia machista también irrumpe entre los jóvenes...

– La violencia sobre la mujer me preocupa de forma general, pero en los más jóvenes es donde más miedo me da. Hay unos datos de la memoria de 2022 que tengo grabados: el incremento de un 53% de los delitos contra la integridad física cometidos por menores y del 36% en el caso de los que son contra la integridad sexual. Una encuesta hecha por la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género sobre los factores que inciden en la violencia machista apuntó a la identificación con estereotipos sexistas o con actitudes que justifican la violencia, al consumo de sustancias y alcohol y lo vinculó también con el acceso a internet. Ese estudio enumeró las conductas de riesgo que cometen los menores en las redes y evidenció que el contacto que tienen con internet es un factor de altísimo de riesgo.

– ¿Hay que poner límites?

– Sí, creo que hay que poner límites al acceso a internet de nuestros hijos. Como fiscal no es raro encontrarte con menores que te dicen que sus ex controlan todo lo que hacen, que les preguntan con quién se relacionan o con quién están... Con menores que reconocen que fueron obligadas a mantener relaciones o actividades sexuales que no querían. ¿Cómo es posible esto en 2024? Es sorprendente que una niña de 13, 14 o 15 años acepte conductas que pensábamos que teníamos superadas: que digan “mi novio me controla porque me quiere mucho”. Que normalicen que les vean sus mensajes de WhatsApp y que permitan esa invasión de la intimidad interpretándolo como una muestra de amor. Uno de los problemas de internet es que tienes acceso a determinados estereotipos sexistas y violentos y acaban normalizando que esa es la manera de relacionarte con la pareja y con los demás. El ámbito policial y judicial somos muchas veces el último eslabón: la intervención [en esta problemática] debe ser pluridisciplinar y la educación es una de las bases más importantes.

– Las redes sociales se han convertido en un caldo de cultivo para este tipo de violencia.

– Sí, en menores y en mayores de edad. Son una herramienta más en la violencia de género para ejercer control y dominación. Un instrumento para controlar [a las víctimas], para quebrantar la prohibición de comunicación, para amenazar, para injuriar...

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