Brazos jóvenes unen fuerzas en el Banco de Alimentos

Tras la Gran Recogida 325 toneladas de alimentos son clasificados para su reparto la víspera de Reyes con ayuda de estudiantes

Xabi (izq.), Iago (centro) y Germán (dcha.) colaborando durante la selección.

Pedro Fernández

Los zapatos del otro a veces son incómodos, pero ponérselos, aunque sea un rato, supone un gran cambio en la mentalidad de una persona. Porque cuando la perspectiva es desde otro punto, todo se entiende mejor. Incluso a los demás, o eso dicen quienes lo practican. “Estamos aquí, porque ellos han querido”, comenta Pablo Quintela, profesor de Ciencias Sociales del Colegio Montecastelo. Sus alumnos están de vacaciones, pero a sus 17 años, han preferido dedicar tiempo a madrugar para echar una mano a los voluntarios del Banco de Alimentos de Vigo, en la ardua clasificación de la “Gran Recogida”. Una jornada que requiere un gran trabajo físico, ya que este año los vigueses (empresas y vecinos) han donado 325.000 kilos de comida (25.000 menos del objetivo marcado, pero muy bien acogida) que será repartida entre familias y personas en situación vulnerable a través de un centenar de ONGs con las que el Banco de Alimentos colabora.

“Estoy aquí como cualquier otra persona, salir es secundario”, contesta Iago Toledano cuando se le pregunta qué hace en el Banco de Alimentos un chaval de 17 años tan temprano en Navidad. “Nos lo propusieron desde el colegio y dijimos que sí. La semana pasada o la anterior vino otro grupo de compañeros también. La idea es estar ayudando a gente y devolver a la comunidad parte de lo que recibimos nosotros”, dice mientras reconoce que lo tuvo claro desde el primer momento. “El año pasado estuve en EE UU en una organización que trabaja por la paz. Dediqué mucho tiempo al voluntariado”. Explica también que se siente mejor cuando participa en estas acciones “porque he puesto mi granito de arena”. Así, este futuro ingeniero aeroespacial cultiva también la empatía, esa que se le servirá de base para el profesional en el que se convertirá en el futuro. “No lo había pensado, pero supongo que estas experiencias me servirán como inspiración. Un ingeniero crea productos y sistemas, construye puentes... Para ayudar a los demás y esto, al final es estar pensando en el prójimo”, concluye.

Otro de sus compañeros, citados en esta gran selección de alimentos se acerca. Es Germán Serrano. Al igual que Iago, estudia segundo de Bachillerato, solo que en su caso es de Ciencias Sociales. ¿El motivo? Tiene claro que va a hacer Derecho y si tiene suerte, tal vez consiga convertirse en juez, como su padre. “Es la primera vez que vengo al Banco, pero así puedo ver cómo está el mundo ahora mismo. Saber que hay pobreza, que está aquí. La gente necesita la ayuda de los demás y esta es además una muy buena iniciativa”, aclara sereno y confiado en que su decisión de participar junto a otros voluntarios habituales en la clasificación de alimentos navideña, ha sido un acierto.

Brazos jóvenes unen fuerzas en el Banco de Alimentos

Voluntarios habituales clasifican la leche por fecha de caducidad. / Javier Teniente

A diferencia de otros Bancos de Alimentos de España, el de Vigo cuenta aún con un apoyo por parte de la juventud limitado, pero en crecimiento. En parte, por la dificultad que tiene para los menores dedicar tiempo a una actividad solidaria en el horario lectivo. Y en parte también, por la falta de incentivo por parte de administraciones y centros educativos. Recayendo este tipo de voluntariado en la iniciativa de educadores y colegios, cuando en otras provincias como Barcelona, son las universidades las que animan a colaborar a los jóvenes a través de reconocimiento de créditos, por ejemplo. Sin embargo, Germán lo tiene claro. “Si puedo lo seguiré haciendo”. “Independientemente de lo que vaya a estudiar uno, esto siempre te aporta como persona. Tener conciencia de lo que la gente sufre es importante, te puedes encontrar en la vida personas que necesitan ayuda”. Xabier Grau, también estudia Bachillerato de Sociales solo que él tiene claro que quiere dedicarse a análisis de Big Data, así que empezará estudiando Administración de Empresas. “Hoy vemos que la mayoría de los voluntarios que viene a Banco es gente mayor y creo que nosotros podemos echar una mano importante”, dice rotundo su presencia en el Banco.

