Veinte días entre talibanes

El cineasta y fotógrafo gallego Luis Piñero comparte su experiencia e imágenes de su reciente viaje a Afganistán para el canal de Youtube Lethal Crysis, el segundo de su género con más seguidores de habla hispana

“Visita la magnífica nación de Afganistán, la verdadera tierra de los hombres libres y valientes, un paraíso habitado por hombres musculosos y mujeres tradicionales. Estarás cien por cien seguro, ya que la guerra ha terminado y no capturamos terroristas para pedir rescate”. Con este mensaje publicado en X (antes Twitter) hace unos meses por el Departamento de Relaciones Públicas Talibán, el gobierno fundamentalista intenta atraer turistas al país y buscar una fuente de ingresos alternativa a la venta de opio que les ha servido de financiación durante 50 años de guerra. Esta política aperturista ha servido para que el vigués Luis Piñero, cámara y editor de Lethal Crysis, el segundo canal de viajes en Youtube con más seguidores de habla hispana, pudiera viajar a Afganistán junto al director del canal, Rubén Díez, y documentar en cinco reportajes lo que allí vieron durante su estancia de veinte días, del 1 al 20 de noviembre.

“Llevábamos años queriendo ir a Afganistán y finalmente conseguimos un contacto, un guía no turístico afgano que te consigue acceso a los lugares a los que quieres ir”, nos explicó Luis Piñero Álvarez durante su estancia navideña en Vigo (ahora está en Etiopía en otro de sus viajes). “Alguna de las cosas que queríamos documentar no fueron posibles, como los toxicómanos que los talibanes han ingresado en sus supuestas clínicas por ser opiómanos. Nuestro guía nos comentó que ese era uno de los límites”, explica este joven de 29 años, hijo de periodistas. Para no levantar suspicacias, los visitantes españoles entraron con visa de turistas.

Luis Piñero Álvarez durante su estancia navideña en Vigo.

Luis Piñero Álvarez durante su estancia navideña en Vigo. / Alba Villar

No vieron esos campos violáceos de amapolas que antes se podían ver en las imágenes aéreas del primer productor mundial de heroína y opio y que ahora han sido sustituidos por el verde de otros cultivos. Pero sí comprobaron que la mujer no tiene ningún tipo de derecho. “Todas van con burka, menos las azahara (una minoría étnica chiíta), que llevan velo”.

Kabul, donde pasaron cuatro días al comienzo y al final del viaje, se les presentó como una ciudad más tranquila de lo esperado. “No había tensión ni pasamos miedo, la seguridad es tremenda y la vigilancia extenuante; hay un talibán cada cinco metros. El problema es cuando te topas con uno cabezón porque como no hay leyes ni constitución definidas, no saben cómo deben de tratar al turista y estás a expensas de lo que decida el talibán con el que te topes”. En general el trato fue muy amistoso porque, como les repetían: “estáis aquí porque nuestro líder así lo ha querido”. Ese líder máximo es una figura enigmática, de la que se sabe el nombre de pila pero no su identidad ni su lugar de residencia.

Veinte días entre talibanes

Talibanes armados fotografiados el pasado mes de noviembre / Luis Piñero Álvarez

Los vestigios de la ocupación americana son objeto de comercio en la capital afgana, donde hay una calle con bazares en los que se puede comprar equipación y armamento militar que las tropas estadounidenses dejaron en su bases cuando se retiraron en 2021. Es curioso ver a talibanes vestidos con el uniforme del país que fue durante veinte años su principal enemigo y, armados hasta los dientes, en la colina de los talibanes en Kabul seguir a todas partes a los visitantes españoles. “Estaban fascinados, nos agarraban todo el rato para hacerse selfies con nosotros, no habían visto un extranjero en su vida, de hecho estoy convencido de que cada vez que veían mi pasaporte pensaban que mi visado ruso, que ocupa una página y lleva mi foto, era el de Afganistán”.

La orden del líder absoluto de tratar bien a los turistas se hacía palpable por la retahíla de preguntas guionizadas que cada jefe talibán que se iban topando, tanto en las ciudades como en los pueblos perdidos en la montaña, les repetía: “¿cómo estáis?, ¿estáis cómodos?, ¿cómo veis nuestro país?, ¿creéis que podemos hacer algo para mejorar?".

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Retratos de ciudadanos afganos captados por la cámara de Luis Piñero Álvarez. / Luis Piñero Álvarez

En algunas ocasiones la conversación derivaba a asuntos más comprometidos. “Uno nos preguntó por qué les habíamos estado matando durante tantos años, como hablábamos en inglés pensaba que éramos estadounidenses, así que le dijimos que éramos españoles”. Otras situaciones incómodas se produjeron cuando uno de esos líderes expresó su opinión contraria a la situación de la mujer en Occidente, asegurando que en su país sí había igualdad, y en una mezquita supuestamente mágica en la que un grupo de talibanes armados les animaron a apoyarse en una piedra sagrada que hace rodar por el suelo al fiel invadido por el espíritu de Alá.

Para esos momentos tensos, la salida es el buen humor. “Cuando vemos que una persona nos puede causar problemas es cuando somos más absolutamente encantadores, ya sea en países en conflicto o con azafatas de vuelo que no nos dejan entrar con tantas mochilas”, explica Piñero.

