Sanidad Exterior analiza al año en Vigo 1.800 muestras de alimentos importados

La búsqueda de metales pesados es la mayor carga de trabajo ahora en este laboratorio, que recibe de puertos de toda España

El servicio médico atiende a 4.000 viajeros por ejercicio

Siguiendo las directrices europeas y en base a un análisis de riesgos, el Ministerio de Sanidad establece un plan de vigilancia en puestos fronterizos por el que los inspectores recogen muestras aleatorias de mercancía procedente de fuera de la Unión y destinada al consumo humano para analizar diversos parámetros. En la red de laboratorios que llevan a cabo estas pruebas solo hay dos públicos y uno de ellos está en Vigo –el otro, en Santander–. Al año, pasan por sus instalaciones 1.800 porciones de pescados, productos congelados, vegetales o carnes enviadas desde el puerto vigués, pero también de otros de toda la geografía española.

En un extremo del edificio de la estación marítima de Vigo, en el muelle de trasatlánticos, se encuentran las dependencias de Sanidad Exterior. Su laboratorio está acreditado por la ENAC para analizar diversos parámetros físico-químicos, como la presencia de sulfitos, histamina, biotoxinas marinas, diversos residuos y metales pesados en los productos de consumo humano. Es este último del que más demanda tienen por las últimas indicaciones del plan de vigilancia nacional.

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Un viajero recibiendo una vacuna

Óscar Vilariño, jefe de dependencia de Sanidad Exterior de la Subdelegación del Gobierno en Pontevedra, detalla que reciben un flujo regular de demanda de unas 1.800 muestras al año. Salvo en pandemia, que bajó considerablemente. La mayoría son de controles aleatorios, en los que no se bloquea la mercancía mientras se obtienen los resultados. Un porcentaje muy pequeño son pruebas por sospecha. Entonces sí se retiene la partida hasta conocer los resultados, a los que se da prioridad.

La demanda llega de diversos puertos de España. Sobre todo, de los más grandes. Además de Vigo, uno de los principales orígenes es el puesto fronterizo de Vigo. Cuando llega una porción de alimento, primero se prepara para obtener la muestra apta para los equipos de análisis: se despedaza, se pesa, se homogeniza, se concentra, se filtra... Y una vez finalizado, todo se destruye.

Además del laboratorio para el control oficial alimentario, en las dependencias de la estación marítima de Sanidad Exterior –dependientes orgánicamente de la Subdelegación de Gobierno, pero funcionalmente del Ministerio de Sanidad– hay otros dos departamentos: un servicio médico y la Unidad de Farmacia. Reformadas en 1997, las instalaciones necesitan ya una renovación para poder enfrentarse a las nuevas necesidades, según entiende Vilariño.

Con un pequeño laboratorio de alrededor de 14 metros cuadrados y una zona de recepción más pequeña, los profesionales de la Unidad de Farmacia demandan más espacio para desarrollar su labor. En la zona del control de alimentos, en el que trabaja una decena de personas, cuentan con más metros, pero precisan actualizaciones difíciles de llevar a cabo con las limitaciones de un edificio histórico y de piedra.

El servicio médico de Sanidad Exterior atiende al año a una media de más de 4.000 personas que viajan al extranjero, ya sea por turismo o trabajo. Les ponen las vacunas correspondientes y les dan información y recomendaciones según el lugar de destino. Con un equipo de dos médicas, tres enfermeros y dos administrativos, también se encargan de los controles higiénico-sanitarios en buques de bandera internacional.

La cuarta de las patas de Sanidad Exterior en Vigo –pero fuera de la estación marítima– es el Puesto de Inspección Fronterizo que, gracias a la “estupenda” colaboración con la Autoridad Portuaria, resolvieron los problemas de antaño de retrasos en el control de lo que llega a los puertos de Vigo. Marín y Vilagarcía. Cuentan para ello con una treintena de trabajadores.

El cannabis, la principal sustancia en los análisis de los decomisos

Ya sea menudeo o grandes alijos. Todas las incautaciones de drogas que realizan las fuerzas de seguridad necesitan un informe para la Justicia en el que se indique de qué tipo de droga se trata y su pureza. Y todas las de las provincias de Pontevedra y Ourense pasan por un mismo laboratorio: el de la Unidad de Farmacia de Sanidad Exterior. Sus cinco trabajadores analizan unos 9.000 decomisos estupefacientes y psicotrópicos al año, de los que obtienen unas 10.000 muestras. Salvo en los años en los que se interceptan grandes alijos de cocaína –2019, 2020 y 2021–, la sustancia más habitual es el cannabis y sus derivados, con un aumento en 2022.

En cuanto a la heroína, desde 2001 las cifras no son demasiado significativas, en comparación con el resto. Por este laboratorio ya ha llegado el fentanilo, pero en ocasiones muy excepcionales. Creen que, poco a poco, las drogas sintéticas irán ganando terreno.

Con dos farmacéuticas, un ayudante de laboratorio y dos administrativos, se encargan también del control de todos los productos medicinales y cosméticos que se importan o exportan. Hacen una media de entre 60 y 70 inspecciones al año, que se duplicaron –hasta las 130– en 2020, con la entrada de mascarillas, geles hidroalcohólicos y otros productos relacionados con la pandemia. La tercera de sus labores es la inspección en instalaciones fabricantes o exportadores de estos productos en las provincias de Pontevedra y Ourense. Comprueban que se ajustan a la normativa. Esta unidad depende orgánicamente de la Subdelegación de Gobierno en Pontevedra y, funcionalmente, de la Agencia Española de Medicamentos.

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