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El PIB de Galicia roza el nivel pre-COVID pese al freno del consumo por la inflación

La mayoría de indicadores económicos se mantienen fuertes de momento | El empleo sigue creciendo, pero más contenido, y las ventas del comercio minorista empiezan a caer

Trabajadores en una fábrica de aluminio. Rafa Vázquez

La propuesta de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, y el ministro de Consumo, Alberto Garzón, de lanzar una cesta de alimentos equilibrada y asequible para suavizar el roto de la inflación en el bolsillo de los hogares dividió al propio Gobierno y la mayoría de los distribuidores enfriaron la posibilidad de que saliera adelante tras la reunión mantenida con ambos a mediados del mes pasado. “No es útil para solucionar los problemas”, argumentaron los responsables de Asedas, Anged y ACES, las tres patronales que representan a las cadenas con mayor cuota en Galicia. Todas se vuelcan estos días en insistentes campañas con precios rebajados, cupones o regalos variopintos y hasta alguna enseña trucos “para ahorrar en tu compra diaria” en una estrategia indisimulada para fidelizar clientela. Los supermercados son el último eslabón de la cadena alimentaria, vendedores de productos de primera necesidad y el monitor en tiempo real del enorme esfuerzo que el subidón del coste de la vida implica para el ciudadano de a pie. Ahí está el primer síntoma claro del más que probable cambio de ciclo de la economía. Las ventas de los establecimientos de alimentación en la comunidad acumulan una caída del 6,1% entre enero y agosto, según el último balance del Instituto Galego de Estatística (IGE). La facturación del resto de negocios mermó el 3%, lo que deja una bajada del 2,4% en todo el comercio minorista.

La evolución del sector encaja como un guante en los cambios de hábitos de los consumidores gallegos a lo largo del tercer trimestre del año, coincidiendo con el pico del Índice de Precios al Consumo (IPC): alrededor del 11% en junio, julio y agosto y acariciando el 13% en el caso de los alimentos. Tres de cada diez familias priorizan las marcas blancas y las ofertas y el 37,6%, seis puntos más que el trimestre anterior, contuvieron el resto de sus gastos comunes (ropa, calzado, transporte, gas o electricidad). A pesar de evidente deterioro de las rentas, el porcentaje de hogares desahogados se mantiene por encima del 51% y los que llegan con dificultad a fin de mes bajan un 7,6% por la ligera caída del 5,6% al 5,3% de los que tienen muchos problemas.

“Aunque pueda resultar sorprendente, en su conjunto los hogares no solo ahorraron mucho en 2020 y 2021. También lo han hecho en el primer semestre de 2022”, destaca Santiago Lago, catedrático de Economía de la Universidad de Vigo. El saldo en depósitos en la comunidad asciende a 79.147 millones de euros tras una subida de 3.100 millones entre abril y junio y de cerca de 4.700 millones sobre el ecuador de 2021. “No obstante, ese ahorro acumulado no se distribuye de forma simétrica –recuerda el también director del Foro Económico de Galicia–. Algunos carecen de cualquier tipo de colchón, mientras que otros afrontan con tranquilidad y recursos la situación”.

Los hogares optan por marcas blancas, cortar otros gastos, aunque mantienen el ocio

Y eso es nuevo. Ni en la antesala de la doble recesión financiera de 2009 y 2013, cuando la deuda privada estaba por las nubes por la burbuja inmobiliaria, ni tampoco en el momento del estallido de la pandemia, la economía de Galicia mostraba tanta resiliencia. El Producto Interior Bruto (PIB) creció un 4,4% entre abril y junio, y, aunque la industria –sobre todo la automoción y el metal– van a medio gas por el cuello de botella en las materias primas y el encarecimiento de la energía, la construcción y el turismo sí funcionan esta vez de motores. La compraventa de viviendas aumentó un 10% hasta agosto, según los notarios, y las pernoctaciones se dispararon un 45%. El gasto de los visitantes extranjeros se triplicó. De hecho, la hostelería brilla con un alza del 77,6% en la facturación hasta julio y todo el sector servicios creció el 27%. “El turismo se ha comportado mejor que nunca”, afirma Lago. No será suficiente para mantener el diferencial positivo del crecimiento económico de Galicia respecto al conjunto del Estado, pero sí para que la comunidad “alcance antes el nivel de PIB prepandemia porque en 2020 cayó significativamente menos que la media”. “Seguramente ya en este segundo semestre de 2022 se produzca este hito”, avanza. 

Las alertas de lo que pueda pasar por el recrudecimiento de la crisis energética calan en la sociedad. El índice de confianza del consumidor en Galicia bajó más de diez puntos en el tercer trimestre, aunque sigue muy por debajo de los momentos más duros de la pandemia y el 62% de los hogares prevé seguir saliendo a cenar, tomar cañas o ir al cine en lo que queda de año. “Comparativamente, la incertidumbre es inferior”, confirma Santiago Lago, “con dos cauciones: que la COVID-19 no se reactive y que la invasión de Ucrania no acabe generando una catástrofe nuclear”. Así se están construyendo las previsiones de crecimiento. Las del Gobierno y el Banco de España difieren en los números, pero coinciden en cuatro tendencias: este año será mejor de lo esperado y peor el 2023, aunque el consumo privado aguanta al alza (1,3%) y se creará empleo. El cuadro macro del Ejecutivo estima superar los 21 millones de ocupados y el supervisor del sistema financiero calcula una subida del 0,8% en las horas trabajadas.

Nada de lo anterior, desde el ahorro al gasto en ocio, pasando por la inversión en vivienda, se entendería sin el comportamiento del mercado laboral. Por primera vez en la historia el 80% de los asalariados en Galicia son indefinidos. Hay 15.200 afiliados más que hace un año. Sin embargo, la subida de la ocupación y la bajada del paro levantan el pie del acelerador. Las altas en la Seguridad Social crecen a un ritmo anual del 1,5%, la mitad que en el primer trimestre; y la bajada del paro pasó de entre el 15-16% al 5,8% en septiembre.

Exportaciones y producción, las dos caras de la debilitada industria gallega

La industria gallega tiene un pie puesto en el pasado y otro empujando hacia un modelo innovador en producto y procesos, más diversificado y sostenible. El enorme peso que tienen la energía, la alimentación y la automoción condiciona a todo el sector. Y no son buenos momentos para ninguna de las tres ramas. La producción de la industria eléctrica, lastrada todavía por los combustibles fósiles, se desplomo un 25% en la comunidad hasta agosto, la elaboración de alimentos baja un 1,6% por el encarecimiento de costes y el motor, a cuentagotas por la falta de chips, se deja un 5,3%. El descenso total del sector es muy inferior, el 1,3%, porque reman a favor la confección de ropa, que crece el 39%; la fabricación de productos metálicos (6,1%); y las bebidas (11,9%) y la reparación de maquinaria (3,5%).

La otra cara del sector está en en el negocio exterior, donde no se ven señales de enfriamiento: 16.919 millones de euros entre enero enero y julio, un 29,4% más que en el mismo periodo del año pasado. En el importe tiene mucho que ver la subida de precios, pero también se exporta más en cantidad con el textil (60% de alza), la pesca (265) y los combustibles (228%) en cabeza.  

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