El primer reportaje que han subido al canal de Youtube Lethal Crysis, “Un día en Kabul”, acumula más de un millón de visitas en cuatro semanas. El segundo, “¿El peor país del mundo? Afganistán, la tierra maldita” ya va por el millón y medio de visualizaciones en dos semanas. Transcurre en el antiguo asentamiento budista de Baminyán, donde había castillos y tres estatuas colosales de Buda que los talibanes destruyeron en agosto de 2001. Ahora queda el hueco, las cuevas no pobladas y una ciudad habitada mayoritariamente por azaharas en la que sorprende ver a mujeres trabajando en un mercado local, algo prohibido en el resto del país.

El próximo documental nos adentrará en Herat, la provincia donde estuvieron asentadas durante 19 años las tropas españolas que conformaban la misión internacional de la OTAN aprobaba por la ONU. Un terremoto el 7 de octubre de 2023 sacudió la zona y fue especialmente intenso en las poblaciones de las afueras de la ciudad. “En el pueblo que grabamos en el vídeo vivían unas 1.100 personas y murieron 180, de las que solo cuatro eran hombres. Por lo visto, hubo una sacudida y todas las casas se derrumbaron al momento, muriendo todas las personas que estaban dentro, sobre todo mujeres y niños, porque los hombres estaban trabajando fuera. Hablamos con uno que había perdido a los quince miembros de su familia a la vez”. Los días que estuvieron en Herat colaboraron con ACNUR, una de las ONG presentes en la zona. “Uno de lo grandes problemas que tienen es que el invierno afgano es durísimo, alcanzan temperaturas de menos 30 grados, y la ayuda humanitaria internacional solo les llega de Arabia Saudí e Irán”.

Paisajes de las montañas captados por la cámara de Luis Piñero Álvarez

Paisajes de las montañas captados por la cámara de Luis Piñero Álvarez / Luis Piñero Álvarez

“Los pueblos que hay entre una ciudad y otra creo que no han cambiado en los 50 años que han estado en guerra, las carreteras están en muy mal estado y tardas muchísimo tiempo por la cantidad de tramos destruidos”. La autocaravana antigua en la que se desplazaban por el país también transitó por caminos de tierra, sobre todo cuando se adentraron en las montañas en el viaje de Kabul a Herat. “Paramos en el minarete de Yam, de 65 metros de altura, un sitio que no se ha podido visitar durante veinte años, mientras estaban los estadounidenses, por la cantidad de atentados que había. Ahora hay un cuartel vigilado por treinta talibanes (eso nos dijeron, aunque yo conté doce) y una carpa donde vive el encargado de la preservación del patrimonio”. La idea de los viajeros era acampar allí para hacer noche, pero los talibanes les invitaron a tomar el té con ellos y pernoctar en el cuartel. “Había armas por todas partes y móviles pegados con cinta a las ventanas que usan para comunicarse todo el rato a través de llamadas y mensajes”. “El líder nos dijo que podíamos preguntarle todo lo que quisiéramos pero sin grabarlo. Me aventuré a preguntarle qué opinaban de Hamás y me dijo que les daba bastante igual lo que está sucediendo porque su líder no se ha pronunciado sobre el asunto. Nos dijo que les daban igual las religiones de cada uno, que todas podían ser igualmente válidas, aunque yo lo pongo entre interrogantes y creo que se debe a la imagen aperturista que pretender dar”.

Veinte días entre talibanes

Talibanes rezando captados por la cámara de Luis Piñero Álvarez / Luis Piñero Álvarez

Los talibanes protagonizarán la cuarta entrega de la serie de reportajes del canal español de viajes, la cual tendrá como escenario Kandahar, el verdadero bastión de los fundamentalistas paskines y uno de los grandes infiernos para las tropas estadounidenses junto a Korengal, conocido como el valle de la muerte, sobre el que versará el último de los documentales. Ese lugar, en la frontera con Pakistán, absorbió la quinta parte de todo el combate en Afganistán, albergó la base de Restrepo y fue escenario de una lucha encarnizada en la que más estadounidenses murieron. “Fuimos los primeros extranjeros no periodistas que conseguimos entrar allí. Era un lugar muy peligroso. Los talibanes se escondían por las montañas y les hacían emboscadas a las norteamericanos, que solo entraban en la base por las noches aprovechando que los afganos no tenían visión nocturna”.

“Fuimos los primeros extranjeros no periodistas que conseguimos entrar allí. Era un lugar muy peligroso"

¿Mereció la pena el despliegue occidental en Afganistán durante veinte años? “Yo he ido para descubrir el país, no conozco su historia ni soy periodista. De lo más valioso que ha supuesto este trabajo ha sido conocer y hablar con varios corresponsales de guerra que salen en nuestros reportajes, como Mónica Bernabé, Gervasio Sánchez y David Jiménez. Según ellos, fue un absoluto desastre, pero había que intentarlo”.

Retratos de ciudadanos afganos captados por la cámara de Luis Piñero Álvarez

Retratos de ciudadanos afganos captados por la cámara de Luis Piñero Álvarez / Luis Piñero Álvarez

“Después de pasar veinte días rodeado de burkas, llegué a España el 21 de noviembre y me fui a una fiesta de regetón. Ya no noto tanto jet lag emocional como antes, quizás por la costumbre”, dice Luis Piñero, que lleva seis años viajando por todo el mundo, ya sea para este canal de Youtube o para llevar a turistas a rutas no turísticas como la que estos días realiza por Etiopía. Su mayor fuente de ingresos, sin embargo, son los trabajos que realiza cubriendo eventos para compañías Amazon Music o Merlin Properties.

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