Estos, son tres chaveles ejemplo de motivación para tantos otros. Su profesor, Pablo Quintela, explica que “durante el curso es difícil venir, porque solo funciona entre semana. Pero hace un par de años empezamos a colaborar en la clasificación, ya que es un trabajo muy físico en el que ellos pueden aportar mucho”. ¡Y tanto! Una ayuda inestimable que los voluntarios y responsables del Banco valoran mucho.

IVÁN MARTÍNEZ - Presidente del Banco de Alimentos de Vigo

Iván Martínez.

Iván Martínez. / Javier Teniente

“El perfil torna a familias y ancianos solos, estamos para darles impulso”

Iván Martínez lleva al frente del Banco de Alimentos de Vigo como presidente tres años y este, uno de los más difíciles por la situación general de “empobrecimiento” de los bolsillos, observa emocionado cómo los vigueses “escuchan lo que les decimos”. Así y a pesar de no haber alcanzado el objetivo de 350 toneladas, asegura no poder estar más agradecido en esta duodécima Gran Recogida, que desde hace unos años se celebra de forma simultánea en toda Europa. “Nos han donado leche y aceite, dos productos fundamentales y caros” y curiosamente han sido los barrios más humildes de Vigo los más generosos.

–¿Qué valoración hace de la Gran Recogida 2023?

–Muy positiva . Este año hemos recogido 325 toneladas, sumando la recogida física de noviembre en distintos supermercados de la provincia y las donaciones en caja de los clientes de los supermercados.

– ¿Qué cambio nota con respecto a la campaña anterior?

–Este año nos propusimos repetir las 350 toneladas del año pasado, pero éramos conscientes de que era un objetivo muy ambicioso, porque la situación no es la misma. El día a día, a nivel de calle no está refleja en los datos macroeconómicos. La gente está muy preocupada y, en muchos casos, ya ha agotado ese colchón que permitió recoger a los hijos que volvieron a casa. Eso es algo que se ha notado, unido a la inflación, las distintas guerras, el encarecimiento de determinados productos de la compra... Si le añades que los sueldos no han subido en la misma cuantía, lo conseguido tiene mucho mérito. Estamos muy satisfechos y reafirma a idea que tenemos en el Banco de que cada vez que acudimos a la sociedad a hacer un llamamiento, la gente responde.

– ¿Qué productos han destacado con respecto a otros años?

–Estamos en plena clasificación y aún no podemos saberlo con exactitud. Pero la impresión que se está viendo mucha leche. Y aceite también. Más de lo que esperábamos y eso significa que de alguna manera el mensaje de que la UE nos dejaba sin ellos ha calado.

– ¿Cuál es el perfil de usuario?

–En Vigo y resto de la provincia de Pontevedra la población que tenemos es juvenil y de mediana edad. También se observa un incremento cada vez más grande de gente mayor. Hay mucha gente sola. Hay entidades con las que colaboramos con un censo de gente mayor muy elevado.

–¿Cuál debería ser a función del Banco de Alimentos en los tiempos líquidos actuales?

–El Banco de Alimentos no trata directamente con gente vulnerable, lo hace siempre a través de las ONG. El perfil de estos usuarios ha cambiado, no son solo las personas que piden en la calle. Se ha añadido también familias que son víctimas de la crisis económica, de sueldos precario, situaciones en las que no son capaces de llegar a fin de mes y tienen que priorizar. Deben dedicar los recursos que tienen a vivienda, colegios... Y necesitan una ayuda para la comida. Es el perfil que más está aumentando. Son familias normales que hace unos años vivían tranquilamente de su trabajo, trabajando los dos y sacando adelante a los hijos. Nuestra función debe ser estar ahí para dar impulso en este momento puntual y evitar su cronificación. Ayudarles a salir del bache.

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