Salud&Placer

Nuestra rara sexualidad

@A2CILUSTRACIONS

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Emma Placer

Emma Placer

Existen 4.000 especies de mamíferos, incluidos los más evolutivamente cercanos al ser humano, como son los bonobos o los chimpancés, con los que compartimos alrededor de un 98% del ADN, o sea que a nivel genético somos bastante similares.

Si me preguntas a mí, que me flipa todo lo que tiene que ver con el comportamiento sexual animal y humano, te diré que, a pesar de tantas similitudes, en la cuestión sexual no nos parecemos tanto.

Es importante destacar que a partir de aquí vas a leer sobre cuestiones más basadas en la fisiología y la antropología, es decir, que es una mirada más biológica, evolutiva e histórica. No tiene la perspectiva de género y diversidad sexual habitual e imprescindible que se requiere en nuestro ya casi acabado 2023, pero que también nos ayuda a ver lo mágico y sensacional de que nuestra sexualidad es casi totalmente una construcción personal, y que requiere incluir esta perspectiva feminista e integral. Dicho esto vamos allá.

Extraña y divertida sexualidad humana

La diferencia fundamental con las otras especies es, básicamente, que el ser humano, además de la cuestión reproductiva, tiene sexo “por placer”. Puedes estar recordando que a lo largo de tu vida has visto animales practicando coito y parece que no les desagrada, todo lo contrario; pero, en su caso, inician este encuentro con una intención puramente hormonal y para conseguir perpetuar su especie: a un perrete no se le ocurre echar un polvo porque es sábado y le apetece compartir un ratito de diversión y placer con su pareja.

También nos diferencia notablemente el tema de la intimidad: los perretes huelen los genitales y anos ajenos sin ningún pudor y, por supuesto, mantienen relaciones sexuales en público, cosas que entre humanos es prácticamente inexistente, salvo algunas excepciones morbosas o si se trata de alguna filia.

Sexo por diversión

Se puede concluir que la diferencia principal entre la sexualidad humana y la animal es, precisamente, que en nuestro caso existe el factor diversión sin, en la mayoría de las ocasiones, otra intención asociada.

Somos peculiares también porque nosotras, las mujeres, a diferencia de las hembras de otras especies, tenemos un período bastante largo de nuestra vida en el que no somos fértiles: la muy conocida y temida menopausia.

Somos raros, sí, pero también lo son pingüinos, palomas, cisnes, cuervos, loros y castores; dentro de las miles de especies que existen, la especie humana se une a la lista anterior en cuanto que formamos parejas de larga duración, en principio monógamas. Esto es una pura extravagancia para la evolución, ya que cuantas más parejas sexuales, más posibilidades reproductoras. Se incluye aquí que al menos durante una temporada, esta asociación tan “freak” que se llama matrimonio ejerce la crianza conjunta de las criaturas. Todo esto ya os digo que es algo genérico, ya que hay sociedades que tienen un “harén”, pero es un porcentaje, como sabemos, muy escaso

Al hilo de que la especie humana tiene sexo por diversión, es curioso si nos comparamos con nuestros colegas los chimpancés. No tenemos ninguna señal ovulatoria que diga ¡eh, es el momento de follar! (perdonadme la expresión); una señal ovulatoria puede tratarse desde un olor concreto cargado de feromonas que, para nosotras es algo imperceptible y, si no se acompaña de otras características, no es un indicativo de deseo sexual, hasta señales en los cambios de color de la piel, o comportamientos de acercamiento muy descarados.

Penes innecesariamente grandes

Dentro de nuestras rarezas, nos encontramos con el pene del hombre que, si lo comparamos con el de un orangután, encontramos alrededor de 10 centímetros de diferencia; por ejemplo, un gorila en erección tiene un pene de 3 centímetros, y en un humano estaría en unos 15 centímetros en erección de media, y fijaros en la diferencia de tamaño en proporción entre un hombre medio y un orangután. Se ha estudiado la funcionalidad de esos 3 cms. y es muy versátil: pueden tener coito en posturas súper complejas incluso colgados de árboles, cosa que yo no me imagino hoy por hoy, ni aunque me acueste con un acróbata. Existen teorías que apoyan que este pene tan grande que presentan los hombres es como un reclamo evolutivo para las hembras, porque es algo que se puede ver, aunque la realidad es que nuestra especie lleva más de 150.000 años usando prendas de vestir. Por lo que aquí tenemos otra misteriosa cuestión humana.

Si quieres ampliar información sobre el tema de nuestra “divertida y curiosa” sexualidad, te invito a leer el libro del biólogo Jared Diamond titulado ¿Por qué es divertido el sexo?. Mientras tanto, os invitamos a visitar nuestra web www.saludplacer.com y a que paséis un bonito y raro día, ¡placeres!

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