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El asco y el sexo

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Emma Placer

Emma Placer

El asco es una de las emociones que solo con observar una expresión facial inmediatamente podemos identificar, incluso tenemos una interjección que lo define muy eficientemente: ¡Puaj! El asco es emoción básica y primaria, como tal muy útil para la supervivencia; se puede interpretar en muchas categorías, pero las principales serían las relacionadas con la higiene, algunos animales o insectos, el deterioro o la enfermedad, la transgresión corporal y, por supuesto, lo relacionado con la sexualidad. Todas las anteriores tienen que ver con cuestiones físicas: sabor, olor, algo visual desagradable o asqueroso; pero lo relacionado con la moral sexual también está relacionado con el asco. Os cuento:

La aversión a todo lo relacionado con lo sexual sí es un trastorno, pero es raro, aproximadamente solo un 2% de las personas piden ayuda para aliviar este malestar relacionado con el asco. Para considerarse como una disfunción tiene que ser algo que se dé de forma habitual; es decir, a ti te pueden dar asco un día por lo que sea unos genitales y eso no te convierte en una persona con asco a lo sexual, sino que ese día se han dado suficientes variables personales y externas como para manifestar esa emoción. En el caso de la patología, se da en todos los contextos, incluso imaginando cualquier fantasía erótica o con tu pareja en un contexto relajado.

¿Cómo reacciona una persona con asco al sexo?

Normalmente, de entrada evita todo contacto sexual, no visualiza pornografía ni nada que tenga que ver con el erotismo; además de la evitación y el rechazo psicológico, también se presentan síntomas físicos, que son parecidos a los de la ansiedad, como las palpitaciones, calor, sentir que te falta el aire, mareos y se pueden añadir las náuseas o ganas de vomitar.

Aunque pueda parecer similar a reacciones de miedo, hay señales que lo acotan al asco, como las náuseas producidas por cualquier olor de fluidos, entre otras.

También tenemos que diferenciarlo de las personas que sufren bajo deseo sexual; puede ser un síntoma asociado pero van por separado.

Para tratar este tipo de casos es conveniente analizar el perfil de la persona. La estadística nos dice que es más habitual en mujeres, y, como casi siempre, está relacionado con la educación; si ha existido poca información y tabúes sobre la sexualidad en su infancia por parte de su familia, entorno, religión, educación restrictiva, es más probable que desarrolle trastornos de este tipo de forma primaria, es decir, desde sus primeras relaciones sexuales sienta asco y rechazo. No obstante, si una mujer ha sufrido abusos sexuales o maltrato físico-psicológico en su adolescencia o adultez, puede generar esta aversión al sexo, aunque previamente tuviera una sexualidad sana y libre de ascos. Para ambos tipos de casos, se usan técnicas basadas en desensibilizar de forma progresiva los estímulos sexuales, con técnicas de respiración y relajación combinadas. Lo llamamos la técnica de la escalera: empezamos con el escalón más bajo, con lo que menos asco nos da, por ejemplo una caricia en la pierna, para llegar a lo más alto, subiendo escalones poco a poco, el sexo oral; en nuestra consulta también usamos la realidad virtual para este tipo de casos y, hasta el momento, estamos observando buenas respuestas hacia una sexualidad más satisfactoria.

Sea como sea, es un proceso complejo y que lleva tiempo, es un traje a medida: no se puede trabajar igual con unas personas que con otras, la historia previa y el proceso traumático es muy importante.

El asco sexual adaptativo

Vale, parece que todos esos síntomas no son ni mucho menos agradables, pero realmente ¿por qué existe el asco? Si pensamos en la comida, es fácil pensar que si tengo hambre comería cualquier cosa (heces, comida en mal estado o podrida...): sentimos el asquete, ¿verdad?, pues esa emoción nos evita intoxicarnos. En el sexo, tener relaciones sexuales poco higiénicas, con personas poco fiables que nos pueden hacer daño o con las que potencialmente pueden abusar de nosotras y nosotros, también nos puede generar ese asco adaptativo, y así evitar infecciones de transmisión sexual, violaciones y situaciones incómodas o inapropiadas para nuestra moral (incestos, relaciones pedófilas, etc). El asco nos protege de forma rápida y eficiente, es conveniente escuchar a nuestras emociones, no ir tanto con el “piloto automático”.

Seguimos explorando emociones y sexualidad en la siguiente entrega.

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