El repunte de la violencia machista vuelve a evidenciar el colapso del juzgado vigués

“Aquí sabes cuando entras pero no cuando sales”, describen, poniendo así el foco en las jornadas maratonianas | Los funcionarios huyen de este destino: la mayoría son interinos

Instalaciones del juzgado vigués especializado en violencia de género

Instalaciones del juzgado vigués especializado en violencia de género / MARTA G. BREA

Marta Fontán

Marta Fontán

“Aquí sabes cuando entras pero nunca cuando sales”, afirmaba este miércoles un abogado que, al filo de las cinco de la tarde, salía acompañado por un cliente del edificio judicial de la calle Lalín. Llevaba allí desde la mañana, pero la jornada se acabó alargando sobremanera. Venía del Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Vigo, donde, pese a lo avanzado de la hora, la labor aún no había acabado ya que la jueza continuaba poniendo resoluciones sobre otras comparecencias de detenidos o de órdenes de protección que habían tenido lugar a lo largo del día. Y aún debía decidir sobre el caso más grave que tenía sobre la mesa, el del profesor arrestado por el crimen machista de Baiona. No sería hasta pasadas las siete de la tarde cuando el presunto asesino abandonaba la sede judicial con destino al Hospital Álvaro Cunqueiro –al día siguiente ya ingresaría en prisión–, llegando así también a su fin, en este tribunal especializado, una jornada maratoniana que había arrancado a las nueve de la mañana.

El repunte de los casos de violencia machista evidencian una vez más el atasco de este juzgado vigués que, junto a los casos de Vigo, asume también los del Val Miñor. La larga jornada del miércoles que se describe al inicio de este artículo no es una excepción: esta misma semana volvió a repetirse justo al día siguiente y es una situación que el personal de la sala y los abogados sufren con bastante frecuencia. Lo cierto es que el problema no es nuevo pero las fuentes judiciales consultadas señalan que es necesario que, de una vez por todas, se aporte una solución. La idoneidad de contar con un segundo juzgado especializado en violencia de género ha sido siempre una aspiración. “Y si no al menos uno de refuerzo”, afirman.

Instalaciones del juzgado vigués especializado en violencia de género. |   // MARTA G. BREA

Instalaciones del juzgado vigués especializado en violencia de género. / MARTA G. BREA / m. fontán

El tribunal asumió en 2022 un total de 1.160 asuntos penales y, en lo que va de año, ya se superan los 120. Y eso sin contar los procedimientos civiles ya que esta sala también se encarga de los pleitos de separación y divorcio –y las medidas relativas a los hijos menores de edad en caso de haberlos– en aquellos casos en los que se abrió un procedimiento judicial por delito de violencia de género. Los datos así en frío no justificarían, a día de hoy, un segundo tribunal si el único criterio que se tiene en cuenta es el de los módulos de trabajo que marca el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que establecen que un órgano judicial de estas características puede asumir hasta un máximo de 1.600 casos anuales, cifra que no se alcanza en Vigo.

"Aquí todo es urgente"

El problema, apuntan, no es tanto la cantidad de asuntos, que también, sino el tipo de procedimientos y la necesidad de darle una pronta respuesta. “Este juzgado funciona como una guardia permanente: aquí todo es urgente”, describe una trabajadora. Cualquier día normal pueden pasar a disposición tres o cuatro detenidos, a lo que se suman las comparecencias de las órdenes de protección que piden las víctimas, los juicios rápidos o las tomas declaraciones o demás diligencias que puedan estar señaladas de procedimientos en fase de instrucción. “Con esta carga de trabajo, finalizar a las cinco de la tarde no es nada raro; y esto un día sí y al otro también acaba convirtiéndose en insoportable”, describen sobre el funcionamiento diario de la sala.

Un segundo juzgado o uno de refuerzo que permitiese contar con todo un equipo completo de apoyo –juez, letrado judicial y funcionarios– permitiría, por ejemplo, que las dos salas se organizasen para hacer guardias alternas para atender todos aquellos asuntos que necesitan respuesta en el día, como es el caso del pase a disposición judicial de los detenidos: “Así no se estaría todos los días laborables, todas las semanas constantemente sometidos a un ritmo de trabajo que no da tregua”.

Una buena prueba de la situación que atraviesa este juzgado es que, a día de hoy, de su plantilla de ocho funcionarios solo tres son titulares. Los restantes cinco son interinos. ¿Cuál es la razón? “Las jornadas maratonianas van minando a los trabajadores; a este destino no quieren venir funcionarios titulares porque el horario casi siempre se extiende mucho más allá de las dos de la tarde; aquí entras por la mañana y no sabes a la hora a la que vas a salir, no hay un horario fijo o al menos orientativo y eso para algo tan básico como la conciliación es tremendo”, describen.

La situación se ha complicado en los últimos meses, con un aumento de casos de violencia de género. El crimen ocurrido el pasado domingo en Baiona o los casos de dos jóvenes de Vigo a las que la Policía Nacional consideró de “riesgo extremo” son claros ejemplos

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Este juzgado especializado acaba de dar inicio a la <strong>instrucción judicial del crimen ocurrido hace una semana en Baiona</strong>, después de que el investigado, Ángel Rodríguez, fuese trasladado durante dos días consecutivos ante la magistrada: el miércoles fue enviado al Hospital Álvaro Cunqueiro para una valoración psiquiátrica y el jueves, tras realizarse la preceptiva comparecencia, ya salió desde los juzgados en dirección a la prisión de A Lama. Antes del crimen de Baiona, el último de violencia de género registrado en el área de Vigo cuya investigación también recayó en este tribunal había sido <strong>el ocurrido en Mañufe (Gondomar)</strong> en diciembre de 2020. Valentín Alonso Becerra, que entonces tenía 64 años, mató presuntamente a puñaladas a su mujer, Soledad Rey Valverde, de 59 y que, debido a varias dolencias, tenía severos problemas de movilidad. Antes de ingresar en prisión, donde continúa a día de hoy, el supuesto agresor estuvo un tiempo hospitalizado ya que, tras el mortal ataque, intentó suicidarse cortándose las venas. Tras una larga instrucción, el caso ya solo está pendiente del juicio que se celebrará, con jurado popular, en la Audiencia de Vigo. La Fiscalía acusa a este sexagenario de delito de asesinato y solicita una condena de 30 años de prisión. La víctima tenía 16 heridas incisas de arma blanca, cuatro de ellas de carácter mortal.

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