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La confección de ropa lidera la industria de Galicia este año tras dispararse un 44%

La moda contiene costes e inversión para afrontar el freno del consumo por la inflación | La crisis energética golpea a la metalurgia, que mermó su producción casi un 20%

La confección de ropa lidera la industria de Galicia. Carlos Peteiro

Los habituales informes que los analista publican en los días previos a la presentación oficial de las cuentas venían esta vez cargados de matices, con opiniones enfrentadas en algunos casos, sobre la evolución del negocio de Inditex hasta el ecuador de su nuevo ejercicio fiscal. Credit Suisse vaticinó un buen balance, pero recortó el precio objetivo de las acciones del gigante textil de 24 a 20,50 euros. “Somos cada vez más cautos en cuanto a las perspectivas para los próximos 18 meses –justificaban–, ya que la demanda global se está debilitando, los costes de los insumos están subiendo y el tipo de cambio y la inflación son adversos”. A pesar de todos esos obstáculos, del cierre en Rusia –el segundo mercado que más beneficios aportó al grupo en 2021– y las restricciones en China a causa de los nuevos brotes del coronavirus, la dirección de análisis del Banco Sabadell recomendó invertir con un pronóstico de “sólidos” resultados por el tirón de las ventas, la vuelta a las tiendas físicas y el alza de precios. Desde Renta 4 llegó la advertencia de una posible desaceleración de la facturación, que situaba alrededor de los 7.700 millones de euros. Esta y las otras cifras del resto de entidades –el consenso del mercado ponía techo en los 7.850 millones– se quedaron muy cortas. Las ventas superaron los 8.100 millones y el beneficio ascendió a 1.034 millones, el mejor primer semestre de la historia de la compañía.

Inditex es un buen termómetro del consumo por la tupida red de tiendas, el enorme peso del e-commerce y su claro protagonismo en el segmento de moda asequible. No ofrece artículos de primera necesidad y, por lo tanto, se expone a la atonía del cliente en momentos de parálisis de la actividad como en la pandemia o de pérdida de poder adquisitivo ahora por culpa de la elevada inflación. Zara y el resto de cadenas aplicarán “subidas selectivas” de “un dígito” en los precios de las colecciones de otoño-invierno, que “han sido muy bien recibidas”. Entre el 1 de agosto y el 11 de septiembre, la facturación avanzó un 11%. “Nuestro modelo está funcionando”, reivindicó el consejero delegado, Óscar García Maceiras.

La recuperación del sector es muy buena, tanto en las grandes empresas como en las pequeñas”, asegura Alberto Rocha, secretario general de Cointega-Clúster Gallego Textil Moda. “Se abre un momento de parón en base a las expectativas de la economía –añade–, con decisiones de parálisis de inversión y control de gastos, aunque no tanto en reducción de stock o producción”.

Lo confirman los datos de ventas de las marcas de referencia, pero también la evolución de la pata manufacturera. La confección de ropa acumuló hasta julio un incremento del 44% en Galicia, siguiendo la estela del pasado ejercicio, cuando rebotó un 49% tras el enorme golpe de la pandemia. Hay pocos sectores que sufrieran más con el encierro. El desplome en los meses de abril y mayo de 2020 superó el 90% y el apetito por las prendas tardó mucho en resucitar por el auge del teletrabajo y las restricciones al ocio.

“En los últimos meses se ha acelerado el levantamiento de las medidas de contención asociadas a la pandemia, lo que habría conllevado una recuperación de la demanda en actividades con un elevado componente de interacción social y un impulso para la producción de las ramas manufactureras más vinculadas con dichas actividades, como la fabricación de ropa y calzado”, apunta el Banco de España en un breve análisis de la evolución reciente de las manufacturas en España. La confección de ropa es, con mucha distancia, la rama que más aporta al sector este año en Galicia, seguida de la madera (con un alza media entre enero y julio del 24,5%), los muebles (31,4%), las bebidas (12,3%) y la fabricación de productos metálicos (4,9%).

La producción industrial al completo mermó un 7% en la comunidad en julio y acumula una caída del 1,9% en los siete primeros meses, según el reciente balance del Instituto Galego de Estatística (IGE), mientras en el conjunto del país creció el 3,2%. La radiografía del Banco de España sobre la industria manufacturera destaca “la elevada heterogeneidad” en el comportamiento “entre las diferentes ramas”. El fin de las restricciones da alas a todas, pero los precios energéticos “inciden con mayor intensidad sobre la producción de aquellos sectores que presentan una mayor dependencia energética”. Y ahí está la metalurgia, que gasta 0,33 euros en energía por cada euro producido. Su actividad en julio se descalabró un 30% en Galicia y arrastra un descenso cercado al 20% en todo el año. No es el peor. La fabricación de material y equipamiento eléctrico disminuyó un 32%.

La automoción mejoró en julio la pésima trayectoria que llevaba a causa de la falta de chips (un alza del 15,3%), pero el acumulado anual sigue siendo negativo: un 8,3% menos. En su caso influye en tercer factor identificado por el Banco de España para argumentar las grandes diferencias entre las manufacturas: “los denominados cuellos de botella en las cadenas globales de suministro”. El porcentaje de empresas en España y el resto de Europa afectadas por la escasez de determinadas materias primas y componentes “ha alcanzado máximos históricos en los últimos meses” y, “si bien han experimentado cierta mejoría recientemente, aún permanecen en niveles muy elevado históricamente, especialmente en el caso de algunas ramas, como la de fabricación de vehículos”.

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